Unos 441.000 millones de pesos de recursos para importantes obras en el departamento de Cundinamarca estaban en riesgo de perderse por irregularidades en contrataciones, falta de planeación y corrupción, entre otras anomalías que se reunían en cerca de 221 proyectos.
El registro lo hizo desde el 2016 la Contraloría de Cundinamarca, que, en cabeza de Ricardo López, comenzó a pedirles a las 116 alcaldías municipales informes sobre las obras que recibieron en ese entonces y su estado de ejecución.
Para aquel año, solo 79 istraciones le respondieron, y las cifras hablaban de 182 obras que se habían convertido en elefantes blancos, por un monto de 241.000 millones de pesos.
Pero con el tiempo fueron apareciendo más contratos sin terminar, y la cifra es hoy de 221 obras que estuvieron emproblemadas, de las cuales 96 lograron destrabarse, y esto le significó al departamento recuperar 274.600 millones de pesos.
En el municipio de Sasaima, por ejemplo, en diciembre del 2018 se realizó la primera graduación del colegio municipal en el teatro que estrenaron. La obra había sido abandonada, y en el 2017 tuvo que volver a ser contratada por un monto de 821 millones de pesos. Ya se concluyó.
Ricardo López, contralor de Cundinamarca, explicó que las fuentes de financiación de las obras no solo eran de los recursos propios de los municipios (que son 31 por ciento de las inconclusas), sino que el 33 por ciento correspondían a dinero entregado por el departamento y el 36 por ciento restante, de la Nación.
Lo proyectos
De las obras con problemas en el departamento, 51 eran edificios varios, como teatros, coliseos o centros comunitarios, y estos son los que más se han destrabado, pues ya se reportan 23 contratos en ejecución o finalizados. Uno de ellos es el coliseo de Sibaté, contratado en 2015 por 3.186 millones de pesos, y para finalizarlo se tuvieron que adicionar en 2017 unos 2.110 millones.
Otros 45 tenían que ver con proyectos estratégicos de agua y servicios, como el recordado acueducto La Mesa-Anapoima o el embalse de Pulí, que se arrancó a construir en el cerro El Tabor en 2007, cuando se contrató la obra por 2.800 millones de pesos. En el reporte de 2017 se evidenció que quedó en el 30 por ciento. De estas obras, 17 se continuaron.
Los proyectos de vías y urbanismo (33 obras) y educación (30) siguen en el listado de las obras que se estaban convirtiendo en elefantes blancos, así como los proyectos de vivienda, que eran 26, y solo pudieron continuarse nueve.
El sector de la salud es uno de los que más impacto tienen en el municipio, porque incluía 12 obras estratégicas, como centro de salud. De estos, 7 lograron finiquitarse, como el de La Vega (por 12.986 millones de pesos) o el de Villeta (3.107 millones).
Para que estas obras se destrabaran, explicó el contralor López, fue necesario realizar visitas frecuentes a cada una de las obras, realizar mesas de trabajo con las entidades departamentales, municipales y con los contratistas, y establecer convenios y compromisos de las partes para que se pudieran destrabar los proyectos y evitar que cayeran en detrimento patrimonial, como ya ocurrió con algunos de ellos (ver recuadro).
Aún quedan 121 obras cuyos recursos están en riesgo
Los casos críticos
Cuando han transcurrido cinco años y aún no se inicia un proceso fiscal para recuperar los recursos públicos, estos pueden perderse, señaló el contralor de Cundinamarca. Hoy hay 135 obras, que representan unos 166.300 millones de pesos, que no han podido ser desenredadas y están en riesgo.
Casos como estos son los que sucedieron en Granada, Cundinamarca, donde se estaban construyendo 76 viviendas de interés social para personas de escasos recursos, en un proceso del 2012 por 1.900 millones de pesos. A 2018, las viviendas no se terminaron, aunque las personas ya habían invertido sus recursos en el proyecto.
En Cáqueza, el grupo Nule había empezado a construir unos tanques de almacenamiento de agua para un acueducto en el páramo Fruticas, pero no los terminaron. La obra quedó abandonada.
En Madrid se comenzó a construir en 2007 un colegio tecnológico municipal y se hicieron dos aulas, que quedaron a medias. La siguiente istración edificó otra aula diferente, también quedó inconclusa. Y ahora, la actual alcaldía adelanta otra obra en el predio para poder sacar adelante el colegio.
En Guatavita, la istración actual recibió en el 2016 un polideportivo al que solo le habían puesto una placa, y estaba abandonado. Este proyecto seguía enredado, según la Contraloría.
MICHAEL CRUZ ROA
BOGOTÁ