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Parque Nacional, de lugar de esparcimiento a ser hogar de cerca de 500 indígenas emberá
Este espacio fue un lugar de esparcimiento de las familias bogotanas durante décadas.
Bogotá. 12 de enero de 2024. Esta es la situación humanitaria que viven los indígenas asentados en el Parque Nacional, donde el día ayer, llegó un grupo más de indígenas Embera Katío y Embera Chami, quienes vienen de la UPI de la Rioja y de la UPI de la Florida, lugares donde se han agravado las condiciones de vida para ellos, todo, presuntamente por la preocupación de la falta de acuerdos y garantías que han tenido con el Gobierno Distrital y Nacional Foto: Sergio Acero Yate / El Tiempo
El parque Nacional ha sido parte de la historia de Bogotá por casi 90 años. Este espacio de 320 hectáreas, ubicado en la carrera 7.ª con calle 36, en la actualidad se caracteriza por ser el lugar donde residen alrededor de 500 indígenas emberá. Sin embargo, por décadas fue reconocido como uno de los ‘pulmones verdes’ de la ciudad (incluso llegó a ser llamado el Central Park bogotano), guardando muchas de las memorias de los habitantes.
El plan era ir a tomar jugo de mandarina con arepa de choclo y también solíamos llevar a nuestros hijos a jugar en la pista de hockey
“Hace varios años era un sitio muy chévere para ir en familia porque era tranquilo, se respiraba aire puro. El plan era ir a tomar jugo de mandarina con arepa de choclo y también solíamos llevar a nuestros hijos a jugar en la pista de hockey”, contó Cristina, una de las personas que viven cerca de la zona.
Miguel Villamizar, gerente de instrumentos y subdirector de gestión territorial del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, le indicó a EL TIEMPO que, además de su importancia para la recreación de los bogotanos, el parque Nacional es conocido por su conexión con el entorno natural que rodea a la ciudad.
El parque Nacional en el 2005. Foto:Archivo EL TIEMPO
“Tiene un gran relacionamiento entre lo urbano y lo rural, es donde ingresan los cerros orientales a la ciudad, entonces básicamente siempre se conformó como un parque de contemplación”, afirmó el funcionario.
Fue inaugurado en 1934 por el entonces presidente Enrique Olaya Herrera y, desde ese entonces, además de ser una reserva natural, se fue adornando con importantes monumentos, como el Reloj Suizo y la Ciudad de Hierro.
Por su belleza, se convirtió en un lugar donde cientos de capitalinos se reunían a jugar con sus hijos en atracciones mecánicas. Allí se solía disfrutar los partidos de la Selección Colombia, las elecciones de los distintos presidentes, entre otros momentos importantes de la historia nacional.
“Pasamos tiempos muy agradables. Recuerdo que estábamos en el parque cuando se posesionó el presidente Pastrana Borrero, en 1970. Luego lo demolieron y quedó muy parecido a como está hoy en día”, relató Carlos, otro de los habitantes de la zona.
El parque Nacional sufrió varios cambios debido a que, entre 1965 y 1995, la construcción del tanque del acueducto, la creación de un zoológico, la ampliación de la carrera 7.ª y el trazado de la avenida Circunvalar hicieron que, según Villamizar, “perdiera su encanto”.
Con el propósito de protegerlo y recuperarlo, fue declarado monumento nacional en 1996, por lo que en los años siguientes se llevó a cabo un plan que incluía una adecuación de infraestructura deportiva y plan de manejo forestal. No obstante, esta estrategia no contempló lo que ocurriría socialmente con este espacio décadas después.
Parque Nacional. Los alcaldes de las ciudades capitales ya firmaron los convenios con los bancos para el recaudo del pago de las multas. Foto:Google street view
El parque Nacional hoy en día, además de ser un punto de movilización y protesta social para varios colectivos, se volvió el hogar de cientos de indígenas de las comunidades emberá katío y chamí, provenientes de los departamentos de Chocó y Cauca.
Los líderes de estas comunidades afirman que desde hace más de 10 años se establecieron en la capital, desplazados por la violencia que viven en sus territorios. Sin embargo, su llegada se incrementó en 2021, cuando se alojaron en este lugar.
A mediados del 2022, desalojaron un tiempo el parque, al ser trasladados a las UPI de La Rioja y La Florida. Algunos, por otro lado, decidieron retornar a sus territorios, acompañados de la Unidad para las Víctimas. Pero, en octubre del año pasado, volvieron a ocupar la zona, asegurando que no tienen las garantías ni las condiciones necesarias para su bienestar tanto en los espacios del Distrito como en sus lugares de origen.
Bogotá. 12 de enero de 2024. Esta es la situación humanitaria que viven los indígenas asentados en el Parque Nacional, donde el día ayer, llegó un grupo más de indígenas Embera Katío y Embera Chami, quienes vienen de la UPI de la Rioja y de la UPI de la Florida, lugares donde se han agravado las condiciones de vida para ellos, todo, presuntamente por la preocupación de la falta de acuerdos y garantías que han tenido con el Gobierno Distrital y Nacional Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo
“Dijeron que nos darían una vivienda digna, pero eso no ha pasado. Aquí nos toca rebuscarnos el alimento, las mujeres a veces van a Corabastos a traer la comida que está tirada. Los niños se bañan en el caño del parque, donde llegan aguas contaminadas”, comentó Elkin Vitukay, uno de los líderes de la comunidad.
La estadía de los emberá, por otro lado, ha afectado a los comerciantes del sector, quienes afirman que anteriormente recibían a muchas personas que iban a almorzar o que llegaban a comer algo después de hacer deporte.
“Ellos son muy cochinos y la verdad la gente no se arrima por el desorden, hay mucha suciedad. Antes era bonito, pero las ventas desde hace años no han sido las mismas”, contó una mujer que desde hace más de cuatro décadas tiene una caseta de comida en la zona.
Bogotá. 12 de enero de 2024. Esta es la situación humanitaria que viven los indígenas asentados en el Parque Nacional, donde el día ayer, llegó un grupo más de indígenas Embera Katío y Embera Chami, quienes vienen de la UPI de la Rioja y de la UPI de la Florida, lugares donde se han agravado las condiciones de vida para ellos, todo, presuntamente por la preocupación de la falta de acuerdos y garantías que han tenido con el Gobierno Distrital y Nacional Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo
Otros habitantes denuncian que la comunidad también está afectando el entorno natural del parque. “Hay un río donde ellos realizan sus necesidades, lavan la ropa y se bañan. Además, arriba en el cerro han dañado los árboles”, aseguró una mujer que vive cerca del parque y quien prefirió no revelar su identidad.
Según la Personería de Bogotá, con corte al 31 de diciembre de 2023, se registran 1.875 indígenas emberá en la ciudad. Al ser interrogado sobre esta situación, Gustavo Quintero, secretario de Gobierno, indicó en entrevista con EL TIEMPO hace unas semanas que en el Distrito están trabajando para “construir un nuevo modelo de relacionamiento con la comunidad” que permita tener soluciones definitivas.
Elkin, líder emberá, añadió que las autoridades tanto distritales como nacionales están analizando distintos predios en Bogotá y sus alrededores para reubicarlos, considerando las condiciones en las que se encuentran y teniendo en cuenta que los que están en las UPI de La Rioja y La Florida permanecen en un grave hacinamiento.
El plan de recuperación
Villamizar dijo que desde el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural están trabajando en un proyecto para garantizar la protección, conservación, recuperación y sostenibilidad del parque Nacional en los próximos 20 años.
“Buscamos fortalecer ese relacionamiento que tiene la ciudadanía con el parque, que en otros momentos fue un símbolo muy importante de la sociedad colombiana. Queremos resaltar el tema del encuentro entre lo rural y lo urbano”, dijo.
El funcionario indicó que buscan generar un plan de regulación de los usos del parque para proteger su patrimonio. “Por ejemplo, en el caso de las protestas que se hacen en el parque, hay que generar alternativas para que, una vez se retiren las personas, se inicien procesos de revegetalización”, explicó Villamizar.