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La marca paisa que confecciona uniformes a partir de botellas recicladas
Oceánica nació en medio de la pandemia y hoy es una apuesta seria por la sostenibilidad.
Melissa está al frente de Oceánica que hoy genera 21 empleos, desde diseñadores y confeccionistas. Foto: Cortesía Guillermo Zuluaga
El siguiente texto no pretende ser un manual de autoayuda para tiempos convulsos. Ni tampoco una historia más de la “pujanza paisa”.
Es una historia, al tiempo, evocadora como profunda. Algo así como lo que significa su nombre: Oceánica. Y en ella se cumple aquello de a grandes males grandes soluciones.
“Oceánica nace en medio de una pandemia, cuando como odontóloga no podía ejercer y me había quedado sin ningún ingreso”, comenta Melissa Celis, cuando se le pregunta por su marca de uniformes médicos que tiene la particularidad de que estos son confeccionados con botellas de plástico recicladas.
Melissa es una joven y elegante odontóloga que alguna mañana se había preguntado por la comodidad de la ropa que tenía que enfundarse para atender a sus pacientes y no le parecían cómodos ni prácticos.
También la misma que a sus escasos años parecía tener todo resuelto: una familia, un novio, consultorio y tantas citas por atender en varias clínicas de Medellín.
Melissa Celis es la creadora de la marca Foto:Cortesía
Pero a ella, como a tantos, algún día la pandemia del covid-19 se le asomó y se le entró por la ventana.
Melissa se quedó sin empleo. La pandemia le había trastocado sus anhelos. Y quiso comenzar a cambiar asuntos de su vida. Se imaginó, entonces, crear una marca de ropa. Y en esas horas tan vivas o tan muertas que dejó la pandemia, un documental de televisión la alertó sobre el plástico y su impacto en la vida de los océanos.
“Cuando empiezo a materializar mi sueño que la industria textil es muy contaminante”, dice.
Y entonces pensó en utilizar materiales que al tiempo ayudaran al planeta.
Probó materiales y, paradójicamente, en esas se topó con el plástico. Para junio de 2020 ya estaba marchando el proyecto.
Las botellas de PET se esterilizan, se secan y clasifican de acuerdo al color del plástico para luego ser trituradas en pequeñas astillas -explica como si fuera ya una curtida ingeniera-. Las astillas se calientan y se pasan a través de una hilera para formar cuerdas de hilo; luego estás se llevan a través de una máquina de engarce que crea una textura esponjosa. Este hilo se embala y se tiñe y se teje en poliéster”.
El proceso termina cuando, con técnicas más avanzadas, se mezcla el poliéster con otras fibras como lycra o algodón para brindar a las prendas mejores características y empieza el proceso de armar las prendas.
La pandemia, entre muchas otras cosas, me dejó claro que para el planeta hemos sido una carga
“La pandemia, entre muchas otras cosas, me dejó claro que para el planeta hemos sido una carga, y que cada día que no ocupamos las calles, la naturaleza recuperó un poco lo que le hemos quitado. Por eso decidí que, además de emprender, debía hacerlo sosteniblemente”, cuenta.
Así se expresa esta emprendedora. Con la seguridad que le dan tantos años recorridos, pues a sus 17 años ya andaba trabajando, después de que sus padres -por ser menor de edad- le firmaran un permiso para hacerlo en un local de computadores, donde vendía y istraba.
Después de esto, repartía volantes y vendía shots. Luego, fue vendedora de una marca de ropa para niñas, con lo cual se ayudaba en los gastos de la universidad. Al graduarse de odontóloga, empezó a ejercer y tuvo un jefe muy jefe y poco líder, y decidió entonces que no quería trabajar para nadie, renunció y abrió su consultorio; vino su especialización y al cabo terminó como ortodoncista de nueve consultorios más.
“Melissa es una mujer de 30 años -se define-, que nació en una familia tradicional y amorosa donde el papel de la mujer ha sido fundamental. Mi mamá es una mujer muy imponente. Mi casa es matriarcado. Claro que también he sido la consentida de papá. Soy una mujer demasiado sensible para bien y para mal”.
Esa sensibilidad seguramente se despertó más en pandemia. “Toda mi vida he estado en o con vacas, gallinas, perros, gatos, y demás. Siempre me he conectado con los paisajes y desde muy chiquita mis padres me enseñaron a reciclar, a separar los residuos y a amar a nuestro planeta, suena cliché, pero somos de los que amamos ir al mar, plantar árboles y irar atardeceres”, dice.
La pregunta entonces por La chica plástica, de Blades, tampoco la incomoda:
“¿Por qué no? Amo poder cambiar la connotación de una mujer plástica, por una mujer real, que quiere hacer del plástico su aliado, demostrando que como ha sido el problema durante los últimos 50 años, también puede ser solución.
Melissa está hoy al frente de Oceánica, empresa y marca que ha crecido “Inclusive, superando mis expectativas”. Genera 21 empleos directos e indirectos, desde diseñadores y confeccionistas; un equipo en su mayoría conformado por mujeres, madres cabeza de familia. Y ya planean para este 2022, tener prendas en el mercado de Panamá.
"Lo más satisfactorio es la acogida que ha tenido la marca y su aporte al planeta”, expresa esta joven emprendedora.