Fernando Hurtado recuerda como si fuera ayer el terremoto que ya hace 40 años estremeció Popayán.
Ese Jueves Santo del 31 de marzo de 1983, Fernando y sus padres habían llegado de Cali de visita a la Ciudad Blanca.
Se encontraban en la Catedral Basílica Nuestra Señora de la Asunción, pero su padre manifestó sentirse indispuesto. Hacía un calor terrible y había demasiada gente, sentía que le faltaba el aire.
A las 8 horas 12 minutos y 5 segundos, el terror se adueñó de las calles de la capital del Cauca.
“Cuando íbamos de camino al hotel, la tierra se comenzó a mover, vimos que se caía todo. La Iglesia se cayó, muchos conocidos de nosotros murieron. El hotel donde estábamos hospedados ‘El Monasterio’ también se desplomó”, cuenta el hombre, quien hoy tiene 64 años.
Una de las personas que murió tras el desplome de la Catedral fue un tío de Fernando: Horacio.
Ese momento quedaría por siempre en su memoria, no sólo por lo vivido y por la perdida de su familiar, pues además, ocurrió el día que cumplía 24 años. Fue un cumpleaños celebrado entre lágrimas y sangre.
La ciudad quedó casi en ruinas: el templo de San Francisco, el teatro municipal Guillermo Valencia, entre otros sitios emblemáticos de la capital del departamento del Cauca cayeron como fichas de dominó. La mitad de sus 35 iglesias se derrumbaron.
El movimiento fue tan fuerte que hasta los muertos salieron de sus tumbas, más de mil cadáveres -o lo que quedaban de ellos- quedaron al descubierto cuando una pared del cementerio se fue para el suelo. Los ataúdes se acabaron en las cinco funerarias.
Fueron 18 segundos interminables de un terremoto de 5.5 grados en la escala de Ritcher, que destruyó a Popayán hace ya 40 años.
Una ciudad reconocida por ser radiante en Semana Santa, se convirtió en segundos en una ciudad desolada y fantasmal.
El movimiento telúrico dejó un saldo de 267 personas muertas y 7.500 heridos, más de 50.000 personas afectadas, además de aproximadamente 6.800 viviendas y edificios, ubicados en su mayoría en la zona histórica de Popayán, derrumbados.
“Cientos de personas quedaron heridas y marcadas profundamente”, expresa la abogada Diana Grueso, hija de Jaime Grueso, líder comunal que acompañó la consolidación de los barrios que surgieron a raíz de este terremoto.
La población poco a poco volvió a levantarse, y con los años hizo de este momento un recordatorio de la fortaleza de su pueblo.
Fernando siempre recuerda ese día y de vez en cuando piensa que habría pasado si hubieran permanecido unos segundos más en La Catedral.
“Fue prácticamente un milagro que nos hayamos salvado. Doy gracias a Dios porque aún tengo conmigo a mi padre de 86 años y a mi madre de 84”.
Este viernes 31 de marzo y sábado 1 de abril, en la comuna 7 de Popayán en el Polideportivo El Mirador, se realizarán varias actividades conmemorativas por las víctimas y afectados del terremoto que cubrió de caos la capital del Cauca.
MICHEL FRANCOIS ROMOLEROUX HALABY
POPAYÁN