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Noticia
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Basilia Murillo: desafiante historia de la chocoana que conquistó a Cali con su sazón
Cocinera chocoana logró superar las adversidades para mantener vivo su legado gastronómico.
Basilia Murillo, concinera tradicional Foto: Particularr
Dicen que aquella persona que prueba algunos de los platos donde doña Basilia Murillo, en la tradicional galería del barrio Alameda, queda encantada. Así lo han considerado caleños y visitantes durante las casi cuatro décadas que la reconocida cocinera lleva en el sector.
En las manos de Basilia aún permanecen vivas algunas de las tradiciones ancestrales de la cocina del Pacífico, que han deleitado desde obreros y personas del común, hasta presidentes y personalidades nacionales e internacionales.
Incluso, el 15 de julio del 2022, el Congreso de la República, le rindió un homenaje con la entrega de una Moción de Reconocimiento que la destaca ser una de las portadoras de la tradición gastronómica del litoral.
Vida de superación
Basilia Petrona Murillo López, es su nombre completo, el cual menciona con orgullo y asegura que proviene de una raza guerrera ancestral africana.
Tal vez ese mismo espíritu guerrero lo sintió desde muy joven en su natal Nóvita (Chocó), el día en que murió su padre, debido a que tanto ella como sus hermanos quedaron al cuidado de su madrastra.
“Cuando mi papá muere, mi madrastra cogió esposo nuevo y la decisión de ella fue repartir a mis hermanitos como si fueran animales. Algunos de ellos los acogieron familias como la de mi papá. A otro los tenían casi esclavizados. Así que luego de un tiempo los empecé a traérmelos uno por uno a Cali donde viajaba de manera frecuente”, relata Murillo.
Recuerda que tenía 15 años cuando empezó a trabajar como ayudante de cocina en un restaurante frente al CAM (Centro istrativo Municipal) que se llamaba Amor y Amistad, donde había una de las trabajadoras que se llamaba Rosa y quería montar su propio negocio.
“Rosa decidió venirse para la galería de Alameda y le alquilaron un puesto para vender comidas. Ella me dijo ‘venga trabaje conmigo’ y yo acepté. Con el tiempo yo quería también poner mi puesto, y pude tener una ventica de café, arepa, chocolate, carne asada… solo hasta el día en que me sacaron ‘las duras’ a través de una carta firmada”, cuenta Basilia.
Basilia Murillo, concinera tradicional Foto:Particularr
Más que una desdicha, ese impase lo consideró como una oportunidad. Relata que antes de salir de la plaza de mercado, se sentó a llorar cerca de una de las gradas del espacio. Una señora la vio y le preguntó por el motivo de su tristeza y al escucharla, le dijo que estaba buscando vender su espacio, algo pequeño, pero bien ubicado (en este punto se encuentra su restaurante en la actualidad). Se lo dejó a cuotas y con facilidades para pagarlo.
Sostiene que al principio no fue fácil, pues trabajaba sola en un espacio con cuatro banquitas y las personas estaban acostumbradas a comer gorditos de pollo y cosas “que traía a gente de la calle. Empecé a ver eso y decidí darle un cambio”.
“Empecé a hacer la comida reconfortante del mercado, como la carne de pajarilla, hacía sancocho de gallina, de pescado, sudados de carne, lengua y sobrebarriga. Todo lo cocinaba en unas ollas pequeñitas, así como mi estatura. Además, debía regalar cucharadas de muestras gratis para que supieran que el sudado quedaba rico”, recuerda.
Como resultado, su sazón empezó a volverse famosa, pero solo una amiga decidió ayudarle a promocionar sus preparaciones en otros lados de la ciudad. La estrategia fue un éxito, pues tuvo tanta acogida que vendían desayunos y almuerzos tanto en la galería como en otros sectores de la capital del Valle del Cauca.
Basilia Murillo, comparte en algunas ocasiones con estudiantes y nuevos talentos de la cocina. Foto:Particularr
“Al principio me decía que le pagara con almuerzo y desayuno, pero en dos días le puse un sueldo por todo el movimiento que tenía, porque la gente no paraba de pedir sancochos y los sudados”, agrega Murillo, quien resalta que con el tiempo el negocio prosperó e hizo crear el espacio, vinculó a sus hermanos, hijos y otras personas.
Basilia ve poca televisión, es por eso que le cuesta reconocer algunas de las personalidades del mundo de la política, el entretenimiento y la gastronomía a nivel nacional y mundial. Ella prefiere brillar por lo que ella es; su carisma, donde gente y atender de la misma manera tanto a la persona más pobre como la adinerada.
“Por acá han estado personas como el ‘Flaco’ Agudelo, Martín Zapata, incluso, el expresidente Álvaro Uribe Vélez en su primera presidencia, y así fueron llegando y muchos otros. La gente me decía: ¿Usted no sabe quién es ese o este otro? Yo decía no, lo importante es que de la misma manera que atendía a la gente del común los atendía a ellos”, asegura.
La pandemia, un renacer
Para doña Basilia, la pandemia fue “algo loco”, un momento que le sirvió para fortalecer su negocio.
Cuenta que con los encierros por la cuarentena el tema se le volvió “estresante porque nos la pasábamos en la casa ordenando y desordenando todo el día, no sabíamos qué hacer”.
Basilia Murillo, concinera tradicional Foto:Particularr
Recuerda que, al regresar al mes al negocio, encontró los mariscos ya dañados en la nevera, según hace cuentas, eran casi tres millones de pesos que había comprado para la semana. También encontró los plátanos bastante maduros. Lo que parecía una tragedia lo convirtió en una oportunidad.
“Hice un video y dije que aquellas personas que me compraran la comida se llevarían gratis una torta de maduro. Eso se convirtió en propaganda y más de una persona me decía, mándame unos cuantos platos. Nos fue bien, pero la realidad fue que ese domingo de alegría contrastó con un lunes en el que vendimos solo dos almuerzos, así que la sopa que sobró la pusimos en unos icopores para llevar y la regalaba a las personas que pasaran por la calle, incluso a algunos habitantes de calle. en poco tiempo, esas mismas personas se encargaron de traerme a más gente, lo mismo los habitantes de calle, que me hicieron buena publicidad y volvía vender más platos”, cuenta Basilia Murillo.
Doña Basilia asegura buscar la tranquilidad. Dice que no quiere enriquecerse, sino vivir bien con su familia y seres queridos.
Eso sí, las propuestas para comprarle su negocio o asociarse no le han faltado, incluso, el día que le entregaron el galardón del Congreso, le ofrecieron asociarse en con un empresario para montar un restaurante en México.
“Casi no puedo estar tanto tiempo en la casa relajadita, no he podido sacarme unas vacaciones para descansar", agregó.