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Gestión del Riesgo en Caldas: contexto y aprendizajes
El departamento tiene claro que a previsión es la mejor herramienta para evitar las catástrofes.
En términos técnicos, el riesgo es la “convolución” (o coincidencia) en el espacio y en el tiempo, de un fenómeno potencialmente peligroso (amenaza), que afecta física, social y económicamente unos elementos expuestos al daño (vulnerabilidad), con un alto grado de exposición; por ejemplo, viviendas, obras de infraestructura, servicios públicos, cultivos, ecosistemas estratégicos, vías, entre otros. El riesgo es, entonces, una medida de las pérdidas humanas, económicas, sociales, ambientales e institucionales, y se concreta en un “desastre”, generando, a su vez, una “crisis” de una magnitud casi siempre muy representativa en la zona donde ocurre.
El riesgo de desastres en Caldas
En Caldas existen muchas amenazas de orden socio natural; por ejemplo, la amenaza volcánica, por la presencia cercana del volcán del “Ruiz” y del volcán hoy inactivo Cerrobravo; la sísmica, según la norma NSR – 10, estamos en una zona de riesgo sísmico alto; amenaza por incendios forestales (en la zona amortiguadora del Parque Natural de Los Nevados); e, incluso, por inundación en las poblaciones ribereñas de los ríos Cauca, Magdalena, Risaralda, entre otros. Sin embargo, la principal amenaza a veces no es tanto por su magnitud, pero sí por su frecuencia: deslizamientos y avenidas torrenciales, ambos fenómenos de origen hidrometeorológico, coinciden con el régimen bimodal de lluvias en Caldas, en los meses de marzo, abril, mayo, octubre, noviembre y diciembre.
Riesgo de desastres y desarrollo
Desde nuestra experiencia, los “desastres”, expresan un déficit de desarrollo o, en otras palabras, son conflictos de desarrollo no solucionados. Por ejemplo, en el caso de Manizales, nuestra capital, nos asentamos, (por un proceso de construcción social bastante complejo), en una “cresta” de la cordillera Central, con pendientes fuertes y prolongadas, hacia los ríos Chinchiná y quebrada Olivares, con lluvias anuales mayores de 2.000 mm; y, con suelos especiales desde el punto de vista geotécnico, como las cenizas volcánicas.
Esas limitantes de orden “natural”, exigieron el desarrollo de tecnologías, como las de corte de una montaña y lleno de una quebrada adyacente, para acondicionar un lote para el desarrollo urbanístico (a veces con deficiencias técnicas). Además, hacia la década de los 60 se presentó una rápida expansión de la ciudad hacia las laderas perimetrales, sin una planificación soportada técnicamente y con un desarrollo “desordenado”.
El riesgo por desastres como un problema ambiental
El riesgo es un problema ambiental. Un deslizamiento, por ejemplo, señala un problema de convivencia del hombre con el “entorno”. Los deslizamientos son fenómenos socio-naturales, donde los factores antropogénicos pueden tener un gran peso. Hemos “retado” la naturaleza, y la naturaleza con “furia” respondió en Caldas. En términos ecológicos, los desastres afectan la relación hombre - medio natural (unidos y no separados) y, como hemos dicho, cuestiona la sostenibilidad de nuestro modelo de desarrollo, adoptado por Colombia en la Cumbre de Río en 1972.
Cramsa: Una “escuela” de investigación y de acciones
En la década de los 70, un solo aguacero en Manizales significaba muchas víctimas. Por eso los estamentos políticos del departamento crearon una entidad querida por los caldenses: la Corporación Regional de Desarrollo de Manizales, Salamina y Aranzazu. En estos últimos municipios los problemas de erosión ya llegaban a los cascos urbanos. A través de una tecnología propia y pionera a nivel mundial, esta entidad recuperó las áreas de riesgo en dichos municipios. Después de la Ley 99 de 1.993, Cramsa se convirtió en Corpocaldas, la máxima autoridad ambiental, donde la gestión del riesgo sigue siendo un programa emblemático e insustituible.
A partir de 2003, una nueva era crítica de riesgo por deslizamientos se presentó, sobre todo, en Manizales. En nuestro concepto, los fenómenos de variabilidad climática fueron más recurrentes e intensos (una manifestación local del cambio climático). El patrón hidrológico se modificó: lejos de la magnitud, la intensidad se convirtió en el detonante esencial pues caía mucha agua, en poco tiempo.
En las tragedias de 2003 (marzo 19, octubre 18 y diciembre 3), además de los deslizamientos traslacionales, superficiales y profundos, las avenidas torrenciales producto de los múltiples des-lizamientos ocurridos en las cabeceras de las cuencas, fueron fenómenos cada vez más frecuentes. En dicho año se presentaron cerca de 30 muertos. En el año 2011 se afectó la infraestructura de servicios públicos (la ciudad se quedó 20 días sin agua) y el 3 de diciembre del mismo año, en el barrio Cervantes, se presentó el deslizamiento más trágico que se recuerde en la ciudad, con un trágico conteo de 47 personas fallecidas.
Un nuevo modelo de “Gestión Integral del Riesgo"
Realmente entender un fenómeno tan complejo como el de un desastre, aunque suene cruel, solo se logra cuando él mismo ocurre. La complejidad hace que más que las causas fragmentadas de los deslizamientos, sean más importantes las interacciones, los elementos naturales, sociales, económicos e institucionales. Esta situación no la resuelven los técnicos: el “riesgo” se va acumulando cuando las interrelaciones se distorsionan.
Muchas enseñanzas nos dejaron las tragedias ocurridas: a) Los modelos predictivos que usamos, ¿se asimilan a la realidad?; b) ¿Las lluvias realmente fueron extraordinarias o teníamos poca instrumentación?; c) ¿Cómo incluir el factor antrópico en las modelaciones?; d) ¿Cómo afrontar el mantenimiento de las obras construidas?; e) ¿Por qué si más obras hacemos, más obras necesitamos?; f) ¿Cómo encontrar un instrumento económico local que permita retener el riesgo?; g) ¿Es posible transferir el riesgo?
Nuestra conclusión es que estábamos muy “sesgados” a hacer solo obras. Necesitábamos realizar una gestión “más holística” e integral del riesgo desarrollando, con el mismo énfasis, los siguientes aspectos:
1. Conocimiento del Riesgo (manejo información – SIG, estudios e investigaciones, monitoreo).
2. Reducción del Riesgo con Acciones no Estructurales (incorporación del riesgo en los instrumentos de planificación, alertas tempranas).
3. Reducción del Riesgo con Acciones Estructurales (obras de reducción del riesgo, soluciones basadas en la naturaleza).
4. Educación y Participación (creación del programa “Guardianas de la Ladera”, para el mantenimiento constante de las obras).
5. Retención del Riesgo. Incremento del 0,5 por mil de la sobretasa ambiental, proyección a 10 años y realización de un crédito.
6. Transferencia del Riesgo. Participación de las aseguradoras.
Hemos aprendido sin lugar a dudas de todo lo que ha sucedido y de las tragedias en particular, pero como decía Einstein: “un problema nunca se soluciona en el mismo nivel de conciencia en el que se generó”. Seguimos avanzando por promover y lograr el desarrollo sostenible en Caldas.
La educación ambiental, un factor fundamental. Foto:Cortesía
Fundamental tener Conocimiento del Riesgo
(manejo información – SIG, estudios e investigaciones, monitoreo). Foto:Cortesía