La frontera entre
Colombia y
Venezuela, que se ha convertido con los años en el epicentro de la crisis diplomática entre ambos países, podría volver a estar abierta de manera oficial a partir de junio.
Desde 2015 no se permite el paso vehicular y con los años se han realizado varios cierres de los puntos formales, ordenados por los gobiernos de ambos países.
El último fue en 2020 por parte de Colombia como una medida a propósito de la pandemia del
covid-19.No obstante, esto no significó el fin del paso de personas entre ambos países, pues existen cientos de trochas controladas por grupos ilegales que cobran por transitar por estas.
Pero quienes han sido los principales perjudicados por los prolongados cierres son los habitantes de las localidades fronterizas.
Precisamente son ellos, tanto autoridades, comerciantes y sociedad civil de Norte de Santander y Táchira quienes han venido trabajando en una serie de protocolos para la reapertura de los puestos oficiales.
El trabajo, que incluso contempla protocolos de bioseguridad, ha contado con el acompañamiento de Caracas y Bogotá, que enviaron representantes a escuchar las propuestas.
La reapertura, informó la semana pasada el gerente para la frontera con Venezuela, Lucas Gómez, se daría el próximo 1.° de junio “por motivos de reactivación económica y por temas humanitarios”.
Y si bien este es un acontecimiento político, que reactiva una especie de relaciones entre ambos gobiernos, hay expectativa por lo que significa para los habitantes de los municipios fronterizos.
Por ejemplo, con la crisis política y social que vive el vecino país, quienes viven en Venezuela –pueden ser venezolanos o colombianos– necesitan cruzar para abastecerse, recibir remesas, para estudiar, trabajar y hasta para acudir a una cita médica. Además, son muchas familias las que viven en ambos lados.
Cada vez que se presenta un nuevo cierre en la frontera con Venezuela, cientos de familias en Cúcuta y Villa del Rosario se ven afectadas en sus actividades cotidianas.
Para Adriana Ramírez, quien vive en Cúcuta pero labora en San Antonio (Venezuela), la posible reapertura de la frontera es sinónimo de tranquilidad y seguridad. Anhela no tener que usar más los pasos ilegales.
“Yo paso todos los días por las trochas y me da mucho miedo tener que cruzar por ahí, pero lo hago por el trabajo. Yo lloro cuando cierran la frontera, es inhumano, somos muchos los que vivimos o tenemos familia en ambos lados de la frontera”, afirmó.
En palabras de la analista Socorro Ramírez, que haya una disputa política entre Bogotá y Caracas no significa que todas las interacciones sociales que se dan en estas zonas desaparezcan y, por el contrario, obligan a las personas a transitar por las trochas, que están llenas de peligros.
Pero más allá de ordenar abrir los pasos oficiales, Ramírez considera necesario que haya todo un plan de trabajo articulado entre ambas naciones, tal como se está dando con representantes de Norte de Santander y Táchira.
“Sería importantísimo que, ojalá, se ayuden a generar un canal entre los centros políticos de Colombia y Venezuela para que entiendan que se trata de dos países que comparten una serie de interacciones que deben ser atendidas de manera conjunta”, complementó Ramírez.
De darse la apertura, explicó el llamado “protector” del estado del Táchira, Freddy Bernal, será de manera progresiva y, en principio, no se abrirán todos los puentes. De otro lado, no se contempla la actividad 24 horas y entre ambos países decidirán el horario de funcionamiento.
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