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Aprender entre temblores: la peculiar escuela colombiana en la que se imparten clases en el cráter de un volcán
Kevin, Stiven y Nicole asisten a una institución educativa remota ubicada en el Cerro Machín, en Tolima. Aunque sienten temor por una posible erupción, el volcán es parte de su vida cotidiana.
Institución Educativa Técnica Tapias, sede La Cabaña, en la población de Toche. Foto: Juan Diego López. EFE
Kevin, Stiven y Nicole, de 6, 8 y 9 años respectivamente, tienen una cosa en común: su asignatura favorita son las matemáticas. Estos tres niños estudian en una escuela remota en el centro de Colombia, en la que están matriculados apenas cinco alumnos. Lo más peculiar de esta institución es su ubicación, pues está asentada dentro del cráter de un volcán.
A pesar de vivir cerca del volcán Cerro Machín, en el departamento del Tolima, los niños iten que sienten temor ante una posible erupción, especialmente después de haber experimentado algunos temblores fuertes. No obstante, el volcán es parte de su vida cotidiana, y para ellos es solo una montaña más.
El Cerro Machín, cuya última erupción ocurrió hace 800 años, está cubierto por vegetación que ha crecido desde entonces, lo que lo camufla entre las montañas cercanas, algunas de ellas más elevadas. Aunque no tiene el típico aspecto de un volcán activo, el Servicio Geológico Colombiano lo considera uno de los más peligrosos del país.
Cada día, tras un recorrido de 40 minutos subiendo la ladera del volcán, Kevin, Stiven y Nicole llegan a la Institución Educativa Técnica Tapias, sede La Cabaña. Lo hacen a caballo o en las motos de sus padres.
Al llegar, son recibidos por un gran cartel que les da la bienvenida, acompañado de un parque que ofrece información sobre el volcán Machín, descrito como "uno de los volcanes con mayor probabilidad de riesgo".
Debido a sus limitadas posibilidades socioeconómicas, no tienen opción de trasladarse a otro lugar. Foto:Juan Diego López. EFE
En este lugar también se encuentra información sobre los procedimientos de evacuación en caso de una explosión volcánica.
A pesar de ser conscientes del riesgo que implica vivir cerca del Machín, los niños narran de manera cotidiana que, debido a sus limitadas posibilidades socioeconómicas, no tienen opción de trasladarse a otro lugar. Sin embargo, esto no es un obstáculo para su deseo de asistir cada día a la escuela y continuar aprendiendo.
Hace un mes que Yurani Muriel, la profesora de la escuela, llegó al lugar para enseñar y vivir en la zona. "La vida es muy tranquila, acá la cotidianidad son los campesinos y su ganadería", relata Yurani, quien además comparte que tuvo que repasar las lecciones de geografía para entender mejor el volcán y sus particularidades.
Además, la profesora sigue de cerca los reportes del Servicio Geológico Colombiano (SGC) para estar atenta a cualquier cambio en la actividad del volcán y poder activar los mecanismos de evacuación en caso de ser necesario.
Su rol va más allá de la enseñanza, pues también se encarga de orientar a los turistas que llegan a la escuela atraídos por la curiosidad sobre el volcán, algunos de los cuales incluso pernoctan en la zona.
En el aula, junto a la pizarra, se pueden ver colgados dibujos educativos sobre los diferentes tipos de volcanes: extintos, dormidos y activos.
Estos materiales, que también se encuentran en los cuadernos de los alumnos, tienen un propósito claro: brindarles la información necesaria para que, en caso de una erupción, puedan salvar sus vidas.
Don Genaro y su familia
Don Genaro, un campesino que ha vivido por más de 40 años en uno de los domos del volcán Machín, comparte esta vida peculiar con su familia. Aunque el gobierno colombiano compró los terrenos más cercanos al cráter, el hombre se ha negado a abandonar su finca debido a inconsistencias en las escrituras.
"Es el trabajo de toda mi vida", dice, destacando su apego a la tierra en la que ha criado vacas y vendido productos como queso y aguaa. A pesar del riesgo que implica vivir dentro de un volcán activo, su día a día transcurre con normalidad.
En su finca se encuentra una estación de monitoreo del Servicio Geológico Colombiano (SGC). Foto:Juan Diego López. EFE
Genaro ite que el Machín a veces "se siente mover la tierra" y que hay que tenerle respeto, pero mientras no haya señales claras de una erupción, continúa con su rutina, viendo a sus hijos y nietos correr caballos en la explanada.
En su finca también se encuentra una estación de monitoreo del Servicio Geológico Colombiano (SGC), que vigila la actividad del volcán de manera remota, algo de lo que Genaro se siente orgulloso.
"Es importante colaborar con el SGC y con el monitoreo del volcán", afirma, destacando la relevancia de estar atentos a cualquier señal para evitar una tragedia.
*Este contenido fue hecho con la asistencia de la inteligencia artificial, basado en información de EFE, y contó con la revisión del periodista y un editor.