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Un Carnaval a pleno sol en la carrera 44: así se vivió la fiesta desde el bordillo
La carroza de Pasto no desfiló completa y la primera dama, Verónica Alcocer, no alcanzó a salir.
Los barranquilleros y visitantes disfrutaron del Carnaval de la 44 Foto: Vanexa Romero / EL TIEMPO
Los dos principales atractivos que prometió este año el Carnaval de la 44, un desfile alterno al de la Vía 40 que ha sido denominado el carnaval del bordillo porque no existen palcos, no se cumplieron a cabalidad, pero esto no fue motivo para que los miles de asistentes no se gozaran el evento.
La primera dama Verónica Alcocer, una de las grandes invitadas y sobre la que había mucha expectativa por su participación el en desfile, no alcanzó si quiera a salir.
Alcocer alcanzó a bailar con su grupo en el punto de partida, que son las imágenes que se ven en el video que publicó en su cuenta de X, pero un problema en su vestido impidió que avanzara en el recorrido.
“No caminó 15 metros, yo estaba esperando para tomarle fotos, pero no la alcancé a ver”, dijo Mercedes, una mujer que estuvo en la zona de salida del desfile.
“Todo mi cariño para la @funhilosdefe y el grupo de pospenadas que hicieron mi vestido. Manos artesanas que lo bordaron y recamaron con muchísimo amor. No pude acompañar a la comparsa todo el recorrido por un percance con el cierre del vestido", escribió la esposa del presidente de la República, Gustavo Petro, en su cuenta de X.
Ay, Barranquilla, no sabes lo que te amo.
Mis amores, aquí les dejo el verdadero video, lo que realmente pasó. De verdad solo recibí amor. Y hasta besos le mandaron a mi marido. Yo solo escuché: ¡Petro, Petro, Petro! Y frases lindas llenas de cariño. Ni una sola cosa fea pasó. pic.twitter.com/O1wg5mmETq
El otro chulo que le faltó al desfile y que generó gran expectativa entre los asistentes fue la carroza ‘Contra viento y marea’ que llegó desde Pasto, la cual pasó, pero no completa, lo que le quitó el impacto y la grandiosidad con la que se promocionó después del desfile del Carnaval de Blancos y Negros el sur del país.
Carlos Mario Zuluaga, uno de los del equipo que trajo la carroza contó a EL TIEMPO, que fue un esfuerzo muy grande y que contó con el apoyo de empresarios locales de Barranquilla y la Alcaldía de Tumaco.
Aseguró que traer la carroza tuvo un costo de 170 millones de pesos, llegaron 13 personas, entre esas 10 artesanos de Popayán, pero que la altura de la carroza era de siete metros y los cables solo permitían 4.50. metro.
“La Triple A podó los árboles desde la 72 hasta acá paras que pasará la carroza, pero no fue posible”, dijo Ivon Rocha, habitante de la calle 59 con carrera 44, quien con su hija y esposo estaban esperando la carroza que fue la que encabezó el desfile.
Zuluaga anunció que la carroza permanecerá expuesta en la Plaza de la Paz, totalmente armada para que las personas se tomen fotos y aprecien esta obra de arte.
La cabeza de la gigante estructura debió ser quitada por temas de tamaño. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Gozadera desde el bordillo
Sin embargo, las miles de personas que desde las 11 de la mañana se apostaron a lado y lado de la carrera 44 no le prestaron atención a estos aspectos. La gozadera y el derroche de alegría fue de principio a fin.
Los disfraces y carrozas fueron recibidos en medio de los aplauso y gritos de los asistentes, que sin importar el sol y la alta temperatura animaban a los artistas.
Uno de los disfraces que despertó los aplausos fue la parodia de la situación de hacinamiento en las cárceles del país. Alias el Negro Ober, el peligroso delincuente responsable de extorsiones y asesinados en Barranquilla, salió a relucir en este disfraz: “Ya estoy sano”, era el mensaje que se leía en un cartel pegado en una jaula donde llevaban a varios presos.
Además de los disfraces tradicionales, también se presentaron las cumbiambas y comparsas que enriquecen el Carnaval de Barranquilla.
En muchos tramos del desfile, que sale de la calle 74 y baja por la carrera 44 hasta la Plaza de La Paz, no hubo policías, aún así, el comportamiento del público y la organización fueron impecables.
“Esto es más autóctono, más real, que tranquilidad para disfrutar del Carnaval”, dijo Javier Gilrado, un bogotano que estaba con su esposa gozando desde el bordillo a pleno sol el Carnaval de la 44 con la cara y el pelo blanco de la maicena.
La tradición se vivió de lado y lado de la carrera 44. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO