Los jóvenes que emprenden con cultura en Bogotá

En Bogotá, donde las cifras de desempleo son de 14,4 por ciento según el Dane, el emprendimiento desempeña un rol fundamental en el desarrollo económico y en la generación de oportunidades para los más jóvenes.

Aunque cada vez más jóvenes lo hacen, el 72 por ciento tiene la percepción de que crear empresa es muy difícil, según una encuesta de la Universidad del Rosario, la Fundación Recon, Cifras y Conceptos y EL TIEMPO.

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Por este motivo, las ideas de May Rojas, Paola Alejo y Apriorismo son un soplo de aire fresco por su enfoque y público objetivo. Son tres casos en los que el motor de las iniciativas es la cultura, y sus artífices, jóvenes capitalinos.

“Somos una casa cultural que busca darles espacio a esas cosas poco valoradas en la sociedad como el arte, el cuerpo, la naturaleza y la autogestión, creando economías alternativas y estrategias de promoción y gestión cultural”. Así define Paola Alejo a esta edificación de tres pisos ubicada en el barrio San Antonio, de Antonio Nariño.

Paola estudió economía y desde muy temprano supo que la idea de tener un espacio para incentivar las pasiones de las personas tenía un enorme potencial. Por este motivo, junto con su primo decidieron tomar en arriendo la vivienda de sus abuelos en 2017 y consolidar allí su proyecto. “En la primera fase nos enfocamos en fortalecer el coliving porque nos dimos cuenta de que necesitábamos una fuente de ingresos robusta para poder apalancar iniciativas culturales”, cuenta.

Con el dinero de las rentas empezaron a invertir en la adecuación de la terraza y en la fachada de la vivienda. Posteriormente, con el impulso de las economías colaborativas y con la firme idea de construir valor a partir del arte, crearon el espacio cultural La Tremenda Casa.

Allí, en esta terraza llena de color, Paola recibe a artistas emergentes, personas que tienen talleres independientes de danza o yoga y ferias de emprendimiento. “Queremos crear espacios culturales autogestionados, apalancados por modelos de negocio sostenibles y robustos. Lo que hemos evidenciado es que hay muchas cosas que ya están mandadas a recoger y no funcionan en términos de empleabilidad y trabajo”.

Actualmente, también ofrecen precios diferenciales a apuestas de sectores históricamente discriminados.

Hace algunos años el movimiento hiphop, y específicamente el rap, parecía estancado. Aunque miles de jóvenes en la ciudad dedicaban sus días a componer canciones, vivir de ello era un lujo que solo se podían dar algunos. Esta situación cambió por dos motivos. En primer lugar, la consolidación de una escena que ya no pertenece exclusivamente a las calles; y también, el nacimiento de las competencias de improvisación.

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Uno de los artífices de esta consolidación es Apriorismo, una organización cultural que nació en 2014 y hoy promotora de un emprendimiento que les genera oportunidades a decenas de personas, sobre todo jóvenes. Se trata de la K.O. Federación de Freestyle, una liga profesional de improvisación que celebra fechas mensualmente y emplea a más de 50 personas.

“Cada fecha es completamente paga, creemos en el reconocimiento monetario de cada persona que nos acompaña; entre ellas jueces, anfitriones, competidores, camarógrafos, DJ, sonidistas, personal de logística y seguridad, especialistas en iluminación, y cocineros. (...) Esta microeconomía ha abierto las posibilidades de entender el freestyle como una forma de vida práctica y digna”, explica la organización.

La liga nació en medio de la pandemia y en contra de todos los pronósticos se consolidó como una alternativa a las competencias organizadas por la multinacional RedBull y por la empresa española Urban Roosters. “El inicio de la pandemia fue para nosotros una oportunidad para centrar la atención del mundo y de la escena hispanohablante en nosotros. También, en abrir el movimiento, que hace poco se estaba consolidando en un monopolio”.

El equipo que dirige, promueve y gestiona los espacios de freestyle en Apriorismo Music está compuesto por David Gonzales, José Rodríguez, Bryan Guerrero, Fabián Bobadilla y Daniel Ojeda.

Cuando un turista llega a Bogotá, es difícil que elija como destino la parte alta de Ciudad Bolívar. “Hay un estigma alrededor de la localidad que queremos cambiar con el arte urbano”, dice May Rojas, creador de Bogotá Colors, un emprendimiento que realiza recorridos por las calles del Mirador y El Paraíso.

Él; su novia, Luisa Sabogal, y decenas de jóvenes de la localidad, son los artífices de la Calle del Color, un circuito de grafiti que es el foco de sus tours y resalta la riqueza cultural y patrimonial de Ciudad Bolívar. Con este proyecto se benefician cerca de 30 personas de forma directa, y 50 de manera indirecta.

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“Dependiendo de la cantidad de turistas que recibamos, podemos fortalecer diferentes iniciativas del mismo barrio”, explica May, quien es diseñador y guía turístico certificado. Bogotá Colors tiene en promedio 50 actividades al mes con extranjeros y locales.

El recorrido lo componen 20 murales que rinden homenaje a diferentes personajes ilustres del barrio y del país. La Calle del Color arranca en la estación Mirador del Paraíso de TransMiCable y culmina varias calles más arriba.

“Creemos que emprender con cultura y artes es brindar una alternativa para que los jóvenes piensen en otras formas de progresar. Estamos convencidos de que con una idea o un talento se puede salir adelante, por eso queremos destacar lo que ocurre en los territorios”.

Además de los recorridos turísticos, este emprendimiento también es una marca de moda urbana que resalta los procesos comunitarios del barrio y busca crear sentido de pertenencia entre los vecinos.

CAMILO A. CASTILLO

EL TIEMPO