“Para dormir me toca tomarme como ocho pastillas. Ya no puedo concentrarme en algunas lectura o algo porque me da dolor de cabeza”.
Las palabras son de Cristian Barrios, quien en tono desolado sostiene que no puede recordar, con claridad y precisión, el momento en qué fue impactado por el chorro de agua de una
tanqueta del Esmad, durante una de las protestas sociales en
Barranquilla.
El impacto del chorro de agua lo tumbó. En la caída se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento.
“Cuando desperté habían pasado dos días y estaba en una clínica. No recordaba nada, solo reconocí a mi tío, que es con quien vivo, y a su hijo”, cuenta este barranquillero, de 24 años, y estudiante de cuarto semestre de Negocios Internacionales de la Universidad Americana.
El caso se registró el pasado 5 de mayo, en la calle 57 con carrera 46, durante las protestas.
Barrios cuenta que estaba concentrados de manera pacífica en la Plaza de la Paz, cuando aparecieron unos vándalos que arremetieron contra un centro comercial de la zona.
Cuando desperté habían pasado dos días y estaba en una clínica. No recordaba nada
Asegura que apareció la Policía y comenzó a dispersar a todos los manifestantes con gases lacrimógenos. El grupo de él corrió hacia abajo, buscando el Centro, y fue cuando se encontraron a unos encapuchados intentando saquear un negocio.
“Les quitamos los electrodomésticos que se intentaban llevar y lo regresamos al negocio. Rompieron los vidrios del almacén y los quitamos y limpiamos para que nadie resultara herido. De repente, apareció otra vez la Policía, y nos atacaron porque pensaron que estábamos robando”.
Desde ese momento, Barrios asegura que todo es confuso, no recuerda más. Ha visto videos en los que está con un escudo, pero no sabe cómo lo consiguió.
“La tanqueta está como a dos metros cuando me lanzó el chorro de agua. Me tumba y al caer me golpee la cabeza con el pavimento. Me dicen que entré en convulsión”.
En los videos, él cuenta que ve a los policías lo rodean, hasta que llegan, asegura, periodistas y misión humanitaria ayudarlo. “Ellos (policías) como que estaban esperando que yo me levantara”, enfatiza para confrontar la información de la Policía que dice que le prestaron los primeros auxilios.
Estando en la clínica trascendió que era portador de coronavirus, información, que él manifiesta, fue desmentida cuando le practicaron la prueba de covid-19. Salió negativo.
Como consecuencia de este accidente dice que perdió la fuerza en su brazo derecho. En estos momentos casi que no puede sostener nada en la mano.
Para poder dormir debe tomarse nueve pastillas, que le permiten controlar la presión arterial, lo relajarse y evitar los dolores de cabeza.
“Cuando salí de la clínica y me miré al espejo me dieron ganas de llorar de lo flaco. Quedé en las tablas”.
En estos momentos permanece en reposo y bajo observación médica. No puede hacer mayores esfuerzos, ni realizar actividades que demanden concentración, como leer, porque el dolor de cabeza es permanente.
“A pesar de lo que me pasó, Dios estuvo misericordia de mí y me salvó. Muchas personas y amigos han estado pendiente de mi estado de salud”.
Hoy cuando escucha las noticias no oculta su tristeza por lo que está pasando en el país. “Ha pasado más de un mes y seguimos en las mismas. Jóvenes torturados, desaparecidos, bloqueos, peleas y no pasada nada”.
Pero siente que su lucha no fue en vano. No sabe si será uno de los beneficiados con los cambios que están reclamando, pero de lo que sí está seguro es que la protesta social es justa, y no solo buscan cambiar muchas cosas en este país para los jóvenes, sino para los mismos policías, que hoy los persiguen como si fueran delincuentes.
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