#YoTambién, #MeToo. Esto es lo que dijeron miles de mujeres en redes sociales frente a la pregunta ¿alguna vez has sufrido violencia por ser mujer? Una de cada tres mujeres en el mundo y en Colombia podría decir “Yo también”. Las Naciones Unidas declaran la violencia contra las mujeres y niñas como la más extendida violación de derechos humanos y uno de los principales obstáculos para el desarrollo y la paz.
Una defensora de derechos humanos asesinada por ser mujer, afro y activista. Una joven desplazada forzada a tener relaciones sexuales en la ciudad a la que llega huyendo de la miseria. Una campesina víctima de violencia por parte de su pareja. Una candidata a alcaldesa amenazada por su labor en un “mundo de hombres”. Una niña que en lugar de estar en la escuela está casada con un hombre mayor. Una adolescente acosada en el trasporte público. Una profesional que no asciende en su empresa no obstante tener más experiencia que sus colegas directivos.
Diferentes tipos de violencias, diferentes mujeres. Pero hay elementos en común: las víctimas son mujeres o niñas, y los autores confían en que no habrá una represalia a su violencia, no se recurrirá a la ley, no tendrán que dar explicaciones. El silencio, la tolerancia social y la impunidad son el caldo de cultivo que perpetúa la violencia de género, dañando a las mujeres, pero también al conjunto de la sociedad.
El 37 % de los colombianos y colombianas creen que “las mujeres que se visten de manera provocativa se exponen a que las violen”. El 45 % consideran que “las mujeres que siguen con sus parejas después de ser golpeadas es porque les gusta”.¹
Afortunadamente, las cosas poco a poco van cambiando. Colombia es pionera en legislación, incluyendo la tipificación del feminicidio; ha invertido en mejores sistemas de información estadística y de medicina legal, servicios de atención y respuesta judicial. También hay experiencias promisorias en la promoción de cambios culturales que involucran a los hombres, como el movimiento HeForShe, y el país cuenta cada vez con una sociedad civil más movilizada bajo el grito de “ni una menos”, uniéndose a las organizaciones históricas feministas y de mujeres.
El acuerdo de paz incluye además previsiones reforzadas para investigar y sancionar la violencia sexual durante el conflicto y lograr un país donde las mujeres y niñas disfruten de una vida libre de violencias.
Este sábado, Día Internacional para la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres y las Niñas, tenemos un compromiso: hacer visible el problema, pero también las soluciones; poner fin a la impunidad e invertir los suficientes recursos –que aún son escasos– en la prevención y la respuesta temprana para eliminar la violencia contra las mujeres y niñas. Esta no solo es una obligación jurídica y un imperativo moral, también es una inversión inteligente.
ONU Mujeres convoca a hacer un gran pacto social, una inversión sin precedentes y una profunda transformación cultural para lograr cambios reales que pongan fin a todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. Esta es inaceptable, se puede prevenir; y ponerle fin es nuestra obligación como generación.
ANA GÜEZMES GARCÍA
Representante de ONU Mujeres en Colombia
¹ SEGUNDA MEDICIÓN DEL ESTUDIO SOBRE TOLERANCIA SOCIAL E INSTITUCIONAL DE LAS VIOLENCIAS CONTRA LAS MUJERES (2014), CONSEJERÍA PRESIDENCIAL PARA LA EQUIDAD DE LA MUJER CON APOYO DE ONU MUJERES