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El emprendimiento paisa que beneficia a los privados de la libertad
Dos emprendedoras crearon una marca que beneficia a los reclusos del país y sus familias.
La labor que desarrollan los privados de la libertad constituye una oportunidad, debido a que las personas con antecedentes tienen muchas dificultades para conseguir un empleo. Foto: Esneyder Gutiérrez
“En medio de la oscuridad, pueden nacer cosas muy lindas”. Estas son las palabras de Juliana Zuluaga con las que describe cómo lo que en un principio fue una tragedia en su familia, hoy es un ejemplo para la sociedad.
Se trata de la marca Made in Prison creada por la familia Zuluaga, en cabeza de las jóvenes Sara y Juliana.
La nebulosidad en la vida de la familia comenzó hace cuatro años cuando al padre de las hermanas, Nelson Zuluaga, fue detendio por tráfico de estupefacientes en una vía del norte del Cauca, Santander de Quilichao, por donde normalmente transitaba en su oficio de transportador de carga.
Un mes después de estar en prisión, las hermanas Zuluaga fueron a visitarlo a la cárcel.
Ese día descubrieron con sorpresa que su papá lucía en una de sus manos dos manillas con los nombres de ellas: Sara y Juliana.
Ese fue el nacimiento de un momento luminoso y bello. Al ver las caras de felicidad de sus hijas, Nelson les contó que un miembro de una comunidad indígena del Cauca, que también estaba preso, le había enseñado a tejer durante ese tiempo y que con eso había conseguido estar tranquilo y, además, encontrado un proyecto en el que concentrarse dada la ansiedad que le producía el estar encerrado.
Las manillas hechas con mostacilla buscan expresar conciencia y crear una identidad, cuentan, además, con un simbolismo significativo. Estas artesanías las realizan, generalmente, grupos indígenas para su subsistencia.
Sara, a pública, y Juliana, tecnóloga en calidad y a humana, quedaron maravilladas con la calidad y encanto de las pulseras artesanales.
Made in Prison fue creada por la familia Zuluaga, en cabeza de las jóvenes Sara y Juliana. Foto:Esneyder Gutiérrez
Por esto, le propusieron a su padre que ellas podían vender las que tejiera. Él les respondió que mejor le ayudaran a comercializar las manillas de otro compañero de prisión que estaba pasando por una situación más compleja que la suya,debido a que antes de caer preso era el responsable de un hogar con cuatro hijos pequeños.
La sensibilidad de Nelson, aunada a la visión de las chicas, dio origen a la marca Made in Prison.
Una marca de rios tejidos y hechos en la cárcel por personas que buscan cambiar su futuro, que quieren trabajar, tener un ingreso y que desean tejer una nueva oportunidad y encontrar un camino de vida diferente porque no solo tejen con hilos, también tejen sus nuevas vidas.
En la actualidad son 16 hombres de los centros carcelarios de Santander de Quilichao y Bellavista los que están trabajando.
La marca y los productos en estos cuatro años ha evolucionado mucho. En primer lugar, ya está la marca registrada, se formalizaron como empresa y sus creaciones ahora manejan tendencias, gamas de colores, diseños de lujo exclusivos, empaques y terminaciones especiales.
Sus productos son manillas, anillos, brazaletes, cinturones y cintas para sombreros, en mostacilla e hilo, camisetas y se vienen con bolsos pequeños.
El 80 por ciento del proceso de los productos es hecho en las cárceles, luego la terminación se las dan en lugares especializados donde incluso les ponen oro.
“No queremos que la gente compre por pesar, que digan: comprémosles a los presos, qué pesar. Lo que queremos es que sean productos que la gente quiera”.
“No queremos que la gente compre por pesar, que digan: comprémosles a los presos, qué pesar. Pero no, lo que queremos es que sean productos que la gente quiera y que digan ¡qué es esto tan lindo¡ y luego se enteren quién las realizó, lo importante es la calidad”, aseguró Sara Zuluaga.
El negocio empezó con ellas comprándoles, de su propio bolsillo, las manillas a los presos. Recuerdan que al primero que le compraron su producido, les pidió que le entregaran la plata a su familia. Así lo hicieron.
“Cuando llamamos la esposa del señor, ella se puso a llorar y nos contó que el dinero lo usaría para pagar el arriendo. Ella también se rebuscaba vendiendo las manillas, pero casi regaladas. En ese momento entendimos que debíamos aportarles a los privados de la libertad”, cuenta Sara.
Ellas las vendían entre amigos y conocidos, hasta que fueron mejorando sus canales de ventas para llegar con sus productos de calidad, a todo el país.
En este momento solo cuentan con una tienda física donde venden sus productos, la tienda ‘Tribu, mujeres con visión’, en el centro comercial El Tesoro y están en las redes sociales: Facebook, Instagram y Twitter. En los próximos días tendrán su propia página web.
Esperan que la empresa pueda llegar a otras cárceles y beneficiar a muchos otros privados de la libertad y sus familias que, a través de las redes, les piden a las hermanas Zuluaga apoyo para ingresar al programa.