El pasado jueves, Daniel Franco y su esposa almorzaban en el restaurante Mesa Salvaje, ubicado en la esquina de la carrera 4.ª con diagonal 55, en Chapinero Alto. Antes de que el reloj marcara las 12:50 p. m., dos sujetos ingresaron al establecimiento comercial, desenfundaron sus armas e intimidaron a las cerca de 30 personas que allí departían.
“Primero nos encañonaron, luego nos sometieron e intentaron llevar a la parte trasera del local. Finalmente, se llevaron las pertenencias de todos los comensales, entre los que había locales y extranjeros”, contó Franco.
La percepción es muy negativa, lo que afecta la confianza del consumidor y los aleja de los establecimientos gastronómicos, generando un impacto económico muy fuerte.
Siete minutos después, los asaltantes salieron del restaurante con el botín. Sobre la calle los esperaba un sujeto en una motocicleta color negro, vehículo al que los dos delincuentes se subieron para posteriormente huir por la diagonal 55 con destino a la carrera 7.ª.
“Con armas cortas, aparentemente traumáticas, de fogueo o de fuego, aún estamos investigando eso, tres personas cometieron un hurto. Trabajamos con la Policía y con los frentes de seguridad para reunir información y elementos probatorios que permitan capturar a estos sujetos”, señaló Aníbal Fernández de Soto, secretario de Seguridad de Bogotá.
Este caso se suma a una serie de hechos delictivos cometidos en restaurantes y establecimientos comerciales de toda la capital, y que según Acodres –Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica– afectan principalmente a este sector de la capital.
“Estamos viviendo un problema serio de seguridad. La percepción es muy negativa, lo que afecta la confianza del consumidor y los aleja de los establecimientos gastronómicos, generando un impacto económico muy fuerte. (...) En Chapinero se concentra una oferta muy amplia gracias a decenas de restaurantes de todo tipo. La gente no se alcanza a imaginar el peso que tiene este sector en la industria bogotana, desafortunadamente las dificultades en el manejo de seguridad por parte de la alcaldía nos afecta”, señaló Guillermo Gómez, presidente ejecutivo de Acodres.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad, el robo en establecimientos comerciales cerró a la baja en 2021, si se compara con cifras de años anteriores. Desde enero hasta diciembre del año pasado hubo 9.650 hechos delictivos de este tipo, 2.188 menos que en el mismo periodo de 2020 y 9.037 menos que en 2019.
Con relación a las localidades de la ciudad donde ocurrieron los casos, la mayor proporción se concentran en Suba, con 1.012 denuncias, y Kennedy, con 937; seguidas de Engativá y Usaquén, con 845 y 778, respectivamente. En Chapinero hubo 739 en 2021 –la mayoría en la UPZ Chicó Lago–, 246 menos que en 2020.
En la UPZ Pardo Rubio, en donde se encuentra emplazado el restaurante Mesa Salvaje, registró 43 hurtos a establecimientos en 2021 y 69 en 2020, lo que equivale a una reducción del 37 por ciento.
De los 9.650 casos registrados en la base de datos de la entidad, en 992 los delincuentes utilizaron armas de fuego. Por último, los datos arrojan que hay una tendencia en relación con el día y la hora en que se cometen los atracos. Los picos se registran los días miércoles (504), jueves (512) y viernes (470) en horas de la tarde.
Sin embargo, pese a que las cifras evidencian una reducción en el delito en la zona y en la ciudad, algunos ciudadanos y dueños de restaurantes argumentan que el problema radica en la poca presencia policial.
Meses atrás, en esta misma localidad, un exclusivo negocio de comida mexicana ubicado en inmediaciones del parque de la 93, fue asaltado por delincuentes en moto. De acuerdo con el relato de los testigos, tres delincuentes llegaron al lugar, que estaba cerca de un dispositivo de seguridad instalado por la Policía, justamente para garantizar la reactivación económica, y robaron a siete personas en pocos segundos.
“Eran tres personas en dos motos, uno con una mochila de Rappi y otro con un bolso. Estábamos en la mesa, en la entrada, y llegaron y nos encañonaron con pistolas, nos robaron los celulares y arrancaron”, narró una de las víctimas de ese robo.
El común denominador de estos asaltos es que se trata de hurtos masivos, generalmente más de seis víctimas, y no hacen diferencia entre clientes y trabajadores, a todos los roban. Van por cualquier objeto que pueda estar a la vista: celulares, bolsos, relojes y ejecutan su fechoría en cuestión de minutos.
Mariana Cruz vive en este sector desde hace cuatro meses y dice que no es la primera vez que evidencia una situación similar. “En dos ocasiones, mientras sacaba a mi perro a pasear, he visto a personas que estaban en cafeterías del sector llorando de desesperación porque los acababan de atracar. Lo que me parece increíble es que estamos a solo cinco cuadras de la Estación de Policía de Chapinero”, dijo Cruz.
En este restaurante no había botón de pánico y las cámaras de seguridad del local estaban vinculadas a uno de los celulares que los ladrones se llevaron.
Según el coronel Herbert Benavides, subcomandante de la Policía Metropolitana, las denuncias en este tipo de casos son fundamentales para dar con los responsables de los crímenes. “Hemos estado trabajando con la comunidad y con los es y dueños de los establecimientos comerciales para establecer redes de participación y frentes de seguridad. También hemos realizado pedagogía para que las personas tomen conciencia con respecto a la importancia de las denuncias”, añadió Benavides.
No obstante, para la víctima del robo del jueves esto no es suficiente. “Si las autoridades ya tienen identificada la forma en que operan estas bandas, por qué no hay una presencia permanente de las autoridades en la zona si la estación de policía está a tres minutos. (...) En este restaurante no había botón de pánico y las cámaras de seguridad del local estaban vinculadas a uno de los celulares que los ladrones se llevaron. Entonces, son varias fallas las que dejan vulnerable al sector, y ahí es cuando uno piensa que estos lugares deberían estar vinculados de alguna forma para poder activar alarmas que alerten a las autoridades”, denunció Daniel Franco.
“Hemos estado en mesas de trabajo con la Policía en Usaquén, que es uno de los sitios más críticos para la industria, buscando articulación. Hubo algunas promesas del Distrito con respecto a apoyar este tipo de organizaciones; sin embargo, nuestro trabajo resulta insuficiente cuando la alcaldía no cumple con su parte. Ese es nuestro llamada”, concluyó el presidente ejecutivo de Acodres.
Más noticias de Bogotá
REDACCIÓN BOGOTÁ