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Niños no bailan mapalé ni cumbia, quieren reguetón: SOS de grupos del Carnaval

La 'apatía' en la mayoría de niños por estos bailes pone en 'peligro' la tradición de la fiesta.

Son de Negro es el resultado de una marcada influencia africana que recoge el sentir de los pueblos apostados en las orillas del Canal del Dique, entre los departamentos de Atlántico y Bolívar.

Son de Negro es el resultado de una marcada influencia africana que recoge el sentir de los pueblos apostados en las orillas del Canal del Dique, entre los departamentos de Atlántico y Bolívar. Foto: Guillermo González / Agencia Kronos

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Son las 6:30 de la tarde. El patio gigante de una casa en el barrio 20 de Julio, de Soledad, (Atlántico) se transforma en una tarima. Los árboles de mango, níspero y las matas de guineo complementan el escenario. Todos en posición para dar rienda suelta a sus cuerpos.
Las risas, las muecas y la rebeldía van apareciendo al compás del sonido de una tambora y un tambor llamador. Al fondo se escuchan las palmas que son golpeadas por un grupo de padres de familia que acompañan a sus hijos en el ensayo del grupo ‘Negritos soledeños’, ilusionados con participar de los diferentes desfiles del Carnaval de Barranquilla este fin de semana.
'Negritos soledeños' es de los grupos que aún conserva un número considerable de niños en sus filas, pero no deja de preocupar a su directora Carmen Llerena.

'Negritos soledeños' es de los grupos que aún conserva un número considerable de niños en sus filas, pero no deja de preocupar a su directora Carmen Llerena. Foto:Guillermo González / Agencia Kronos

Quieren es la modernidad, y a raíz de eso nuestra cultura está muriendo en el anonimato
Carmen Llerena es la directora. Tiene alrededor de 35 años involucrada con la conservación y tradición de estos grupos en el Atlántico. Fue la pionera de esta danza en el municipio de Soledad, después de hacer una investigación profunda del Son de Negro, de Santa Lucía, lugar en el que tiene un enorme arraigo.
Pero los ritmos modernos tienen en ‘jaque’ a la tradición. Año tras año algunos grupos se ven amenazados con desaparecer. Los danzantes, sobre todo los niños y jóvenes, se ven influenciados por la champeta y el reguetón, poniendo en peligro de extinción las danzas autóctonas y folclóricas del Carnaval.
“Me da mucho dolor ver cómo muchos grupos folclóricos están desapareciendo. Son niños que quieren bailar champeta, otros ritmos, y ya no les gusta el son de negro, la cumbia y el mapalé. Quieren es la modernidad, y a raíz de eso nuestra cultura está muriendo en el anonimato”, señala Llerena, mientras aplica la vaselina con polvo mineral negro a un niño de 3 años, que alegremente se suma a la tradición.
Sin embargo, existen las excepciones como las de Juan Miguel Miranda, de 20 años (tiene 7 en el grupo), a quien bailar son de negro le ha ayudado a mantenerse alejado de las malas compañías.
La danza del son de negro sigue siendo el clamor para olvidar las cadenas, el yugo y el sometimiento de una raza que continúa orgullosa de sus raíces y que también tiene su espacio de gozo en el Carnaval.

La danza del son de negro sigue siendo el clamor para olvidar las cadenas, el yugo y el sometimiento de una raza que continúa orgullosa de sus raíces y que también tiene su espacio de gozo en el Carnaval. Foto:Guillermo González / Agencia Kronos

Disfruto pintarme, bailar, hacer muecas y que la gente se ría
“A mí me gusta mucho el folclor, disfruto pintarme, bailar, hacer muecas y que la gente se ría y se emocione con eso. Solo les digo que con las pocas opciones que hay para los jóvenes, este tipo de actividades ayudan a uno a mantenerse alejado de cosas malas, y el mejor camino es la música y el baile”, indica.
Jean Nelson Díaz tiene apenas tres semanas en el grupo. Desde pequeño siente amor por esta danza y, a lo que él le llama ‘recocha’, es la manera de mantener viva la tradición.
“Las muecas, las morisquetas, la recocha, eso es lo que le gusta a la gente cuando salimos a un desfile. No critico a quien no le gusta, pero estamos los que sí luchamos por sacar adelante la cultura de estos grupos en el Carnaval”, dice el joven, de 16 años.
Son tres grupos los que Carmen Llerena tiene a su cargo. El infantil, en el que hay 45 niños de 3 a 13 años; ‘Ritmos Tropicales’, que integran 40 jóvenes, y ‘Folclor Costeño’, en el que bailan 30 adultos mayores. En los tres casos, asegura la directora, la falta de apoyo es el común denominador.
“Esto es trabajar con las uñas, no tenemos apoyo de nada ni de nadie. Lo poquito que nos brinda la Secretaría de Cultura a duras penas nos alcanza para pagar la música y medio el refrigerio de los niños, pero el vestuario nos toca buscarlo por otro lado, porque no tenemos empresa que nos patrocine o nos auxilie”, explica.

Un ritmo africano que no quiere extinguirse

Bernardina Cortina, directora del grupo 'A ritmo de África', de Soeldad.

Bernardina Cortina, directora del grupo 'A ritmo de África', de Soeldad. Foto:Guillermo González / Agencia KRONOS

A unos cuantos metros del lugar, en Soledad 2.000, la situación en el grupo ‘A ritmo de África’ es aún más preocupante.
Comenzó con cerca de 60 bailarines, el año pasado fueron 30 y hoy solo llegan a 13 jóvenes, que se reúnen esperanzados en cambiar el panorama, pues en la actualidad “nadie quiere bailar mapalé”, comenta acongojada Bernardina Cortina.
La mujer nacida en Cartagena, pero con más de media vida en Barranquilla, se pregunta, preocupada, si son los padres o los niños quienes están dejando morir la tradición.
“Lastimosamente han incursionado nuevos ritmos que se están llevando toda la atención de la juventud y ya no quieren bailar mapalé, ya no quieren bailar cumbia, porque, según ellos, eso es viejo. No tengo nada en contra de esos ritmos, pero no debemos olvidarnos de dónde venimos”, afirma.
No debemos olvidarnos de dónde venimos
Los 13 jóvenes se dan cita en la casa de Bernardina. Allí, a ritmo de un tambor alegre, comienzan a formarse para los ensayos sin tener claro si podrán participar, porque para salir en los desfiles del Carnaval deben cumplir con un número mínimo, que, para el momento de la reportería de este trabajo periodístico, no cumplían.
El reducido grupo cierra la estrecha calle que da hacia el Polideportivo del barrio Soledad 2.000 para iniciar sus ensayos.

El reducido grupo cierra la estrecha calle que da hacia el Polideportivo del barrio Soledad 2.000 para iniciar sus ensayos. Foto:Guillermo González / Agencia Kronos

No podemos permitirnos dejarlo morir, porque eso es perder la esencia de lo que realmente es el Carnaval
Aun así, la alegría desborda en ellos. Cierran la estrecha calle que da hacia el Polideportivo. No pasan vehículos mientras ellos ponen en marcha su puesta en escena, que es liderada por la coreógrafa María del Carmen -hija de Bernardina-, y quien lleva la batuta de esta labor, que reconoce, no es fácil.
En el grupo sobresalen dos chicas. Llenas de talento y energía quieren luchar porque las raíces de este ritmo permanezcan intactas.
“Este es un ritmo muy fuerte que hay que defender. No podemos permitirnos dejarlo morir, porque eso es perder la esencia de lo que realmente es el Carnaval de Barranquilla, la esencia del pueblo”, dice Joelys Madrid, que tiene 21 años y seis de ellos los ha dedicado a este baile.
La otra es Valeria Parada, “de las fundadoras del grupo”, bromea Bernardina. Ingresó a los 6 años, hoy tiene 20. Nadie mejor que ella para expresar el sentimiento que le produce ponerse el vestuario, maquillarse y salir para la Batalla de Flores de la 44 o para la Gran Parada ‘Carlos Franco’.
“Es querer transmitirle a la gente esa alegría, ese amor por el folclor a la gente que nos ve. No concibo bailar otra cosa que no sea esto o algo que no tenga que ver con mis raíces, con lo que somos en realidad”, asegura la joven.

La cumbia, memoria viva de una Nación

La cumbia es uno de los ritmos más importantes del Carnaval, pero también sufre los estragos de la música moderna.

La cumbia es uno de los ritmos más importantes del Carnaval, pero también sufre los estragos de la música moderna. Foto:Óscar Berrocal / Agencia Kronos

Matilde Posada desempolva cada año, desde hace 32, su pollera de cuadros, una tradición que ha intentado inculcarle a cientos de niños y jóvenes que han integrado la cumbiamba ‘Cumbiamberitos de San José’, toda una institución en el Carnaval de Barranquilla y pionera en el Carnaval de los Niños.
Asumió la dirección en 1991, por encargo de Francisca Gutiérrez de Gómez, la fundadora. Desde entonces, emprendió la lucha para seguir con el legado. Hoy se une al llamado SOS que hacen los grupos folclóricos con temor a desaparecer.
“La pandemia también nos hizo estragos. Perdimos padres de familia de las parejas que hacen parte del grupo, sumado a eso la situación económica que nos dejó el covid influyó mucho para que se fueran saliendo de la cumbiamba”, comenta.
Este año, Cumbiamberitos de San José solo pudo reunir alrededor de 15 parejas, entre los 5 y 16 años.

Este año, Cumbiamberitos de San José solo pudo reunir alrededor de 15 parejas, entre los 5 y 16 años. Foto:Óscar Berrocal / Agencia Kronos

Es importante inculcarle el amor por el folclor a los hijos
Además, asegura, “encontramos una apatía en los niños para bailar nuestros ritmos. En nuestro caso, en la cumbia ha hecho ‘mella’, porque ya los ‘pelaos’ son renuentes a asistir a los ensayos, están frenados”.
Hoy la cifra de parejas es reducida, nada comparado con otros años, en que, según cuenta Posada, “nos dábamos el lujo de rechazar, porque se copaba el número límite. Eran 30 parejas, luego fuimos bajando el número a 25, a 20 y este año escasamente pudimos reunir 15”.
Adrián Movilla, de 7 años, y Laura Reyes, de 16, son integrantes de ‘Cumbiamberitos de San José’. Ambos se emocionan por participar este año en los diferentes desfiles. Ella tiene cuatro de estar en el grupo y él empezó a los 3 siguiendo los pasos de su papá, Leonardo Movilla, que también es un actor del Carnaval y sale año tras año con la cumbiamba ‘La Guapachosa’, ganadora muchas veces del Congo de Oro.
“Es importante inculcarle el amor por el folclor a los hijos. Soy consciente que muchos grupos autóctonos del Carnaval han perdido su identidad por querer llamar la atención de las nuevas generaciones”, asegura Movilla, quien además es abogado y está ligado a la cultura desde que tiene 7 años.

Se avecina una crisis

Édgar Blanco Acevedo, director de la Asociación de Grupos Folclóricos del Atlántico y del Carnaval de la 44.

Édgar Blanco Acevedo, director de la Asociación de Grupos Folclóricos del Atlántico y del Carnaval de la 44. Foto:Vanexa Romero - EL TIEMPO

Otro de los sinsabores que experimentan estos grupos es la falta de apoyo gubernamental. A pesar de las razones que exponen los actores culturales, y las cuales amenazan la esencia original de la danza, la música y el vestuario, Édgar Blanco Acevedo, director de la Asociación de Grupos Folclóricos del Atlántico (AGFA), está convencido de que hay personas que luchan por conservar el folclor, aun con pocos recursos.
El directivo asegura que si la situación continúa vislumbra una crisis cultural en el Carnaval.
“Se avecina una crisis, venimos haciéndole seguimiento al tema. Cada año van desapareciendo que uno, que dos grupos folclóricos tradicionales y se van incrementando las comparsas. La preocupación crece porque los niños y jóvenes hoy en día no les llama la atención hacer parte de las danzas tradicionales, sino que quieren algo bonito”, expresa.
Matilde Posada, directora de la cumbiamba Cumbiamberitos de San José.

Matilde Posada, directora de la cumbiamba Cumbiamberitos de San José. Foto:Vanexa Romero - EL TIEMPO

Blanco hace un llamado al Ministerio de Cultura para que volteé su mirada hacia estos grupos. “Yo me pregunto, qué está haciendo el Ministerio de Cultura, qué política pública implementa para contrarrestar la influencia y penetración de ritmos de otros países y no apoya a los hacedores del Carnaval”.
En este 2023, la AGFA cumple 43 años. A la asociación están afiliados 236 grupos y 460 disfraces tradicionales. “Ojalá me equivoque, pero creo que en 10 o 15 años estas danzas no van a existir en el Carnaval de Barranquilla”, advierte.
Un panorama oscuro que refleja que hace falta reafirmar los valores culturales, fortalecer la tradición oral y expresiones de la fiesta Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad a las nuevas generaciones.
FLOR DÍAZ OSPINO
Corresponsal de EL TIEMPO en Barranquilla
Twitter: @fdiazos
Escríbeme a: [email protected]

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