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'La ideología de Daniel Quintero es la plata y el poder': concejal Alfredo Ramos
En entrevista con EL TIEMPO, el concejal de la oposición se refirió a su lejanía con el partido.
Alfredo Ramos Maya (45 años) ocupó el segundo lugar en la carrera electoral a la alcaldía de Medellín hace 4 años con 235.319 votos, solo superado por el actual mandatario, Daniel Quintero.
Una vez asumió su curul en el Concejo —por el estatuto de la oposición— se convirtió en una de las figuras más visibles entre los contradictores de la istración distrital.
Su destacada votación en 2019 y su rol protagónico en el Concejo lo hacen ver por algunos como un serio candidato a la contienda electoral, pero Ramos aún no define su futuro político. Dice que hoy está alejado del Centro Democrático, partido que lo avaló en su momento y que hace casi 10 años lo llevó al Senado de la República.
En entrevista con EL TIEMPO, el concejal habló de lo que han significado los 3 años de oposición, el gobierno de Quintero, sus aspiraciones electorales y su lejanía con el partido del expresidente Álvaro Uribe.
Alfredo Ramos Maya, concejal de Medellín Foto:Jaiver Nieto Álvarez /ETCE
¿Usted será candidato?
Yo tengo una cosa muy clara en este momento. La crisis de Medellín es muy grande, todo el mundo está haciendo campaña electoral y los entiendo, pero yo no me quiero extraer del tema de Medellín entonces sigo sentado aquí en el Concejo, haciendo debates y controles, haciendo investigaciones y estoy actuando como si no hubiera campaña, no me estoy preocupando por eso porque siento que aquí Medellín es más importante que sacar unos votos
¿Pero ya tomó una decisión?
No he tomado decisiones. No me afana el poder. No soy una persona vanidosa ni ambiciosa en ese sentido, prefiero concentrarme en este punto, todavía tenemos muchas denuncias. Sé que si estuviera dedicado a conseguir votos pierdo lo que hoy necesita Medellín. Por allá más adelante, en unos meses, tomaré decisiones sobre mi futuro político.
¿En mayo se conocería su futuro político?
Seguramente, entendiendo también todos los retos que tengo como ser humano y también político, porque uno tiene que ser claro en eso. Hago parte de un partido político, llegué por ese partido político, del cual me he marginado un poco de muchas de sus decisiones y he sido muy disidente dentro del Centro Democrático.
¿Por qué?
No comparto muchas de sus decisiones. Es un partido que tiene que reinventarse, desde hace mucho tiempo lo llevo diciendo y no lo ha hecho. Sigue sumido en prácticas tradicionales que son muy dañinas, considero que no tiene una capacidad de autoreflexión y no ha entendido las nuevas dinámicas políticas, en particular, la creación y potenciación de liderazgos. Todavía se sigue personalizando y lo considero un grave error.
Sí, públicamente y constantemente. El Centro Democrático no puede ser un partido político más y se ha convertido en eso. Creo que las listas abiertas le hicieron mucho daño. Lo vemos acá, con cuatro concejales que se hicieron elegir con estas banderas, pero siguieron a Daniel Quintero. La capacidad autocrítica ha sido muy baja. El partido no sería alternativa nacional, regional y local si sigue aferrado a las viejas prácticas políticas y a la centralización y magnificación de las personas, porque yo creo que las instituciones tienen que trascender y tienen que tener más liderazgos colectivos que personalistas, una renovación de ideas y personas, una oxigenación constante.
¿Tiene claro el cargo que será objeto de decisión?
Para mí el Concejo ha sido muy satisfactorio, pero también siento que hay que oxigenarlo y me incluyo. Se los dije públicamente a los concejales del gobierno, ojalá los saquen a todos, porque son malos, silenciosos, mediocres, se han dedicado a aplaudir al gobierno y no han hecho nada. La ciudad tiene que castigar con su voto —unos salimos por decisión propia— pero a los que quieren perpetuarse, hay que sacarlos con votos. Medellín tiene que madurar, no solo en voto de opinión hacia los alcaldes, sino en voto de opinión hacia el Concejo, donde hay una deuda supremamente grande.
Alfredo Ramos Maya, concejal de Medellín Foto:Jaiver Nieto Álvarez /ETCE
¿Entonces las opciones son la alcaldía de Medellín o la gobernación de Antioquia?
Yo no descarto ser candidato ni a la Alcaldía ni a la Gobernación. No es mi obsesión en este momento ninguno de los dos, pero no descarto esas alternativas. Sin embargo, también tengo la capacidad racional de decir que no voy a ser obstáculo para que después, por caprichos propios, se perpetúe este poder dañino. Tampoco tengo que sentarme a negociar, que me parece muy dañino, hay muchas aspiraciones buscando negociar dentro de tanto enredo político. Eso desnaturaliza la política, se pierde la altura del debate y son oportunistas viendo dónde caen parados, por eso uno ve 40 nombres en este momento aspirando a la alcaldía de Medellín.
¿Sería candidato por el Centro Democrático?
Esa es una decisión para pensar, francamente. Tengo ciertas restricciones por normas, pero también entiendo que, si los partidos no tienen candidatos, no se les puede negar a esas personas la posibilidad de hacerlo a través de movimientos ciudadanos, que también han perdido credibilidad y legitimidad por cuenta de que muchos intentan esconderse allí, dándoselas de ‘independientes’ y después terminan siendo los más clientelistas y las peores prácticas. Esa mecánica no la pienso.
¿Su decisión de lanzarse a la política dependería de la que tome Federico Gutiérrez?
La decisión que tome no va a depender de nadie en particular y menos en la política. Consultaría a la ciudadanía que es el más importante ingrediente, lo que sienta y quiera la ciudadanía que yo sea el servido en la política, pero no dependería de una decisión de un tercero. Lo que sí tengo claro es que no voy a participar en un proceso donde se dividan las oportunidades para terminar beneficiando a un candidato de la corrupción de Quintero que ya tiene varios nombres, entonces no quiero ser un obstáculo para decisión de personas y termine beneficiando como hace 4 años. Yo no hago política por vanidades personales y no me gustan los políticos que se sienten indispensables, eso le hace mucho daño a la democracia.
¿Usted cree que le afecta políticamente la condena de su padre, el exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos?
Intento mirar objetivamente y racionalmente ese hecho. Muchos se aprovecharían sin duda de ello, para hacer mala imagen, seguramente no lo harían de frente, sino que utilizarían una cantidad de formas para ahondar en ese discurso. Pero también siento que en otros sectores hay reconocimiento, aprecio y solidaridad por cuenta de lo mismo. No podría decir con objetividad si es algo en contra o a favor. Es un elemento que no tendría en cuenta porque es una realidad. No quiero que las personas voten a favor o en contra por ese hecho. O sea, que me evalúen a mí, personalmente, sería lo más importante.
Yo creo que hay muchos que sí están siendo candidatos por ser primos de gestoras, pero no sé si ese ha sido tal vez el único mérito para algunos. Yo sí siento que al menos en la gestión que he hecho en el sector privado, en el Senado y ahora acá en el Concejo, al menos, ya hay una visión de quién es Alfredo Ramos. Buscaría lo mismo independientemente de cuál fuese la situación de mi papá. Yo espero que las personas me califiquen a mí por ser quien soy, más que ponerme en la discusión familiar particular, a eso no debería ser relegada la política.
Luis Alfredo Ramos. Foto:Luis Lizarazo. Archivo EL TIEMPO
Cuando aceptó la curul en el Concejo, ¿pensó que llegaría a ser uno de los principales líderes de la oposición?
Personalmente, cuando tomé la decisión de entrar al Concejo —que no fue fácil porque cuando hay una derrota se tiene cierto duelo interno— pensé mucho en mi tranquilidad, yo tenía un hijo recién nacido en esa época. Sin embargo, tomé la decisión y creo que ha sido sumamente valiosa, en conocimiento, en materia profesional, en profundizar los temas de Medellín. No entré con ninguna idea de hacer una oposición per se, es decir, al principio quería tener una visión muy clara y era esperar cómo arrancaba el gobierno. No quería llenarme de prejuicios.
¿Qué ha pasado entonces, en estos tres años de oposición?
Desde muy al principio me empezaron a llegar muchas denuncias concretas y yo veía a Daniel Quintero dando unos mensajes de tranquilidad a ciertos grupos, pero yo internamente viendo lo que me empezaba a llegar, muchas de las sospechas que tenía, se empezaron a volver realidad.
¿Cómo comenzaron las investigaciones sobre estas denuncias que le habían llegado de corrupción?
Finalmente, tomé la decisión de investigar y profundizar muchas de las denuncias que llegaban porque no tenían mucho sustento. Eran simplemente una preocupación de alguien, pero nunca con pruebas y fundamentos. Empezamos y definitivamente desde el inicio esta istración, es decir, en febrero o marzo, antes de la pandemia, ya entendíamos que aquí había cierto sistema de corrupción institucional muy miedoso. El equipo entendió la decisión de tener una visión más profunda de investigación y que no hablaríamos de todos los temas, a pesar de que al inicio no había mucha claridad y no sabíamos hacia dónde dirigir los esfuerzos.
¿Cuándo la oposición y las denuncias se convirtieron en un tema de ciudad?
La oposición abre los ojos de muchos otros sectores y cuando hubo la quiebra institucional entre Quintero y la renuncia de la junta directiva de EPM muchos de los que al principio decían “hombre, déjelo gobernar” empezaron a decir “Venga, usted tenía razón, hablemos”. Lo que es muy relevante es que sectores que habían tenido rencillas históricas empezaron un diálogo, creo que eso es importante. Quintero —tampoco hay que endiosar en ese sentido— logró que hubiera comunicación entre muchos sectores que no hablaban y que buscaban cómo fracturarse.
¿Cuáles son esos sectores que empezaron a dialogar entre sí para poner sobre la mesa estas presuntas irregularidades?
Partidos o movimientos políticos que no tenían mucho diálogo comenzaron a hablar independientemente de su ideología porque entendieron que ahí había un compromiso ético mucho más grande. El Polo Democrático, el Centro Democrático, Compromiso Ciudadano, Alianza Verde. Ese es un primer inicio, esos sectores empezaron a tener una preocupación ética y a mirar cómo empezamos a unir fuerzas porque algo malo estaba pasando en Medellín.
Creo que también muchos sectores sociales, que de alguna manera tenían cierta relación con la con la Alcaldía como institución, es decir, que eran contratistas, también abrieron los ojos y empezaron a denunciar, tal vez no eran denuncias públicas, pero siempre decían “cuidado acá”. La academia empezó a decir “mejor no contratemos y tengamos una visión mucho más crítica de esta alcaldía”. Muchas instituciones empezaron ese diálogo que arrancó en sectores políticos, pero se fue ampliando a una política con P mayúscula.
Daniel Quintero repite que los sectores sociales están con él ¿Eso que tan cierto es?
El sector social que dice Daniel Quintero que está con él es uno abanderado y liderado por una clase política aliada de él, disfrazada de sector social. Por ejemplo, hay ediles o consejeros comunales de planeación que están en el presupuesto participativo, entonces siguen dentro de esa misma burbuja de Alcaldía. Pregunte en las conversaciones con las personas de cualquier estrato social y las comunidades más vulnerables por el alcalde de Medellín y verá cuál es la verdadera respuesta. Así que el famoso apoyo no existe, es una pantomima, es un globo que infla Quintero o le inflan alrededor. Usted no ve a Daniel Quintero en las calles conversando con la ciudadanía de una forma espontánea y tranquila donde las personas lo aplauden. Siempre está en ambientes controlados, entregando subsidios y regalos, evitando cualquier tipo de interacción social.
Daniel Quintero, alcalde de Medellín Foto:Jaiver Nieto Álvarez /ETCE
¿Usted cree que esos sectores a los que se refería anteriormente cometieron errores que hayan conducido al panorama actual, que incluye un quiebre en las relaciones con la alcaldía de Medellín y el modelo de istración que tuvo la ciudad por varios años?
Esta respuesta tiene varias aristas. La primera es que no hemos tenido una institucionalidad perfecta. La corrupción ha existido en Medellín y también ha habido errores de ciertos alcaldes por una magnificación del ego y de la imagen del alcalde.
En lo privado se han cometido varios errores de fondo. Yo lo reduciría a algo concreto. Medellín ha tenido un empresario bastante generoso, pero muy silencioso frente a sus obras. Estamos en un mundo cada vez más mediático y cada vez más rápido en la comunicación. Lo otro es que sí han existido errores por parte de los empresarios, hay que ser más abiertos y más cercanos, creo que después de la crisis institucional que ha sucedido en Medellín son mucho más claros en ese sentido.
Por último, hay algo muy concreto y es que muchos de los programas sociales no están construidos de abajo hacia arriba, sino de arriba hacia abajo, es decir, es una imposición del gobierno. Las organizaciones sociales terminan instrumentalizadas para ganarse unos contratos, en lugar de tener una visión mucho más activa en la creación de los planes de desarrollo para que luego se vuelvan una política en el Estado local.
¿Se siente satisfecho con el rol que asumió en el concejo?
Sin duda. Uno quisiera tener más tiempo y más capacidad, pero estoy muy satisfecho con el trabajo, porque lo hemos hecho de una forma seria, argumentativa y pedagógica. La oposición no puede ser irreflexiva, que no entienda, solo para molestar y, a veces, en temas cosméticos. Creo que ese es el error en el que está cayendo la oposición nacional. Hay que ir a los temas de fondo, a la forma en que se invierten los recursos o a los resultados específicos de los programas. Ese es el sentido de una oposición más valiosa.
¿Ha faltado diligencia de los organismos de control en Medellín?
Localmente la Personería y la Contraloría son dos directorios políticos que todo el mundo sabe cómo se componen, con una cantidad de contralores auxiliares o personeros delegados que son cuotas de concejales de Medellín que son de la bancada de gobierno. Si uno hace un recorrido por esos cargos son un pasaporte de la impunidad. Nos cuestan 75.000 millones de pesos al año las dos entidades de control y no hacen nada. Es un tema que se tiene que reevaluar en Colombia porque son altamente politizados y no tienen mérito, allá no se llega por mérito.
¿De los temas que ha investigado, cuáles considera que son más graves?
Podría hacer un top diez de denuncias que considero son de la mayor gravedad. La primera que hicimos y creo que hoy es la que más ha avanzado es Buen Comienzo con la Corporación Colombia Avanza. Hay otras que yo creo que son supremamente importantes, hemos denunciado la corrupción en el Hospital General de Medellín; la forma en que contrata la Empresa de Desarrollo Urbano; la Empresa de Seguridad Urbana; la secretaría de Suministros; la Agencia APP.
Como es el último año creo que van a buscar a arrasar con todo porque sienten que van a perder la Alcaldía. Yo creo que ellos tienen muy claro que Medellín ya no los quiere, buscarán dividir a la oposición de todas las formas posibles con el discurso ideológico; supuestamente ideológico, porque realmente Quintero no tiene ideología. La ideología de Daniel Quintero es la de la plata y el poder, no es una ideología política y filosófica, sino básicamente cómo hacer negocios con el Estado y cómo perpetuarse en el poder.