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El jugador que colgó los guayos para montar su emprendimiento: venta de bolis
Jhon Méndez jugó en varios equipos de fútbol profesional y ahora trabaja en su negocio familiar.
Jhon Méndez Betti y su esposa Joselín Arrieta Barbosa para echar a rodar un emprendimiento de boli. Foto: Vanexa Romero / EL TIEMPO
A los 10 meses de nacida, cuando apenas daba los primeros pasos y aún no le habían reventado los dientes de leche, la primera palabra que pronunció Valentina fue: boli.
Para sorpresa de sus padres y abuela, la niña en un momento de desespero lanzó el angustioso grito, en el que pronunció nítida la palabra boli cuando vio que abrieron la nevera y su mirada descubrió lo que para ella era uno de los tesoros mejor guardado de la familia: los apetecidos helados caseros.
Hoy Valentina es una joven barranquillera, de 20 años de edad, estudiante de ingeniería, que no deja de reírse cada vez que recuerda el episodio. Al principio no lo creía.
Cuenta que la culpa fue de sus padres, que le dieron una vez a probar uno y desde ese momento ha sido como una adicción.
“No hay como el boli ‘pa mata’ el calor”, dice esta mujer con acento costeño, quien se confiesa amante de los bolis, en especial los de sabor a coco.
Un tradicional helado casero
El boli es como se le conoce en la costa a este un tipo de helado que se produce a partir de jugos de frutas. También los hay con mezclas de leche azucaradas con saborizantes, que se vierte en bolsitas plásticas, algunas selladas o cerradas con nudo, para luego congelar.
Este tipo de golosina es tradicional en los pueblos del Caribe colombiano, donde se consume de manera cotidiana para sofocar el calor.
En el interior del país se le conoce como Vikingos, que también se produce a nivel industrial, como es el caso de la marca Bon Ice.
El boli es un tradicional helado casero. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Ese arraigo a las tradiciones populares de personas como Valentina y de muchos costeños fue el que quiso aprovechar Jhon Méndez Betti y su esposa Joselín Arrieta Barbosa para echar a rodar un emprendimiento de boli.
La apuesta es ofrecerle a las personas, que además de disfrutar de un refrescante boli se sientan envueltos en un ambiente familiar, de tranquilidad y esparcimiento.
Colgó los guayos para vender bolis
El nombre de Jhon Méndez es conocido en el fútbol profesional. Jugó 12 años en equipos como Envigado, Tolima, Cortulúa y Uniautónoma, y en el exterior vistió las camisetas de oncenos de Venezuela, Bolivia y Perú.
El fútbol le dejó amigos y muchas experiencias, pero también el capital para iniciar al lado de su esposa un negocio familiar de venta de bolis.
Jhon y Joselyn nacieron, crecieron, se conocieron y enamoraron en la Ciudadela 20 de Julio, donde está ubicado el estadio metropolitano Roberto Meléndez, en el sur de Barranquilla. “Es un barrio donde en todas las cuadras hay una casa que vende bolis”, dice él.
La idea de la pareja fue iniciar con el negocio de los bolis, pero con dos valores diferenciales: sabores exclusivos y un sitio de ambiente familiar.
Lo primero fue llamar el negocio con un nombre que atrajera a los niños, que era su mercado específico, estando seguros que detrás de ellos vendrían la familia completa.
Scooby Doo la tradicional serie de televisión animada estadounidense producida por Hanna-Barbera desde 1969, fue el nombre escogido al que le agregaron la palabra bolis, para que naciera ‘Scoobyboli’.
Scoobyboli mantiene diferentes sabores de bolis. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
“Miramos que era lo que más consumían los niños y comenzamos a preparar sabores como el oreo, brownies, caramelo, chicle”, cuenta Méndez, que además inició ofreciendo los sabores tradicionales de coco, corozo o tamarindo, como un gancho para los adultos.
Para marcar la diferencia en su producto trabajó durante un tiempo en una crema que sirviera de base para estos sabores. Con la asesoría de un chef encontró la fórmula.
Hoy sus bolis más que un hielo saborizado, que se comienza a derretir al solo o con el calor de la mano, son una especie de crema similar a un helado, que permite saborear y disfrutarlo.
Bolis, mecedoras, brisas y familia
Los Méndez iniciaron en el 2019 con dos negocios, uno en la Ciudadela 20 de Julio y otro en el barrio Villa Carolina, en el norte de Barranquilla, donde montaron el negocio con un concepto para la familia.
Aquí encontraron una esquina en la calle 88 con carrera 73A, donde la brisa pareciera que nunca se va. “Apliqué el concepto que vi en los estadios de grama sintética y forramos toda la zona con este tapete”, explica Méndez.
Lo agradable del negocio es que mantiene un ambiente familiar. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
El lugar lo lleno de mecedoras y sillas clásicas usadas en la vieja Barranquilla, lo que atrajo de inmediato a muchas personas. “Mecedoras, brisas, y bolis, todo para el disfrute en familia. Aquí traen hasta las mascotas a comer bolis”, agrega.
Además los grupos pueden jugar parques que se les presta, para que la estancia en el lugar sea más amena.
Los Méndez han tenidos momentos no tan dulces, como el provocado por la irrupción de la pandemia de covid-19 lo llevó a cerrar el establecimiento de la Ciudadela. El otro lo mantuvo contra viento y marea, contando en el apoyo de la dueña de local que fue generosa al momento del cobro del arriendo.
“Los clientes no me dejaron de cerrar, gracias a Dios nos pudimos mantener y hoy hemos salido a flote”.
33 tipos de bolis
El negocio produce en un día 600 bolis, que ofrece con precios que van desde los 3.000 pesos, en el caso de los tradicionales, a los 4.500 pesos para los sabores exclusivos.
Los produce en su casa, donde cuenta con cuatro trabajadores, entre esos un chef que mantiene las medidas estandarizadas. En el negocio, abierto de 10 a. m. a 11 p. m., tiene otras dos empleadas.
Él y su esposa viven probando y tratando de innovar con sabores propios. En la actualidad tienen una oferta de 33 sabores, entre los tradicionales como corozo, coco, o tamarindo, o los exclusivos, como los que tienen licor: smirnoff (wodka), piña colada, baileys o el ‘energy love’.
Este último que es un energizante y que él asegura que es un potenciador sexual, gracia la mezcla de chontaduro y borojo, y otras sustancias.
“La gente se sorprende cuando ven que ofrezco bolis de aguacate, no falta el que como buen costeño me ‘mame gallo’ preguntándome sino se atoran con la pepa”.
Plan de expansión
El éxito del negocio ha sido tal, que para fiestas y cumpleaños encargan los bolis del negocio. “Se llevan 100 bolis encargados con sabores específicos para fiestas”, sostiene él.
Hay varias propuestas de franquicias, personas y familias que no solo quieren comprarles los bolis, sino el concepto del negocio como tal. “De verdad que hay gente que quiero ayudar y esta sería una buena oportunidad”.
Pero los Méndez ya están trabajando en adecuar varias mini vans como la de la serie de televisión Scooby Doo para desarrollar su plan de expansión y salir a todos los sectores de Barranquilla a llevar sus bolis.
Anuncio que alegra a Valentina, quien debe atravesar la ciudad para llegar a Scoobyboli a disfrutar de un rico boli de coco o maracuyá, y de momento recodar aquella historia que le contaron sus padres cuando gritó: ¡boli!