“Mientras más trato de averiguar quién era ese hombre sonriente más se aleja de mí su imagen” explica Daniela Abad a propósito del abuelo materno Tito Lombana, protagonista de su segundo documental The Smiling Lombana.
Pero la obra está lejos de ser una visión romántica. Es un acto de valentía de la directora. Una cinta dolorosamente auténtica y sincera, que nombra lo innombrable y que rompe el silencio sobre un tema tabú en la familia.
Podría decirse que entre más se aleja la imagen del abuelo, más nos acercamos a la imagen de nuestro país, a esa que quiere maquillarse todo el tiempo. Por eso la cuestión va más allá de Tito, pues la pregunta más importante es: “Cómo vivimos, en qué nos transformamos… cómo se ha modificado la ética de un país entero”. Y en ello radica la fuerza de este valioso documental.
Tito Lombana, fue un artista costeño de origen humilde, talentoso y precoz. A los 18 años y siendo autodidacta se ganó el IX Salón de artistas. También fue el autor del célebre monumento a Los zapatos viejos de Cartagena.
A finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta, era una de las grandes promesas del arte colombiano. Fue reconocido por críticos de la talla de Marta Traba, Héctor Rojas Herazo y Casimiro Eiger. En un momento, por rebeldía, por ambición o por los dos cosas, opta por un vía más rápida y se relaciona con el narcotráfico.
Es muy fácil hablar de las virtudes de la propia familia, pero es bueno también hablar de las manchas
A través de la película nos embarcamos en un viaje personal para conocer a este hombre sonriente y enigmático que esquivó el dolor. Alguien que llevó una doble vida, la del padre amoroso y la del hombre “amoral”.
Y ese viaje es, a la vez, una mirada a la historia reciente de Colombia, a su esnobismo, a la urgencia de éxito, a su indolencia y doble moral. La película cuestiona esa visión de las cosas.
“Es muy fácil hablar de las virtudes de la propia familia, pero es bueno también hablar de las manchas”, explica Abad. Como en Inmersión de Wenders, también se debe valorar lo que está oscuro y tratar de iluminarlo. Es lo que hace esta película.
Llama la atención, el increíble material de archivo, de fotos y películas caseras, así como también, la labor paciente para construir y de-construir la imagen de ese abuelo de eterna sonrisa. De ese hombre genial y de múltiples talentos, como escultor, decorador, arquitecto y, al mismo tiempo, un mentiroso, desentendido e inconsciente.
The Smiling Lombana se suma a la lista de lo que llamo documental en primera persona: Amazona, Amanecer, Yo, Lucas, Ciro & yo y La mujer de los 7 nombres, entre otras cintas colombianas recientes.
Martha Ligia Parra
Crítica y columnista de cine