Alarmante diagnóstico en playas vírgenes del Caribe colombiano: están más contaminadas que las zonas urbanas

Son playas sin presencia humana convertidas en trampas naturales para desechos plásticos.

Algunas playas remotas del Caribe colombiano están contaminadas de residuos plásticos. Foto: Cortesía Nelson Rangel

Link

Leonardo Herrera Delgans

PERIODISTA05.06.2025 10:36 Actualizado: 05.06.2025 22:21

Comentar

Aunque suelen ser percibidas como paraísos vírgenes por su aislamiento y belleza natural, algunas playas remotas del Caribe colombiano enfrentan una amenaza silenciosa: la contaminación por residuos plásticos.

(Además: Balsillas: el paraíso secreto de Sucre con las playas más limpias y libres de contaminación en Colombia)

Así lo reveló una reciente investigación de la Universidad del Atlántico, publicada en la revista científica Marine Pollution Bulletin.

El estudio, liderado por los investigadores Nelson Rangel-Buitrago y Adriana Gracía, documentó la acumulación masiva de desechos marinos en ocho playas apartadas entre los departamentos de Atlántico y Bolívar, incluida Isla Arena, una isla coralina deshabitada.

En total, se identificaron más de 9.600 ítems de basura a lo largo de 76 kilómetros de costa, de los cuales el 91,5 % corresponde a plásticos.

“Estas playas no reciben turistas ni tienen asentamientos humanos permanentes, pero presentan niveles de contaminación iguales o superiores a zonas urbanas”, explicó Rangel-Buitrago.

Los residuos provienen en su mayoría de ríos, corrientes marinas y actividades humanas en tierra firme. Según los investigadores, cinco categorías concentran más del 60 % del total de plásticos hallados: fragmentos de esponjas plásticas (20,8 %), tapas y tapones (14,6 %), botellas y envases de bebidas (11,8 %), fragmentos plásticos de entre 2,5 y 50 cm (7,3 %) y calzado, como sandalias y zapatos (6,3 %).

También se encontraron envases cosméticos, bolsas plásticas, jeringas, redes, cuerdas y piezas de vehículos. Esta diversidad de residuos revela el carácter transfronterizo del problema.

“Las corrientes marinas, los vientos y la morfología costera convierten estas playas en trampas naturales para los residuos flotantes, que pueden haber viajado cientos de kilómetros”, señaló Gracia.

Playas extremadamente sucias

Los investigadores aplicaron herramientas estadísticas y dos indicadores clave: el Índice de Costa Limpia (CCI) y el Índice de Abundancia Plástica (PAI). El resultado fue contundente: todos los sitios fueron clasificados como “extremadamente sucios” y con una “abundancia plástica muy alta”.

Este diagnóstico plantea una preocupación ambiental de gran escala. Al tratarse de playas sin intervención turística ni urbana directa, los científicos advierten que su nivel de contaminación ofrece una imagen más fiel de la magnitud del problema global.

“Estamos subestimando el volumen real de basura marina al ignorar estos sitios. Las playas remotas reflejan con mayor precisión la magnitud del problema”, agregó Rangel-Buitrago.

¿Qué hacer?

Frente a este panorama, los investigadores proponen acciones concretas:

Mejorar el manejo de residuos sólidos en cuencas hidrográficas como la del río Magdalena.

Integrar playas remotas a los sistemas nacionales de monitoreo ambiental, como los impulsados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Desarrollar campañas educativas y brigadas comunitarias de limpieza adaptadas a contextos rurales.

Implementar barreras físicas (booms, trampas) en desembocaduras para interceptar plásticos antes de que lleguen al mar.

El estudio también busca enviar un mensaje claro a los responsables de la formulación de políticas públicas: no basta con proteger las playas más visitadas. Las zonas apartadas también merecen atención, no solo por su riqueza ecológica, sino porque evidencian fallas estructurales en la gestión global de residuos.

(Lea: Barranquilla se contradice y pide suspender trámite que solicitó ante el Igac, denuncia alcalde de Puerto Colombia)

“El Caribe colombiano está dando un paso adelante. Nuestros resultados deben servir como base para políticas más justas, que protejan no solo las playas populares, sino también aquellas olvidadas pero fundamentales para el equilibrio ecológico”, concluyó Rangel-Buitrago.