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Entrevista

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Testimonio: ‘Tuve una hija con un hombre y él me desalojó de donde vivíamos argumentando que no le pagaba arriendo’

Silvia Osorio, una mujer Guajira de 35 años, dice que después de haber vivido presunto maltrato físico y psicológico y trabajado por un negocio conjunto, ahora fue dejada sin medios para mantener a su familia.

Silvia Osorio hablando con los policías sobre su desalojo.

Silvia Osorio hablando con los policías sobre su desalojo. Foto: Sergio Acero Yate / El Tiempo.

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Cuando llegamos al lavadero de carros, ubicado en el barrio Juan XXIII, donde Silvia Osorio, originaria de La Guajira, vivía con sus dos hijas, ella terminaba de sacar poco a poco sus pertenecías antes de que se iniciara la diligencia de restitución, mientras que su pequeña de seis años miraba desconcertada todo lo que estaba ocurriendo. “Mi papá nos sacó, mire los avisos de la puerta", dijo al aire sin que nadie le preguntará nada.
Esta mujer no podía creer que tantos años de trabajo en la capital fueran a terminar en nada. Dice que llegó a Bogotá hace más de una década a laborar con una prima en San Andresito de San José, como a de tiendas, y que fue ahí cuando conoció al hombre que hoy es el padre de su hija menor. “A él lo conocí en el año 2015, pero en ese momento me alejé porque se estaba separando. Fue hasta el 2016 que entablamos una relación, pues hubo química, yo era muy joven. Es un empresario que trabaja en el área textil con preventa de ropa”.
Mi papá nos sacó, mire los avisos de la puerta
En ese momento, Silvia se enamoró de este hombre, salieron varias veces y entablaron, según dice, una relación de noviazgo. “Con el tiempo nos fuimos a vivir juntos en la Autopista Norte con calle 82 y de esa relación nació mi hija menor, en el año 2018. Hasta ese momento todo fluía muy bien”.
Silvia dice que se quedó sin trabajo para mantener a sus hijas.

Silvia dice que se quedó sin trabajo para mantener a sus hijas. Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo.

Pero, tras el nacimiento, Silvia dice que comenzó a sentir presiones por parte de la familia anterior del padre de su hija y que, además, se enteró de otra relación que sostenía con otra mujer. “Yo me imagino que él, presionado por tantas relaciones clandestinas, lo que hizo fue desquitarse conmigo. Se comportaba como un títere de sus otras relaciones y los malos tratos comenzaron a ser frecuentes”.
Yo me imagino que él, presionado por tantas relaciones clandestinas, lo que hizo fue desquitarse conmigo. Se comportaba como un títere de sus otras relaciones y los malos tratos comenzaron a ser frecuentes
Pese a todo lo ocurrido, esta mujer dice que comenzó a trabajar en un proyecto conjunto con su pareja: un lavadero de carros que funcionaría en un predio de propiedad de su pareja. “A él no le gustaba mucho, pero yo le insistí y trabajé para arreglar el negocio, pintarlo, construí nuevos espacios y hasta le entregaba mensualmente rentabilidad del mismo, hasta 6 millones de pesos”. Esta situación, dice ella, solo cambió en pandemia por obvias razones.
Silvia no entendía  por qué la iban a dejar en la calle.

Silvia no entendía por qué la iban a dejar en la calle. Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo.

Silvia aseguró que gracias al fruto de su trabajo el negocio fue próspero durante mucho tiempo y que de las ganancias era que se sacaba el dinero para subsanar los gastos de su hija.
Fue por todo eso que, aunque la relación había tenido quiebres por presunta violencia intrafamiliar, ella volvía cuando el padre de su hija la buscaba, además era muy insistente en que continuaran la relación. “Recuerdo incluso que al comienzo de la relación él ni había querido registrar a la niña, entonces yo tenía pensado irme para Mónaco, pero, cuando se enteró, me pidió perdón y otra oportunidad. Yo accedí, muchas veces accedí”.
Silvia fue demandada para salir de donde vivía.

Abogado de Silvia, Jairo Aldana, especialista en derecho civil y penal. Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo.

Pero Silvia dice que las presiones continuaron y que el padre de su hija menor fue aconsejado para que se realizara una prueba de ADN que comprobara si la hija que esperaba, era de él. “Lo permití, pero esa fue una humillación muy grande y por primera vez quise ponerle un alto a la relación, además tenía otra mujer y eso fue triste para mí”.
Y como los problemas nunca llegan solos, tiempo después ella y sus hijas tuvieron que irse del apartamento que habían habitado durante varios meses. “Este lugar hacía parte de una casa grande y allí vivía su dueño, un señor muy amable con quien hablé muchas veces, pero, un día, llegó la policía y lo sacó, Decían  que tenía antecedentes judiciales, que lo venían buscando de años atrás y que hasta tenía un alias. Quedamos muy sorprendidos, nunca lo hubiéramos imaginado”.
El padre de mi hija comenzó un proceso de restitución del inmueble, es decir, del lavadero en donde yo vivía con mis hijas, argumentando que habíamos hecho un contrato verbal de arrendamiento en donde yo aceptaba que estaba ahí solo bajo esa figura. Para eso se consiguió testigos que para mí son falsos
Silvia dice que días después de que el dueño de casa fue enviado a la cárcel fueron sus hijos los que se hicieron cargo del inmueble y que le comenzaron a cobrar más de lo que se permite por ley. “Entonces yo, muy angustiada, dejé de pagarles a ellos y le realizaba las consignaciones al dueño de casa que, aunque estuviera judicializado, podía recibir el dinero y era con quien yo había hecho el trato. Eso causó la furia de esa familia y comenzaron a cortarme la luz y hacerme la vida imposible, hasta iniciaron un trámite legal para que me fuera del predio. Por eso me tuve que ir”.

El negocio

Tras el intempestivo problema, la pareja de Silvia permitió que ella  y sus niñas vivieran en el lavadero y fue una oportunidad más para volver a confiar en la relación y sacar adelante el negocio que tanto la ilusionaba, pero lo cierto es que ella dice que fue víctima de maltrato físico y psicológico.
Cuenta que muchas veces la trató con palabras que la denigraban como mujer y que pese a eso ella, manipulada, seguía confiando. “Él me celaba mucho porque yo trabajaba con hombres y aunque quise terminar la relación en 2022, debo aceptar que él me seguía buscando, tanto, que este año 2024, para el Día de la Madre, me dio un anillo de compromiso, me dijo que iba a cambiar y que nos íbamos a ir a vivir juntos para estar en familia. Él sabía cómo convencerme”.
Silvia cuenta que, incluso, estuvieron en trámites para comprar un apartamento y que él le había prometido que este iba a quedar a nombre de los tres. “Lo triste es que me enteré por quien me iba a vender el inmueble, que él hablaba cosas horribles de mí y que todas sus promesas eran falsas”.
Silvia sacando sus cosas del predio.

Silvia sacando sus cosas del predio. Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo.

Luego, dice Silvia, vino la estocada final. “El padre de mi hija comenzó un proceso de restitución del inmueble, es decir, del lavadero en donde yo vivía con mis hijas, argumentando que habíamos hecho un contrato verbal de arrendamiento en donde yo aceptaba que estaba ahí solo bajo esa figura. Para eso se consiguió testigos que para mí son falsos”.
Con ese cierre Silvia dice que decidió dejar de hablarle y dar paso a una nueva vida. “Él, incluso, dejó de ver a su hija cuando yo nunca le prohibí hacerlo. No la llama ni la busca. Acepto que da una cuota para sus gastos, pero no es suficiente para todo lo que demanda una niña de su edad”.
No debió ser sacada del lugar donde vivía, hay niñas menores de edad. Ahora no tiene en dónde vivir ni trabajo para sostenerlas
Además, esta mujer asegura no comprender por qué el padre de su hija, con quien tenía una relación familiar y de negocios, ahora la deja totalmente desprotegida. “Yo completé un año de vivir en el lavadero, pero yo fui quien creó el negocio en la Cámara de Comercio desde 2019. Trabajé mucho por este emprendimiento y por eso creo que no debieron sacarme de esa forma”.
Silvia asegura incluso que con los frutos de su trabajo le hizo muchas mejoras al lugar y que tiene evidencias de todos esos arreglos. “Yo hice arreglos en la fachada, en los techos, bajantes de agua y lluvia, y todo con plata mía. Por eso yo sí le pido a los jueces que en estos casos tengan un enfoque de género porque hay muchas injusticias”.
El abogado de Silvia, Jairo Aldana, especialista en derecho civil y penal, dice que todo lo vivido por su clienta es producto de su decisión de terminar con una relación en donde había sido maltratada. “Veo que es un ataque directo del señor cuando ella toma la decisión de no seguir con él. Hay que decir que él tiene poder económico”.
Dice que desde el 2022 comenzó el proceso de restitución y que, a pesar de esto, él la seguía buscando. “En mayo de este año le propuso matrimonio, le dio un anillo. Luego nos damos cuenta de que lo que quería era avanzar en su desalojo con dos testigos con declaraciones juramentadas en una notaría que daban fe de que había un contrato verbal que nunca existió, pero eran personas que no podían dar fe de eso, en cambio, sí de que ellos tenían una relación”.
Silvia con su hija mayor.

Silvia con su hija mayor. Foto:Sergio Acero Yate / El Tiempo.

No obstante, dice el abogado, fue un juez municipal civil de única instancia quien tomó la decisión de restituir el inmueble supuestamente arrendado. “Por tutelas y otros procedimientos en donde se dejó claro que había menores de edad de por medio, la diligencia se suspendió varias veces, pero esta semana, finalmente ella tuvo que irse del lavadero”.
Aldana dice que en estos casos los jueces deben tomar en cuenta el enfoque de género porque Silvia es madre cabeza de familia y depende del negocio que ella forjó para sacar adelante a sus hijas. “No debió ser sacada del lugar donde vivía, hay niñas menores de edad. Ahora no tiene en dónde vivir ni trabajo para sostenerlas”.
EL TIEMPO estuvo presente en la diligencia de restitución del inmueble y le expresó al abogado de la pareja de Silvia que, al igual que la denunciante, tenía todo el derecho a dar su versión de los hechos, pero su respuesta fue que ante cualquier publicación de este caso iba a emprender acciones jurídicas contra el medio de comunicación.
Al final de la diligencia, Silvia y sus hijas partieron con la esperanza de que algún día se le dé valor a su trabajo en el lavadero, pero, sobre todo, de que en estos casos se privilegie el bienestar de su hija, quien no es responsable de la relación fallida de sus padres.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
Escríbanos a [email protected] si nos quiere constar su historia 

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