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La historia detrás del cuerpo de un santo que yace en Cartagena
La obra humanitaria de San Pedro Claver fue un acto de amor. Sus restos son visitados por miles.
El cuerpo momificado de San Pedro Claver permanece en el atrio de la iglesia del mismo nombre en Cartagena. En esa ciudad fue donde realizó su obra humanitaria con esclavos. Foto: John Montaño / EL TIEMPO
El santuario de San Pedro Claver, en Cartagena de Indias, es sitio de peregrinación obligado para los fieles católicos durante la Semana Santa.
En el atrio de esta iglesia, ubicada en el Centro Histórico de la ‘Ciudad Heroica’, descansa para la eternidad, y expuesto a los creyentes, el cuerpo del cura jesuita que curó y evangelizó a miles de esclavos traídos de África en el siglo XVI.
El cuerpo óseo del sacerdote más representativo de la comunidad jesuita se puede apreciar dentro de una cúpula de mármol y cristal, con bordes dorados, y escoltado por las esculturas de dos ángeles en piedra.
Cuando fue declarado santo, fue expuesto en urna de cristal
Es el salitre cargado de la ciudad, por estar cerca al mar, el que hace que el cuerpo se conserve más tiempo, como cuando se le aplica sal a la carne
Este cuerpo da fe de que los santos en la tierra existen, que fueron hombres de carne y hueso cuya labor por la humanidad les confirió el mérito para ser beatificado por los jerarcas de la iglesia católica.
Bajo la canícula del caribe colombiano, el cuerpo conservado de San Pedro Claver (Verdú, España, junio de 1580 - Cartagena de Indias, Colombia, 9 de septiembre de 1654) es la prueba fehaciente para los creyentes católicos de que el hombre al que también llamaron ‘el esclavo de los esclavos’ hizo su mayor obra en este puerto.
“Es el salitre cargado de la ciudad, por estar cerca al mar, el que hace que el cuerpo se conserve más tiempo, como cuando se le aplica sal a la carne”, señala el padre jesuita Jorge Eduardo Serrano, director del claustro, quien asegura que el cuerpo no ha sido sometido a ninguna técnica.
Su altar es epicentro de cientos de bodas al año. Matrimonios exclusivos que reciben la bendición al lado de un hombre que superó los límites del amor al prójimo.
El pasado 25 de marzo, el atrio de la iglesia San Pedro Claver fue el escenario de la boda entre el príncipe Josef Emanuel de Liechtenstein y la cartagenera Claudia Echavarría.
No en vano, la primera boda real del año en Cartagena -entre el tercer hijo de Margarita y Nicolás de Luxemburgo, y la colombiana Claudia Echavarría, nueva princesa europea- se realizó en el púlpito más solicitado para bodas en la ‘Ciudad Heroica’ debido a la presencia del santo.
“Primero estuvo sepultado en la capilla, pero muchos años después fue exhumado y depositado en otra urna, pero no expuesto a los creyentes, una vez que fue declarado beato y después santo nos autorizan la urna de cristal donde hoy están expuestos sus restos”, suma el padre Serrano.
San Pedro Claver: edificada entre 1580 y 1654 en Cartagena, fue declarada Monumento Nacional en 1995. En esta edificación de estilo colonial descansan, en el altar mayor de este templo, los restos de San Pedro Claver, el sacerdote español conocido como el santo de los negros. En la iglesia se puede visitar su habitación, situada cerca de las escaleras que conducen al monasterio, y su estatua, tallada por el artista Enrique Grau. Foto:Archivo particular
La historia de Pedro Claver
Tener el cuerpo sin descomposición es señal de que este hombre tuvo una forma de vivir que debe permanecer, y nos invita a movernos, a llevar un camino similar
Pedro Claver Corberó, el cura jesuita más insigne, llegó a Cartagena en 1610, pero estuvo pocos meses en el puerto antes de irse a estudiar a Bogotá y luego a Tunja.
Regresó a Cartagena para ordenarse como sacerdote, el 19 de marzo de 1616, con 35 años. A partir de allí iniciaría la obra humanitaria más grande en defensa de millones de esclavos que protagonizaron la diáspora africana.
Los fieles que lleguen a Cartagena durante estos días santos, podrán visitar la bóveda en cristal y mármol donde reposa el cuerpo del Santo.
La iglesia de San Pedro Claver, en la Calle San Juan de Dios, es un templo de puertas abiertas gran parte del año, en gran medida gracias a su colección de arte religioso de más de dos siglos, con obras que incluso llegaron a la ciudad en barco con los conquistadores.
La Iglesia tiene una capacidad para 450 fieles sentados y puede llegar a 600 con personas de pie.
Además, los visitantes podrán ingresar al viejo claustro jesuita, y en sus mazmorras conocer la humilde habitación con ventana al puerto, desde donde el joven sacerdote fue testigo de la entrada de miles de esclavos a Cartagena, que eran traídos a América por los navíos españoles y portugueses.
“Tener el cuerpo sin descomposición es señal de que este hombre tuvo una forma de vivir que debe permanecer, y nos invita a movernos, a llevar un camino similar”, sostiene Serrano.
Museo de arte religioso, ubicado en el claustro de San Pedro Claver. El cura jesuita vivió hasta los 74 años de edad. Foto:John Montaño / EL TIEMPO
Votos de pobreza
Primero estuvo sepultado en la capilla. Después fue exhumado y depositado en otra urna, una vez que fue declarado beato y después santo nos autorizan la urna de cristal
La habitación de Pedro Claver se conserva intacta, en gran medida porque fue construida sobre las mismas murallas de la ciudad. Tiene una pequeña cama de madera donde descansaba el sacerdote jesuita y una pequeña mesa de madera; sobre ella, un viejo rosario y un libro sagrado. La madera de paredes y pisos, añeja por el salitre, remite a los tiempos del cólera, cuando Cartagena de Indias era de los puertos comerciales más importantes del Caribe.
El galopar de los caballos cocheros que se escucha afuera transporta al visitante a finales del año 1616, cuando el apóstol de Dios dio inicio a su obra humanitaria e inició el rescate, atención y evangelización de miles de africanos, arrancados con violencia del seno se sus tierras.
En cuanto un galeón tocaba suelo heroico, el joven misionero corría con agua, alimentos y medicinas, y, en compañía de un intérprete africano, asistían a hombres, mujeres y niños que llegaban enfermos, desnutridos y débiles.
El sacerdote se adentraba en las entrañas de los barcos y en las bodegas hallaba a cientos de personas hacinadas y aterradas. Mujeres, niños y hombres que eran vendidos como mercancías en el puerto esclavista.
Antes de ser ofrecidos en la Plaza de la Aduana como mercancías errantes, el jesuita curaba las heridas y calmaba la sed y el hambre y si había enfermos, no dudaba en darles abrigo y en llevarlos personalmente hasta el claustro.
Fachada de la iglesia San Pedro Claver, donde reposan los restos de Pedro Claver Corberó. Foto:Archivo / EL TIEMPO
El claustro y el museo religioso son visitados por miles de fieles al año
Una moderna pantalla de televisión, ubicada en uno de los corredores del viejo edificio, el cual fue construido sobre una de las murallas de la ciudad, proyecta parte de esta la historia, en inglés y español, para los turistas.
Cuando un esclavo era azotado, el padre Claver visitaba a sus amos para reclamar humanidad y dignidad. Sin embargo, para muchos españoles los esclavos no tenían alma y por lo tanto debían ser tratados como animales.
En el mismo piso del claustro, los viajeros podrán visitar La Capilla del Cristo, la sala de arqueología, el salón de los obispos, así como la sala de arte religioso Tulio Aristizábal, Sacerdote Jesuita, y la primera sacristía, donde fue sepultado inicialmente San Pedro Claver.
El tercer balcón más grande de América
Debido a un litigio que duró más de un siglo entre la corona española y los curas jesuitas, los religiosos construyeron gran parte de su monasterio sobre las murallas de Cartagena, es por ello que el sepulcro original del Santo Jesuita está sobre el fragmento de muralla que da a la Calle de la Ronda, en el corazón histórico de la ciudad colonial.
Pero mientras las directivas de la Compañía de Jesús dirimían el pleito por la ocupación de la muralla, Pedro Claver se dedicó a curar esclavos enfermos, a darles alimento y a calmar su sed.
Una escultura en bronce, ubicada frente al claustro, muestra una versión del jesuita junto a un esclavo.
El claustro de San Pedro Claver, tal y como lo conocen los miles de turistas que lo visitan al año, estuvo terminado antes de la expulsión de los jesuitas, en 1767, ordenada por el rey Carlos III. Entonces pasó a manos de las hermanas de San Juan de Dios, que lo convirtieron en hospital.
En el centro de la casa se encuentra un maravilloso patio con un jardín, y corredores que llevan a todas partes, incluso a la Iglesia principal.
Sin embargo, el detalle arquitectónico más irable del claustro es su balcón de maderos rojos, el cual mide 57 metros de largo, y está entre los más extensos de Suramérica, solo superado por uno de Villa de Leiva y otro en Perú.
Sede nacional de los Derechos Humanos
San Pedro Claver, redentor de los esclavos, murió el 8 de septiembre de 1654.
Los jesuitas regresaron hasta 1896, de la mano de monseñor Eugenio Biffi desde Panamá.
En ese momento, el claustro y la iglesia habían sido tomadas por las tropas del Ejército, pero por orden del presidente Rafael Núñez, los predios fueron entregados a monseñor Eugenio Biffi y este, a su vez, los regresó a la compañía jesuita.
La obra de Pedro Claver fue declarada heroica por la Iglesia Católica el 24 de septiembre de 1747 y ese día se introdujo su causa de canonización.
‘El esclavo de los esclavos’ fue beatificado el 16 de julio de 1850 por orden del papa Pío IX, y proclamado santo por el papa León XIII, el 15 de enero de 1888.
El 7 de julio de 1896 fue declarado Patrono de las Misiones entre los negros y, en 1985, Defensor de los Derechos Humanos.
Hoy, el Santuario de San Pedro Claver, conformado por la Iglesia y el claustro con sus múltiples salones y las habitaciones de los padres jesuitas, es la sede nacional de los Derechos Humanos.