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El misterio de Agatha Christie a la colombiana
El dramaturgo colombiano Jimmy Rangel habla de su obra de teatro Olvido, que presenta en Madrid.
La trama de 'Olvido' sucede en una casa de cristal. Foto: Cristian Perilla
Como parte de los Veranos de la Villa, una fiesta cultural que tiene lugar en Madrid todos los veranos, se presenta la obra colombiana 'Olvido', de Jimmy Rangel, el 25 y 26 de agosto. Pero no van a ser simplemente un par de funciones de teatro. “Es un evento importante donde la crítica y los creadores se van a sentar frente a una pieza y van a hablar de ella”, explica a EL TIEMPO Rangel en Madrid.
No se trata solamente de que una persona compre por casualidad unas boletas y vea a lo largo de casi una hora lo que se desarrolla en el escenario. “Va a haber un punto en el que en el que la discusión se vuelva más importante que la obra y eso es lo que a mí me parece muy valioso: que las investigaciones colombianas sean punto de discusión y no solo de evaluación”, señala Rangel.
Olvido se estrenó en 2021 y se ha ofrecido en Nueva York, Bogotá, Santa Marta y Bucaramanga, antes de aterrizar en el Centro Conde Duque, de Madrid, a donde llega con el apoyo de la embajada de Colombia en España, la Cancillería y el Ministerio de Cultura.
La obra está inspirada en Agatha Christie. ¿Por qué?
Esta obra nació hace dos años en medio de la pandemia y fue una comisión que nos pidió el teatro La Maldita Vanidad en Colombia. Ellos hacen un ciclo de investigación sobre autores y ese año particularmente estaban inspirados en Agatha Christie. Ella fue una excusa del comienzo y empezamos a exprimir lo que lo que necesitábamos de esta autora, y salieron el terror y el misterio. La sentencia o la línea donde nos atravesamos a Agatha Christie es la intención que ella tiene sobre terror y el misterio, ese lugar desbalanceado donde no sabes muy bien dónde estás ni qué está pasando.
Muchos consideran que el mensaje de Olvido es de desamor. Mezcla el desamor con el terror… ¿Busca crear un choque en los espectadores?
Olvido es una historia de amor. Es una pareja que está encerrada en un lugar y que está intentando olvidarse o alejarse, pero no lo logra. En ese conflicto de intentar olvidarse es que empieza a aparecer el terror, porque estos personajes en realidad lo que creemos y lo que estamos empezando a suponer ahora es que no están ahí en ese mismo espacio, aunque físicamente sí. Lo que les pasa a ellos es que están desapareciendo y apareciendo todo el tiempo. Tenemos un dispositivo que es una casa que les permite a los intérpretes hacerlo, de manera que la gente no sabe muy bien cuántas personas hay adentro. Es como un juego de aparecer y desaparecer. Sucede como le pasa a uno a veces: que uno no sabe si algo lo tiene acá, o si no está, si es un recuerdo, si está en presente…
Jimmy Rangel, dramaturgo colombiano. Foto:Cristian Perilla
La historia se desarrolla dentro de una casa transparente. Aparte de ser un instrumento escénico, ¿representa también alguna metáfora?
Sí, hay dos metáforas. Por un lado, para nosotros (la compañía de Jimmy Rangel) llegar a la casa se ha vuelto un ejercicio muy importante en nuestros últimos espectáculos. Nosotros no hacemos teatro convencional, estamos alejados del costumbrismo. Pero la casa es un lugar habitual; es un lugar costumbrista. En esa contradicción estamos jugando. Utilizar un lugar que todos habitamos, que todos conocemos porque todos tenemos la casa y el hogar como algo que nos rodea y que nos protege, pero nuestro ejercicio es volverla un lugar muy extraño. De repente volverlo un mar, una catacumba, el cielo o un paisaje. Por otro lado, hay un elemento importante y es el agua en Olvido: empieza a aparecer inundando esta casa y nos ayuda a ahogar a los personajes. Estos tienen un conflicto interno todo el tiempo y el agua ayuda a crecer como una metáfora donde estos personajes se ahogan. Es como una gotera que aparece en la cabeza de la locura. El agua como algo que te puede ahogar y la casa que es un lugar cotidiano, pero que se vuelve extracotidiano.
Usted mencionó que la creación de la obra tuvo lugar durante la pandemia. ¿Olvido refleja lo que se vivía en ese momento?
La casa de cristal se construyó en la pandemia y la estrenamos en medio del confinamiento, y era un sistema técnico para evitar el o con el público. Efectivamente, el espectáculo habla de ese encierro. Cuando nos convocaron a hacerlo, nos fuimos con la compañía a una casa de campo, que es de cristal, entonces nace como una metáfora del encierro, pero también resalta el voyeur que se para en una ventana y se imagina qué está pasando adentro. Yo creo que en el confinamiento todos nos preguntábamos qué estaba sucediendo con la gente encerrada que estaba intentando resolver un montón de conflictos, cuando además uno pensaba que el mundo afuera se iba a acabar y solo el mundo adentro estaba existiendo. Olvido es eso: también es una metáfora de un mundo muy universal sucediendo en una casa pequeñísima.
Por fuera de la casa y ya en Madrid, ¿cómo ve la participación en los Veranos de la Villa, una fiesta que ya es una institución en España?
Estar en el teatro Conde Duque, en el marco de los Veranos de la Villa, es muy importante porque es la puerta a este espectáculo en Europa. El ejercicio que viene sucediendo durante los últimos años en Europa nos va a ayudar a proyectarnos y a proyectar la investigación de Colombia en las artes escénicas.
¿Y se está comenzando a abrir esa puerta? Lo pregunto porque usted estuvo hace poco en España, concretamente en Alcalá.
Estuve en Alcalá hace un mes y el año pasado tres meses en las Islas Canarias creando un espectáculo. Creo que lo que ha pasado después de la pandemia es que Europa está volviendo a ver hacia el otro lado, hacia otros continentes y es muy interesante.
¿Qué proyectos tiene para el futuro?
Estoy creando con la compañía un Titus Andronicus, con base en el drama de Shakespeare. Es la segunda parte del gran Woyzeck que hicimos para el Teatro Colón. Y queremos continuar con esta ruta en Europa, también con residencias artísticas y talleres, como uno que desarrollamos en Marruecos hace unos días. Ahora una parte de la parte de la compañía se va a Berlín, otra a Bruselas y a Cataluña.
Nosotros tenemos un ejercicio que se llama Olvido desde el interior y es desestructurar el espectáculo. Invitamos a otros bailarines, a otros directores y al público para que hagan parte de él, que se aprendan el repertorio del espectáculo, para que puedan cambiarlo.
¿Cómo compara lo que pasa aquí, el estado de la escenografía en Europa, con ese boom que tiene lugar en Colombia?
Mi teoría sobre lo que está pasando en Colombia es que los artistas están logrando tener unas investigaciones muy personales; o sea, lo que sucedía hace un par de años –copiar o mantener referencias todo el tiempo con lo que sucedía afuera o con lo que nosotros mismos hacíamos– está cambiando. Los artistas han empezado a formular preguntas más personales y a defenderlas.