Al final del día del lunes, falleció en pleno procedimiento médico, Juan Quintero, un joven trabajador residente en Gaira que se transportaba en la buseta que se volcó en horas de la mañana en la vía del cerro Ziruma en Santa Marta.
Quintero, tras escuchar los gritos del conductor que avisaba que se había quedado sin freno el automotor, decidió lanzarse por la ventana creyendo que de esa manera salvaría su vida.
Todos los pasajeros pensaron que el bus terminaría en el abismo porque bajaba a alta velocidad sin nada que pudiera detenerlo.
Fue entonces cuando varios pasajeros entraron en desespero. Juan, temiendo lo peor, optó por saltar pero quedó incrustado en las barandas de la vía.
Tras el impacto, sufrió heridas de consideración que lo dejaron en estado crítico. Para sacarlo del lugar en el que quedó fue necesario abrir la lata y moverlo cuidadosamente porque su cuerpo estaba bastante afectado.
Posteriormente lo llevaron en ambulancia a la clínica Bahía donde los médicos lucharon todo el día por salvarle la vida, pero siguió complicándose hasta fallecer.
Otra mujer se debate entre la vida y la muerte.
Metros más adelante de donde cayó Juan Quintero, se volcó la buseta de transporte público, cuyo conducto optó por dar un giro brusco para evitar irse al precipicio.
En el siniestro resultaron heridas otras ocho personas, una de ellas Michelle Lozano Salas, quien también quedó en estado crítico.
Sus familiares informaron que fue declarada con muerte cerebral y que sus posibilidades de vida son poca. Aun así, sus allegados no pierden la fe y se unen en cadena de oración por su recuperación.
Buseta había cumplido tiempo de uso
Las investigaciones preliminares indican que la buseta involucrada en el accidente, de la empresa Rodaturs con placa WEK-000, tenía más de 21 años de antigüedad y había excedido su tiempo de servicio como vehículo de transporte público según la legislación colombiana.
Aunque contaba con una tarjeta de operación vigente hasta el año 2026, expertos en movilidad señalan que este tipo de vehículos deberían haber sido retirados de circulación mucho antes.
Además, se reveló que la buseta fue originalmente utilizada en otras regiones del país antes de ser trasladada a Santa Marta, donde fue repintada y puesta en servicio.
Esta falta de control y supervisión por parte de las autoridades preocupa a los residentes locales, quienes exigen una mayor vigilancia y aplicación de la ley para garantizar la seguridad de los s del transporte público en la ciudad.
“Aquí vemos cómo juegan con la vida del ; no hay control, no hay operativos contra ellos para verificar su estado”, sostuvo un ciudadano.
En Santa Marta se viene denunciando de forma frecuente que los buses y busetas del transporte público están en pésimas condiciones; adicionalmente los conductores de manera frecuentes cometen imprudencias, poniendo en riesgo la vida de miles de personas que usan a diario este servicio.
Lo más preocupante es que las autoridades de movilidad no ejercen un control adecuado sobre estos automotores para garantizar la seguridad y bienestar de los s.
“Están pendientes únicamente de perseguir motos y de meter a los parqueaderos a carros mal estacionados para lucrarse, del resto no les interesa adelantar operativos que no les dejen ingresos, sin importar el peligro que significa tenerlos en circulación por su pésimo estado”, indicó Roberto Bedoya, un permanente de buses en la ciudad.
Roger Urieles
Especial para EL TIEMPO
Santa Marta