‘En ambiente, el orden de los factores sí altera el producto’

Construir sobre lo construido, pero modificando aquello que sea inconveniente para la ciudad y el ambiente: esta es, quizá, la directriz principal de Carolina Urrutia como secretaria de Ambiente de una istración distrital que tiene a la sostenibilidad como uno de sus ejes principales.

Así se lo hizo saber Urrutia a EL TIEMPO en una entrevista. Vale destacar que la secretaria tiene una amplia trayectoria en el tema y en cargos similares. Ha trabajado en la Secretaría de Medio Ambiente en México y ha sido subdirectora de Desarrollo Ambiental Sostenible en el Departamento de Planeación y directora de Parques Cómo Vamos.

La incorporación de la participación ciudadana y el a la información. Nosotros somos la autoridad, pero tenemos que incorporar de manera activa a una ciudadanía que se preocupa por el ambiente.

La segunda es voltear la ecuación de la anterior istración, que partía de la visión urbanística para luego ver lo ambiental. Nosotros vamos a comenzar por el ambiente, para definir la ciudad. En medioambiente, el orden de los factores sí altera el producto.

La calidad del aire es mi prioridad. Una de mis primeras tareas es sacar un nuevo plan decenal de calidad del aire. Otro punto clave es tener protocolos de atención a las crisis, saber qué debemos hacer de acuerdo a la calidad del aire. Con la nueva app (Aire Bogotá) que sacó la secretaría se tiene una base pedagógica fuerte que permitirá que la gente entienda qué hay de fondo.

Por otra parte, está lo sancionatorio. Y en eso se avanzó: el número de multas y cierres es significativo. Pero yo quisiera acompañar ese ‘garrote’ con una ‘zanahoria’: trabajar con la banca privada para ofrecer créditos de fácil para que las empresas puedan emprender en su proceso de transformación tecnológica.

Lo primero es devolverle la jerarquía. Y lo haremos desde el POT. El anterior proyecto ponía al mismo nivel la función ecológica y la recreativa. Nosotros le daremos prioridad a la primera. Además, lo que muestra el mapa es que hay reservas ecológicas en todos los extremos de la ciudad.

Aunque se ha prestado mucha atención a la reserva Thomas van der Hammen, también hay una reserva importante en el sur, conformada por el parque Entre Nubes, la Cuchilla del Gavilán y la zona rural de Usme y Ciudad Bolívar. Hay que verlo desde la restauración y la reforestación. En últimas, es la zona menos arborizada, más contaminada y con déficit de espacio público.

Nuestro compromiso es potenciar la reserva. Las sustracciones tienen que respetar la noción jerárquica de la estructura ecológica principal, que por algo es principal. Tenemos la obligación de asegurar la función ecológica y la conectividad; cualquier alternativa que se determine como necesaria para desembotellar el tráfico de la ciudad tiene que hacerse sobre la base de las proyecciones poblacionales que tenemos, no las que imaginamos.

En el mundo hay fórmulas de solución basadas en la naturaleza con ese fin. Por eso tenemos que entablar un diálogo con los propietarios y la comunidad con un objetivo común: la conservación de servicios ecosistémicos y la integralidad de la reserva.

Sí al cumplimiento del fallo de los Cerros Orientales, que son una reserva forestal de orden nacional. Entendemos que los bogotanos quieren aprovecharlos y que se necesita un plan para aumentar los senderos de forma responsable.

El Sendero de las Mariposas tiene algunos componentes que deben considerarse, pero vemos que el sendero tiene problemas graves en el cumplimiento del fallo.

En campaña tuvimos un acuerdo con las organizaciones que protegen los humedales. Aunque en el empalme la Alcaldía nos aseguró que las obras sobre humedales garantizan el funcionamiento hidrológico, entraremos a revisar. Además, potenciando aquí el papel de la sociedad civil, que ha sido sumamente activa y merece ser escuchada.

Hay una lección que parte de un continuo con dos extremos. Por un lado, está el Distrito, que tiene la responsabilidad de manejar el riesgo de los árboles en malas condiciones y las necesidades de una ciudad cambiante.

Por otro lado, están los beneficios que nos presenta tener una ciudad verde. Esa tensión en esos dos extremos se debe gestionar. Vamos a usar el conocimiento (para eso está el Jardín Botánico), y tendremos pedagogía con las comunidades, que tiene un enorme cariño por sus árboles. Con ellas se gestionarán las decisiones que se tomen por el arbolado.

La istración saliente taló más de 40.000 árboles, es difícil gestionar el arbolado urbano sin estar haciendo tala, pero tiene que ser la última opción, y tenemos que involucrar a todos los actores relevantes para que haya una mejor comprensión y responsabilidad.

ANA PUENTES

Redacción Bogotá