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Exhabitantes de calle fabrican tapabocas para ayudar a la comunidad
Un pequeño taller es operado por 15 personas que hacen parte del proceso de resocialización.
En este taller laboran 15 personas que antes de entrar al proceso solo tenían como toda esperanza la calle y la drogadicción. Foto: Esneyder Gutiérrez
El espacio es llamado 'Casa Resocialización' y está ubicado en Medellín. A él acuden los exhabitantes de calle que se encuentran en las últimas etapas de su proceso, denominada: Retribución Social. Ellos asisten a unos talleres para aprender un oficio para la vida y habilidades socio-ocupacionales en cuatro áreas del conocimiento: jardinería, confecciones, madera y gestores de vida.
Gracias a la iniciativa de Omaira Estela Montoya, una de las docentes y rehabilitada en el mismo programa, que tomó la decisión de hacer tapabocas como una forma de precaución y protección para los funcionarios que los atienden, los profesores que los forman y por ellos mismos, que se encuentran en rehabilitación, a propósito de la pandemia ocasionada por la covid-19.
La ahora también empresaria y tutora del grupo tuvo la idea a partir de la certeza que le daban las capacidades y conocimientos adquiridos por los rehabilitados en materia de confecciones.
Mónica Alejandra Gómez, secretaria de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos, explicó que inicialmente los tapabocas serán para los funcionarios de la Secretaría que siguen desarrollando trabajo de atención integral en el territorio ante la contingencia de la covid-19, pero no descartó que más adelante se podría contemplar la opción de comercio a la comunidad en general.
Agregó que los tapabocas están fabricados con tela antifluido y se pueden lavar, aunque reconoce que están en etapa de mejoramiento constante del producto, ya que no era algo que normalmente fabricaran. Los recursos para las materias primas fueron puestos por la misma secretaría de Inclusión Social, del presupuesto que tienen para el programa.
Están fabricados con tela anti fluido y se pueden lavar, aunque reconoce que están en etapa de mejoramiento constante del producto ya que no era algo que normalmente fabricaran
“Este trabajo ha sido muy motivante y hace parte del proceso que lleva cada uno, es decir, lo importante del trabajo que estamos haciendo es que ellos mismos identificaron por qué debíamos hacer tapabocas, en vez de cojines o muñecos. También es una manera de decir, aquí estamos y podemos aportar a la sociedad”, aseguró Darwin Eliécer Lenis, uno de los educadores.
Libardo Elías Zapata, de 42 años, un necoclicense que llegó a Medellín en su niñez y en la actualidad es uno de los participantes del programa de resocialización y de fabricación de tapabocas reutilizables, manifestó la importancia que tiene para ellos poder contribuir en este momento de crisis a la sociedad.
La historia de Zapata en las drogas comenzó a muy temprana edad e inició con el consumo de sustancias con cigarrillo y luego marihuana. A los 20 años, cuenta, probó el bazuco, que lo llevó a 22 años de una oscura adicción.
“El bazuco fue la droga de impacto que perjudicó mi vida y me tiró a la calle durante mucho tiempo, perdí mi familia y toqué fondo por lo difícil del consumo que, incluso, lo lleva a uno por malos caminos para suplir la necesidad de droga”, comentó Zapata, quien ahora, orgulloso y luego de dos años de cambios, se encuentra en la etapa de desprendimiento, que es la de preparación para salir de nuevo a la vida social y libre de adicciones.
Luego de dos años de cambios se encuentra en la etapa de Desprendimiento, que es la de preparación para salir de nuevo a la vida social y libre de adicciones
Un pequeño y modesto taller de confecciones, operado por 15 personas que hacen parte del proceso de resocialización del Sistema de Atención al Habitante de Calle de la alcaldía de Medellín, en el barrio Prado de Medellín, fue acondicionado para fabricar tapabocas. Foto:Esneyder Gutiérrez
La fase en la que se encuentra la mayoría del grupo fabricante de tapabocas es denominada 'seguimiento' y es “como cuando un niño está aprendiendo a caminar, que se levanta y la mamá está ahí pendiente de que no se caiga”, manifestó Sandra Pineda Toro, quien lleva seis años en el programa y en la actualidad dedica gran parte de su tiempo a ayudar a los demás en su proceso de rehabilitación. Ella es otra de las mujeres que lidera el proceso de la fabricación de los escasos y necesarios tapabocas.
Durante este tiempo de contingencia por la covid-19, la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos atiende en el Centro Día a 230 habitantes de calle con alimentación, albergue y actividades de ocio y sensibilización, así como de autocuidado para prevenir la expansión del virus.
Además, habilitó otros puntos en la ciudad para la población de y en calle, con carpas en las cuales pueden alimentarse y acceder a servicios de higiene y sensibilización.