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Colegio San Marcos celebra un nuevo año de vitalidad educativa
La institución le apuesta a la enseñanza del inglés y el fomento de la investigación.
El colegio tiene, en este momento, 1.500 estudiantes. Las actividades deportivas se celebran en el campus. Foto: Guillermo Ossa
Cincuenta y cinco años está cumpliendo la Unidad Educativa San Marcos de Envigado, por la que han pasado decenas de generaciones en las que se han formado, dicen sus directivas, desde políticos hasta artistas.
El año de su fundación, 1964, parece ya demasiado lejano. En esa época, rememora Rafael Ramírez, profesor de español, la parroquia de San Marcos estaba recién fundada.
El padre Eugenio Villegas, primer párroco, logró consolidar la comunidad del sector alrededor de la recién instaurada iglesia. Luego de eso, lleno de entusiasmo, inició un proyecto educativo. Así fue el comienzo del colegio de San Marcos.
Según el profesor Ramírez, la institución arrancó de una manera ‘muy rudimentaria’. “En el sector habitaban muchos migrantes, gente más bien pobre. La mentalidad les dictaba que no había que estudiar sino trabajar y salir adelante. Al padre le prestaron una casa y en una pieza comenzó a dar las primeras clases a las 20 niñas que hacían parte de la nueva institución.
Hoy, 55 años después de ese precario y difícil origen, el colegio cuenta con 1.500 estudiantes entre hombres y mujeres. Cada año se gradúan 140 bachilleres. Muchos de ellos, dicen las directivas, optan por carreras afines a las matemáticas y las ingenierías.
Este es un colegio muy completo. El nivel académico es muy bueno, no se están formando mediocres acá. Sin embargo, creo que lo más valioso son los profesores
Y es que esas son áreas fuertes de la institución. Según explica Ramírez, el currículo académico es fuerte tanto en matemáticas como en ciencias. Por eso cuentan con amplios laboratorios y salas de computadores que permiten el aprendizaje de dichas asignaturas.
Diego Luján, rector de la institución, explica que el buen desarrollo de esas áreas no quiere decir que las demás sean descuidadas. Resalta el nivel de inglés que la institución ha adquirido en el último tiempo, especialmente luego de la apertura del Centro de Idiomas, que funciona en el colegio.
Luján también destaca que la calidad de los docentes es una de las prioridades de la institución.
Lo mismo considera Juan Pablo Gómez, estudiante de grado 11 y quien ha cursado toda su vida educativa en San Marcos. “Este es un colegio muy completo. El nivel académico es muy bueno, no se están formando mediocres acá. Sin embargo, creo que lo más valioso son los profesores”, opina el joven.
El templo es un espacio de beneficio para nuestros estudiantes, es un lugar de encuentro
El profesor Ramírez, por su parte, añade que otro de los ingredientes principales del colegio es la formación en valores cristianos. Según su forma de pensar, estos ayudan a los jóvenes a tener una formación integral y los preparan de mejor manera para afrontar las dificultades de la vida.
Uno de los aportes principales de esos valores, comenta el docente, es la comprensión de las diferencias. Es decir, los estudiantes entienden mucho mejor las particularidades de los demás.
En el mismo sentido, la relación del colegio con la parroquia es muy estrecha. Ejemplo de ello es que el primer jueves de cada mes recogen ayudas para los niños de la misericordia.
Los salones del colegio son amplios y bien iluminados. Foto:Guillermo Ossa
Además de eso, también ayuda a otros colegios de la arquidiócesis de Medellín que presentan mayores dificultades económicas. “El templo es un espacio de beneficio para nuestros estudiantes, es un lugar de encuentro”, dice el docente.
Y, si bien las directrices del colegio son católicas, no hay problema en que estudiantes de otros credos se acerquen a la institución. “Los muchachos son muy respetuosos con la ceremonia. Los que tienen otras creencias no tienen problema en asistir. No los obligamos, ellos simplemente se suman y lo hacen con mucho respeto”, comenta Ramírez.
Por otro lado, las directivas destacan que las actividades deportivas y culturales siempre han sobresalido dentro de la institución. En el centro del campus está la cancha de fútbol, bien tenida, a la que califican como “un gran atractivo para los muchachos”. Allí se han jugado cientos de partidos entre las generaciones que pasaron por el colegio.
El lado cultural ha tenido su esplendor en el teatro. Ramírez cuenta que en los años 80 se formó un grupo escénico dentro de la institución que tuvo gran fuerza por varias décadas. Esa tradición teatrera se ha mantenido. Hoy hay un grupo que participa todos los años en festivales municipales.
“La presencia cultural es muy alta. Incluso, podríamos decir que eventos deportivos como los interclases terminan teniendo mucho de cultural. En los actos cívicos, por ejemplo, tenemos siempre música y diferentes actividades”, dice Ramírez.
Por los 55 años del colegio, precisamente, se organizaron eventos culturales para el disfrute de todos los estudiantes y la comunidad educativa. Las directivas esperan que el colegio siga creciendo y pueda cumplir otros 55 años más.
Revolución con el centro de idiomas
Juan Pablo Gómez, estudiante de grado once, dice que desde que el colegio abrió el centro de idiomas, un bloque moderno de espacios amplios y agradables, el nivel de inglés en el colegio ‘mejoró exponencialmente’.
Diego Luján, rector de la institución, explica que la apertura de este espacio, en asocio con el Centro de Lenguas de la Universidad Pontificia Bolivariana (SILECS), ha traído grandes beneficios a los estudiantes. Por ejemplo, los grupos para recibir la asignatura se dividieron en dos, lo que permitió una enseñanza más personalizada.
En el centro de idiomas, inaugurado hace tres años, los niños aprenden inglés de maneras no convencionales: juegan y cuentan leyendas en ese idioma. Foto:Guillermo Ossa
Tatiana Chiquito, coordinadora del programa en segunda lengua del SILCS, anota que la enseñanza del inglés va mucho más allá de aprender el mero idioma: “Aquí le apuntamos al crecimiento del ser, a que se expanda a través de la lengua. Por ejemplo, reflexionamos sobre otras culturas. En fin, lo que hacemos es construir una mirada de comprensión a través del inglés”.
La docente añade que para lograr ese cometido se realizan charlas y es constante que los estudiantes de otras nacionalidades, especialmente anglosajones, den charlas a los niños y les ofrezcan una mirada diferente del mundo. A la institución han llegado estudiantes australianos y estadounidenses. También lo han hecho desde lugares más remotos del planeta: Vietnam, Birmania y Mongolia.
Aquí le apuntamos al crecimiento del ser, a que se expanda a través de la lengua. Por ejemplo, reflexionamos sobre otras culturas
Para las directivas, el bloque de idiomas no es solo un edificio de concreto. Es, desde su punto de vista, un lugar de encuentro entre los estudiantes en el que pueden aprender sobre el mundo. Cuando se recorre el edificio, que cuenta con salones amplios y cómodos, es común ver a los más pequeños apostados sobre el suelo, jugando. “De eso se trata, de que aprendan el inglés de una manera nueva, novedosa”, argumenta Chiquito.
Otra de las formas de enseñanza no tradicional del inglés se hace desde las leyendas. Los chicos, cuenta Chiquito, llevan al colegio alguna atrapante leyenda que se cuente en otra latitud y, en inglés, tratan de contársela a sus compañeros. Desde que se instaló el centro de idiomas la enseñanza del inglés sufrió un vuelco al que todos miran de manera positiva.
Transformar a través de la investigación
El colegio de San Marcos ha entendido la importancia de que sus estudiantes lleguen a la universidad siendo ya investigadores. Por eso, la institución está en dos redes de investigación escolar. Para Diego Luján, rector de la institución, esta debe ser transversal a todas las áreas del conocimiento: desde las ciencias de la salud, las ciencias sociales y hasta los proyectos académicos ligados a la huerta en que trabajan y aprenden los estudiantes.
El rector explica que, si bien la investigación no es un modelo pedagógico propiamente dicho, el colegio espera, en un plazo de unos tres años, tener un currículum investigativo. Es decir, que esta tenga valor e independencia dentro del plan de estudios. “Lo que buscamos es transformar la forma de enseñar, llegar al conocimiento de otras maneras. Para ello estamos invirtiendo en las ferias de la ciencia, la formación de los maestros y la participación de nuestros estudiantes en eventos científicos locales”, anota Luján.
El rector añade que la investigación es una manera de hacer menos estática la enseñanza. “Debemos innovar, dinamizar, sacar la escuela del tradicionalismo”, sentencia.
Muestra de que la investigación ha crecido en la institución es el proyecto de uno de sus alumnos. Se trata de un medidor de ataques epilépticos que funciona a través del dispositivo móvil. Así, la persona recibe una alerta de que está propensa a sufrir un ataque y pueda prevenir las lesiones que este pueda desencadenar.