La tragedia y las amenazas se han ensañado con los moradores del resguardo Gran Sábalo, del pueblo awá, de Nariño.
Jhon Alberto Pascal Pascal, quien se desempeñaba como coordinador de la guardia indígena en el resguardo, murió cuando se activó una mina antipersona, ante la mirada atónita de sus familiares y de su comunidad.
En el mismo hecho, algunos de su núcleo familiar y de su comunidad también estuvieron a punto de caer con la onda explosiva y se salvaron.
Todo ocurrió a las 7:40 de la mañana del pasado jueves en jurisdicción del municipio de Tumaco, cuando el indígena, de 25 años, había salido de su vivienda junto a su madre María Pascal Pai y algunos padres de familia de su comunidad para realizar el mercado semanal.
Luego, el indígena se dirigió a orillas del río Guiza para buscar un palo, es allí cuando se activó la mina antipersona y quienes estaban cerca solo escucharon un fuerte estruendo.
Según la descripción del triste episodio que hizo la Unidad Indígena del Pueblo Awá, Unipa, “la explosión destruyó el cuerpo de Jhon que su madre solo alcanzó a recoger una mínima parte de sus restos”.
Esa mañana, en el mismo resguardo indígena, pero en la comunidad conocida como El Mero, cuatro integrantes de una familia, entre ellos un menor, de 7 años, fueron sacados a la fuerza de su humilde vivienda por hombres que llegaron fuertemente armados y amenazaron con matarlos.
Pero la tragedia que vive el ese resguardo también se trasladó el viernes hasta el Centro Educativo Indígena Awá El Verde, donde su directora y líder indígena Martha Lucía Ortiz, recibió una llamada telefónica en la que desconocidos la amenazaron de muerte, por lo que se vio obligada a abandonar el lugar y dejar sin educación a unos 430 niños y niñas.
“Estos hechos profundizan los impactos psicológicos a nivel individual y colectivo e impiden las prácticas ancestrales”, declaró la organización que además denunció que las comunidades del resguardo el Gran Sábalo ahora se encuentran en confinamiento y en medio del terror.
Tras enfatizar una vez más sobre el riesgo de un exterminio inminente, el pueblo Awá solicitó el respeto a los actores armados que se encuentran en su territorio.
“Insistimos en que dejen de involucrarnos en su guerra, la cual ha dejado a cientos de familias víctimas del conflicto que por décadas ha desangrado a nuestro pueblo”, declaró dicha organización.
El pasado 21 de septiembre, en los resguardos indígenas Awá de Quejuambi Feliciana y Hojal La Turbia, localizados en Tumaco, habían sido asesinados por desconocidos los jóvenes indígenas José Luis Taicus y Javier Nastacuas, después de haber visitado a sus familiares.
PASTO