Difícil de creer, pero es cierto: nuevamente, la actualización del POT se está complicando en su trámite. De los 90 días que tiene el Concejo para su discusión y aprobación, hoy solo cuenta con menos de 12 días para definir su futuro. Si bien se ha avanzado en la elaboración de ponencias, la realización de cabildos abiertos y foros con expertos, no se ha logrado debatir en la comisión ni siquiera una coma del texto del documento, porque el tiempo se ha ido resolviendo recusaciones, tutelas y todo tipo de estrategias para disuadir su debate. Ante ese panorama, será difícil que pase a plenaria, donde es muy posible que se dilate la discusión por procedimientos normativos y istrativos que, seguramente, se van a presentar.
La Comisión de Plan tiene el reto de votar una versión de POT con las modificaciones que sean incluidas, después del debate de las 3 ponencias que, aunque tienen un concepto favorable, está pendiente conocer si logran llegar a un solo texto conciliado entre los ponentes, para luego definir si la votación de los 608 artículos será uno a uno, por capítulos del documento o por bloques temáticos. Se trata de un proceso que toma tiempo, sin contar el debate de las proposiciones.
Asumiendo que, a pesar de todo, se logra avanzar en la discusión, aún falta la votación en la respectiva Comisión por parte de los concejales que la integran. Algunos ya han manifestado que lo mejor sería votar negativamente como una estrategia para forzar a la istración a presentar nuevamente el proyecto el próximo año y tener más tiempo de discusión en espacios políticos y ciudadanos. Ahora, también existe la posibilidad que la istración retire el proyecto de manera voluntaria para evitar el desgaste y lo presente más adelante.
Sin embargo, si el Concejo no llega a pronunciarse a favor o en contra, la ley le permitiría a la Alcaldesa aprobarlo por decreto. Cabe recordar que el POT vigente fue aprobado por esta vía; una carta que, posiblemente, va a jugar la istración, a pesar de que no es muy democrática y que traerá más tensiones con otros actores (gremios, constructores, comunidades locales, academia…) que tenían varias observaciones al documento original. En este sentido, sacar el POT por decreto sería una victoria pírrica ante la imposibilidad de llegar a acuerdos en el Concejo.
Sacar el POT por decreto sería una victoria pírrica ante la imposibilidad de llegar a acuerdos en el Concejo.
El escenario de aplazar su discusión y presentarlo, de nuevo, el próximo año, tampoco es tan sencillo. Primero, porque es un año electoral donde las emociones políticas estarán a flor de piel. Segundo, porque no tendría a favor la presidencia de la corporación, hoy en cabeza del partido verde y de una concejal cercana a Claudia López. En la Comisión de Plan pasaría lo mismo, pues le tocaría el turno a la Colombia Humana, un partido en oposición a la istración. Tercero, porque es un desgaste adicional con un Secretario de Gobierno cuestionado y con poco margen de maniobra. Además, nada garantiza que en su tercer año de gobierno, el POT le sea aprobado.
Lo cierto es que la discusión del Plan de Ordenamiento Territorial evidencia la imposibilidad que tienen los actores políticos de la ciudad para llegar a acuerdos. Y esta historia se repite istración tras istración, con un ingrediente adicional: el exceso de recusaciones y tutelas para dilatar su trámite, un hecho que sienta un precedente y que puede agravar cualquier discusión a futuro en la corporación.
No actualizar el marco normativo para el desarrollo urbano de Bogotá y seguir con el aprobado hace 17 años no trae nada bueno, pues la ciudad ha cambiado demasiado en estas dos décadas y va a cambiar aún más en los próximos 12 años. Seguir dilatando y priorizando los egos políticos no hace bien y termina perjudicando a la ciudad y, por ende, a los bogotanos.
Hoy, más que nunca, necesitamos discutir el ordenamiento territorial de cara a la sociedad de la pospandemia y la necesidad de tener una ciudad ambientalmente sostenible en armonía con la región y los requerimientos de bienestar de sus habitantes.
ÓMAR ORÓSTEGUI
DIRECTOR DE FUTUROS URBANOS