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Un día en la vida de los gestores, que atienden 1.000 protestas en promedio al año
Movilizaciones sociales y enfrentamientos entre grupos sociales es la cotidianidad de los gestores.
A esta hora está cerrado por Protestas en el Portal 20 de julio por manifestaciones que se están presentando en la carrera décima con calle 31 sur. Gestores de convivencia dialogan con los manifestantes en busca de despejar la vía. El Esmad hace presencia.Bogotá 31 de mayo del 2021 FOTO MAURICIO MORENO EL TIEMPO CEET Foto: Mauricio Moreno
En medio de las manifestaciones que se llevaron a cabo ayer en la capital del país por cuenta de varios sucesos políticos y sociales que han agitado a la ciudadanía, un grupo de manifestantes se posó sobre las entradas y salidas del Palacio de Justicia generando confrontaciones con la fuerza pública y otros ciudadanos que también se movilizaron.
Un esquema de al menos 29 gestores de convivencia y diálogo, fue necesario para salvaguardar la integridad tanto de manifestantes como de los funcionarios que quedaron retenidos dentro del Palacio de Justicia.
🏙️ Muy pocos saben qué hace un gestor de convivencia en la ciudad. Acompañamos a tres de ellos en medio de una de sus jornadas y nos contaron cuáles son los restos que día a día superan en una ciudad convulsionada como Bogotá. #EnLaCalle ➡️ https://t.co/VEInMBq6pWpic.twitter.com/nUiQkp4oPl
Según los datos de la cartera de Seguridad, al año, se realizan en promedio unas 1.000 marchas, movilizaciones, plantones o asambleas comunitarias que requieren el acompañamiento tanto de las autoridades como de estos gestores, que, en promedio, atienden 28 situaciones de orden público al día. Según estos mismos datos, en 2021 fueron 1.911 movilizaciones sociales y en 2022 fueron 1.216. El grupo destinado para toda la ciudad es de apenas 360 de estos hombres y mujeres.
Gestores de diálogo Foto:Archivo particular
Pese a que los gestores de convivencia están en toda la ciudad y a toda hora, son muy pocos los bogotanos que saben a qué se dedican o cuál es rol protagónico que tienen en medio de las manifestaciones y marchas o, incluso, cuando hay enfrentamientos entre la Fuerza Pública y la población civil. O en escenarios donde intervienen comunidad indígenas y hasta las barras futboleras.
‘¡Hey, parce, cálmate!’
Fernanda Suarez gestora de convivencia Foto:Jonathan Toro
En EL TIEMPO salimos a preguntarle a la gente si conocía el rol de estos funcionarios del Distrito, y la respuesta unánime fue no, tampoco saben cómo activar la ayuda que ellos prestan ni cómo o dónde encontrarlos en medio de una situación de riesgo. Fernanda, César y Nelson explican qué es lo que hacen en la ciudad.
La jornada puede comenzar muy temprano en la mañana o incluso muy tarde en la noche, según cuenta Fernanda Suárez, gestora de convivencia de 28 años y quien inicia su día a las 5 de la mañana, realiza las rutinas normales del hogar y luego emprende el camino para el punto de la ciudad al que haya sido asignada para prestar asistencia a la manifestación. “Uno nunca sabe con lo que se va a encontrar”, dice.
Pero en Bogotá no todas las asignaciones son fáciles de atender y las manifestaciones, por lo general, no son del todo pacíficas. “A veces tenemos asignaciones nocturnas que comienzan desde las 7 de la noche, ahí tenemos un equipo de reacción que recorre la ciudad buscando, con el PMU, las zonas que requieren intervención. Nosotros nos movemos en la noche por toda la ciudad”.
Pero lo difícil llega, dice Fernanda, cuando en medio de una atención la situación se pone tensa y los ánimos de las partes en conflicto se elevan y resultan atacando a los gestores de convivencia.
“Nosotros tenemos una única herramienta que es el diálogo. Este equipo está preparado para abordar todas las situaciones, y si la persona está muy alterada, nos tenemos que alejar y luego sí entrar a mediar cuando los ánimos bajen”, pero dicen los gestores que el miedo por la agresión es permanente y que no siempre se logra que las partes entren en razón.
Gestores de diálogo Foto:Archivo particular
Si el ataque es verbal, los gestores se hacen los de los oídos sordos. Si el ataque es físico, la única opción es dialogar, dicen. “Siempre es así, no hay más que hacer que hablar. Una vez, cuando la comunidad emberá estaba en el parque Nacional y hubo intervención del antiguo Esmad, nosotros fuimos a atender a la comunidad y se alteraron con nosotros, ahí la vimos negra”.
Otro escenario que pone a prueba las habilidades de los gestores de diálogo es el deportivo. Bogotá es el epicentro de algunos de los encuentros futboleros más importantes del país y así mismo el lugar donde se dan los conflictos más agudos entre las barras del fútbol colombiano. Allí también están los gestores.
Barras no tan bravas
César gestor de convivencia. Foto:Jonathan
¿Qué hacer cuando las barras se enfrentan y no hay opción? ”Lo que pasa con las barras futboleras es que hay una pasión muy grande por sus equipos. Lo que uno siempre llega a hacer es a hablarles en su idioma, ¡Hey, parce, ven, cálmate, que la idea es jugar todo el paz’, ese es nuestro mantra”.
Pero los encuentros deportivos son, quizá, los más desafiantes. Sin embargo, explicó la gestora que en la ciudad hay todo un esquema institucional especial para acompañar los encuentros con intervención de todo el Distrito y “reforzar” la fiesta del fútbol.
“Uno siempre sabe cuándo viene un enfrentamiento. Uno siempre llega a hablar y a decirles que se calmen (...), pero este tema es de calor, las barras no son genuinamente violentas, ellos defienden sus escudos y su insignia, que es lo que los lleva a sentirse parte de algo. Cuando se es gestor se entiende por qué pasa lo que pasa en la ciudad”, explicó Fernanda.
Nelson Basto, gestor de convivencia. Foto:Secretaría de Seguridad
Otras situaciones que se han vuelto recurrentes en la ciudad y que requieren intervención de los gestores de convivencia son las manifestaciones y los plantones de los pueblos indígenas que se han masificado desde 2021, cuando se asentó la primera minga en el parque Nacional. Nelson Basto es gestor de la Secretaría de Seguridad especializado en enfoque diferencial indígena y dice que su trabajo está centrado en atender, “de acuerdo a la cosmovisión”, las diferentes manifestaciones de cada uno de los 110 pueblos indígenas que llegan a Bogotá.
“Cada uno de los pueblos tiene unas peticiones muy particulares. Siempre hacemos el ejercicio de encontrar puntos en común entre ellos, como la espiritualidad, y ver cómo se pueden articular todos en torno al mismo punto. Pero nuestro reto es lograr entender cómo entienden ellos el mundo, dice Basto.
Sin embargo, ha sido recurrente en la ciudad que algunos de comunidades indígenas terminen enfrentados con de la Fuerza Pública, y eso ha supuesto un reto para los gestores.
“Cada comunidad tiene sus dinámicas y hay que entender en qué actitud vienen a la ciudad. Yo he tenido situaciones complicadas como el día en el que la policía se le atravesó a un guardia indígena y le impidió el paso y el líder, con su bastón de mando, no se retiró (...), eso se iba a escalar porque eran dos autoridades, pero de mundos diferentes, que no entendían la presencia del otro. Ahí tenemos que generar una barrera entre Policía y manifestantes para que no haya un enfrentamiento, porque ahí sí sería muy difícil intervenir”.
#EnLaCalle | Muy pocos saben qué hace un gestor de convivencia en la ciudad. Acompañamos a tres de ellos en medio de una de sus jornadas y nos contaron cuáles son los restos que día a día superan en una ciudad convulsionada como Bogotá. Lea aquí la nota.https://t.co/bkRVZdA8GWpic.twitter.com/0ALOpfO4dd