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Experiencia local
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‘Perdimos todo y llevamos dos noches en la calle’: víctimas de incendio en noche de Velitas
Las víctimas durmieron en andenes del barrio Bosa San Bernardino. Creen que lo provocó un volador.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto: Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Mientras los habitantes del barrio La Esperanza II, en la localidad de Bosa, celebraban la noche de Velitas, un ligero olor a humo amargó la noche. Uno de los primeros en percatarse fue Alejandro Páez, quien justo cuando llegaba a su casa para unirse a la festividad, vio cómo poco a poco se extendía una nube de humo que salía de una bodega de madera, plásticos, icopor y barriles de metal.
“Iba llegando de mi trabajo y me percaté que estaba saliendo humo del lote que queda detrás de las casas. No alcancé ni siquiera a entrar a mi pieza, lo único que pude hacer fue golpear las otras habitaciones y sacar a las personas que no se habían dado cuenta que había un incendio”, le contó Páez a EL TIEMPO.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
La mayoría tardó en darse cuenta, pues al comienzo los vecinos de este barrio del sur de Bogotá se encontraban en los andenes, como la mayoría de los colombianos, a la espera de prender las velitas como símbolo de celebración.
Algunos regresaban de sus trabajos y otros pasaron toda la tarde preparando la comida y organizando la cuadra para poder recibir la temporada navideña. A tan solo un par de metros de la música, la comida y la alegría que se vivía en las calles, una pequeña llama de fuego se encendió sobre la base de una gran bodega de materiales.
Eran las 8:00 de la noche cuando, por razones todavía desconocidas, una diminuta flama salió de lo más profundo de las montañas de plásticos, bloques de icopor, tablas de madera y barriles de aceite. Todos estos materiales inflamables propagaron una gran llamarada que alcanzó los 50 metros de altura.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
La mayoría se dio cuenta hasta las 8:10 p.m., cuando el olor se extendió y una espesa capa de humo viajó por los aires de Bosa San Bernardino. La llama comenzó en el límite occidental del lote de 1.600 metros cuadrados. En cuestión de minutos, el panorama en el barrio pasó de la alegría a un intenso miedo y afán por salvar a las personas que se encontraban en las cerca de 20 casas que rodean el inmenso predio.
La música se apagó y lo único que se escuchaban eran gritos y sonidos de auxilio para poder evacuar al barrio. Cerca de las 8:20 p.m. la llama ya superaba la altura de las casas de hasta cuatro pisos y a esa hora se hizo el primer o con los bomberos a través de la línea de emergencias 123.
“Estaba recostada en mi cama, no me había dado cuenta de qué pasaba. Solo fue hasta que el vecino (Páez) entró gritando y golpeando duro la puerta para sacarme de la pieza”, contó Jenny Aranjuez, a quien lo único que la separaba del incendio era la pared de su habitación en un primer piso.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Primero sacaron niños, bebés y adultos mayores, que ya se empezaban a ver afectados por el calor y la nube de humo que generó el gran incendio. A la vez que sacaban a las personas, el incendio se iba expandiendo hacia arriba y hacia los lados consumiendo más materiales de la bodega a cielo abierto.
Entre tanto, las casas también empezaban a sufrir los estragos. Algunos vidrios se calentaron tanto que se estallaron y los muros construidos a base de ladrillos y cemento se empezaron a desmoronar. Esa era la única barrera que protegía a las personas y sus pertenencias del fuego.
Esa fue la otra urgencia de quienes habitaban las viviendas de este barrio. El objetivo, luego de evacuar a quienes se encontraban adentro, era recuperar los muebles y electrodomésticos que con tanto esfuerzo habían conseguido. Con pañoletas, camisetas y otras piezas de algodón amarradas en la cara cubriendo nariz y boca, unos pocos alcanzaron a sacar sus neveras, lavadoras y computadores.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Hubo un momento en que las llamas eran tan intensas que ya habían ingresado a las casas y era imposible sacar los enseres. Ese fue el momento en que vecinos, como Omar Serna, derramaron lágrimas itiendo que debían rendirse y salvar sus vidas antes que los bienes materiales.
“Intenté sacar todo lo que podía, porque a pesar de que son cosas materiales uno las valora, ha trabajado duro para conseguirlas y da tristeza que se pierdan entre el fuego. Ya hubo un punto en que las planchas que sostienen la casa se empezaron a desbaratar y me tocó salir por última vez”, dijo Serna, cuya casa quedó con un gran hueco en el respaldo producto del incendio.
Cientos de personas escaparon de las estrechas cuadras que componen este sector y salieron hacia las vías principales donde se respiraba un aire ligeramente mejor que el de las casas afectadas. Entre tanto, el fuego crecía fácilmente quemando el plástico y la madera, llevándose a su paso tejas, vidrios y paredes.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Cerca de las 9:10 p.m., es decir, más de una hora después, llegó el primer equipo del Cuerpo de Bomberos de Bogotá con de las estaciones de Bosa, Kennedy y Restrepo para controlar el incendio estructural que ya se mostraba de gran magnitud. Las sirenas sonaban a más de un kilómetro de distancia, pero, seguramente, los camiones tardaron en llegar por la estrechez de las calles, los mal parqueados sobre las vías y el fuerte tráfico del sector.
De acuerdo con la entidad de emergencia, “se iniciaron labores de control con herramienta manual y ataque directo con agua”. Casi a las 11:00 p.m., con todo el barrio despierto y aglomerado en las cuadras cercanas al incendio, se activó el plan de emergencia del Idiger y se logró contener el incendio en un 50 por ciento, sin reportar heridos.
Hacia las 11:10 p.m., el personal de emergencia logró apagar las llamas en su totalidad, con un balance que no dejó víctimas mortales ni lesionados.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
“Fue necesario activar siete estaciones de Bomberos con 15 vehículos y 48 uniformados. Se realizó ataque directo desde diferentes puntos, de tal forma que se pudiera detener el avance del fuego”, explicó Paula Ximena Henao, directora del Cuerpo de Bomberos de Bogotá.
Según el reporte de las autoridades, 20 familias resultaron afectadas. En total fueron 81 personas (60 adultos y 21 niños) las que sufrieron consecuencias en sus hogares.
Era la media noche y, aunque el ambiente mostraba que la emergencia ya había terminado, para muchos lo peor hasta ahora comenzaba. El retorno a sus casas se dio en medio de la oscuridad, pues los postes de electricidad se dañaron y dejaron a los vecinos sin este servicio.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
El momento en que llegaron a sus viviendas fue probablemente uno de los peores que han vivido. Por fuera, la fachada de las casas parecía normal, pero adentro el panorama era desolador. Con la linterna de su celular, John Amaya, uno de los habitantes que más afectado resultó, cuenta que ingresó y vio como toda la casa sufrió daños irreparables.
“Hacía mucho calor adentro y lo primero que vi es que el techo y las paredes estaban quemadas completamente, quedaron negras. Entramos a las piezas y toda la ropa, las camas y cosas como el televisor estaban calcinados”, le dijo Amaya a este diario.
Los pocos electrodomésticos que alcanzaron a salvar fueron dejados en los andenes. Vecinos cuentan que en medio de la emergencia, y sin sentido de solidaridad alguno, unos cuantos inescrupulosos aprovecharon y se robaron las pertenencias de los damnificados, por lo que tuvieron que hacer rondas de vigilancia entre varios para asegurar lo poco que salvaron del incendio.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
“Llevamos dos noches durmiendo en la calle. Perdimos casi todo y lo que salvamos nos lo quieren robar. Eso es inhumano”, dijo Páez.
La noche del 7 de diciembre y la madrugada del domingo 8, varios vecinos sacaron sofás y sillas de comedor para pasar la noche, pues, además de hacer vigilancia, no tenían en donde dormir. Sus camas quedaron incineradas y en los cuartos se respiraba un penetrante olor a caucho quemado.
Las horas de sueño fueron pocas en medio de la incomodidad, el estado de shock y el frío que pasaron en la madrugada. Algunos adultos mayores y sobre todo niños pudieron dormir en colchonetas que vecinos les prestaron. Mientras tanto, el resto apenas pudo hacerlo en los andenes.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
A la mañana del domingo, la luz del día permitió ver la gravedad de lo ocurrido. Las estructuras de las casas se vieron profundamente afectadas, las pérdidas materiales ascienden a millones en cada hogar y hasta temen por consecuencias en sus trabajos.
“En mi cuarto tenía cámaras de seguridad, cables y monitores de mi empresa. Cuando al otro día pude entrar, todo estaba quemado. Yo creo que perdí diez millones de pesos en equipos de la compañía, y ¿quién responderá por eso?”, dijo Alejandro Páez, quien trabaja en una empresa de seguridad como ingeniero de sistemas.
Inmediatamente los vecinos buscaron culpables. Las principales quejas apuntaban a los dueños y es de la bodega. Según explicó uno de los habitantes, ese negocio apareció en el año 2014 y desde ese momento, hasta el sábado, no dejaron de llegar camiones todos los días descargando materiales.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Las montañas de elementos eran tan grandes que en muchos casos superaban los diez metros. Cuentan que incluso interpusieron derechos de petición a la Alcaldía Local de Bosa para que el dueño construyera un muro de contención que separara los materiales de las paredes de las casas, pues el peso de estos ya estaba debilitando incluso la estructura.
Aunque lo solicitaron, e incluso, dicen, interpusieron demandas, nunca se realizó ese trabajo u otras medidas de mitigación frente a una emergencia. Aunque todavía los bomberos se encuentran investigando las causas del incendio, se habla de un volador que pudo caer dentro del predio y encender los materiales.
Hoy, producto de esa emergencia, el respaldo de más de 16 casas quedó destruido. El ladrillo, que era de color naranja y ocre, quedó de color negro. Varias viviendas quedaron con un hueco en la mitad de las paredes y al interior hay zapatos tirados, muebles destruidos, basecamas quemados y esquirlas de vidrios rodeados de paredes negras.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
Dos días después los propietarios e inquilinos de estas casas caminan entre los escombros y miran al inmenso lote entre los agujeros de más de 3 metros que perforaron sus viviendas. Todavía persiste en el barrio un olor a quemado que sale del predio donde quedaba la bodega.
Allí, el suelo es negro, hay materiales quemados y se ven retroexcavadoras que retiran los escombros y los pocos materiales que se salvaron. William Guevara, uno de los propietarios del material que se incineró, estima que sus pérdidas ascienden a los 550 millones de pesos.
Muchos vecinos completan más de 48 horas sin dormir y la incertidumbre por su futuro se refleja en sus ojos ojerosos, rojos y cansados. Algunos tienen esperanza de poder levantarse de esta situación, mientras que otros lloran al ver el trabajo de varias generaciones perdido entre los restos.
El incendio afectó a 81 personas, entre ellas 20 menores de edad Foto:Nicolás Díaz / EL TIEMPO
“El esfuerzo que nos dejaron nuestros padres hace más de 30 años, quedó en las cenizas. Llevamos viviendo aquí 37 años y ahora no sabemos a dónde ir. Es lo único que tenemos”, comentó Amaya.
Al momento, instituciones como Integración Social ya ofrecieron a los habitantes ayudas como colchones y alimentación para atender las necesidades inmediatas de los afectados.
Aunque algunos pudieron trastearse y salir de donde vivían, la mayoría continuarán en este lugar por los próximos días. Probablemente, tengan que pasar nuevamente la noche en los andenes en sillas o, en el mejor de los casos, en algún albergue improvisado.