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El poder que tiene el continente negro en sus descendientes
En el mes de la afrocolombianidad, cinco de sus representantes hablan de su cultura y sus trabajos.
Enrique Riascos anda por el mundo con su marimba de chonta, instrumento que toca desde niño. Foto: ÁNGEL CASTRO
Ingeniero eléctrico de la Universidad del Valle, el guapireño Enrique Riascos es el marimbero del grupo Herencia de Timbiquí y le debe esto último al profesor Hector Sánchez, de la Casa de la Cultura de Guapi, quien organizó un grupo de muchachos para enseñarles a tocar este instrumento patrimonio de la humanidad.
Empezó su aprendizaje a los 11 años, en 1999, y muy pronto llegó al Petronio Álvarez como niño genio del instrumento; “en el 2002, con el grupo La Clave, le ganamos a Herencia de Timbiquí en modalidad libre”, cuenta.
Su arte tiene que ver con la tradición, pero para acercar la marimba a otros públicos, toca canciones de distintos artistas y tendencias y sube los videos.
Además, trabaja en un proyecto social con su familia en la Fundación Palma Chonta, con 50 niños y jóvenes de Guapi, Timbiquí y Tumaco, a quienes les enseñan a hacer los instrumentos del grupo tradicional del Pacífico (marimba, cununo, bombo y guasá). “Ya se han creado más de diez grupos musicales y tres fábricas de instrumentos”, explica.
Emilia Valencia
Emilia Eneyda Valencia Murraín es originaria de Andagoya, Chocó. Ahí aprendió a peinar. Foto:
En 1996, Emilia Eneyda Valencia Murraín creó en Cali Amafracol, la Asociación de Mujeres Afrocolombianas, con el fin de rescatar las manifestaciones culturales afros.
Además, se dedicó a hacerles trenzas a las afros de Cali, lo que había aprendido de niña en Andagoya, jugando con sus amigas. “Con este trabajo me ayudé a pagar la carrera de Lenguas Modernas en la Universidad del Valle”, relata.
Peinar la llevó a crear otra fundación, Tejiendo Esperanzas, con el fin de reafirmar la identidad de las afros, “porque para nosotras, el pelo lacio no es coherente y hemos ido aprendiendo que como lo tenemos nos enaltece y es identidad”. De hecho, hay un concurso anual que este 2020 será virtual.
Ahí no queda Tejiendo Esperanzas, pues “detrás del peinado está el empoderamiento, el peinado es el gancho para llegar a las comunidades y hablarles a las mujeres”.
Sabe que esos peinados tienen sabiduría, con historias que la hacen orgullosa de su ‘negritud’.
Jenny de la Torre fue la mujer Cafam 2018, por su labor con la fundación Kambiri. Foto:Patricia Castellanos
De madre chocoana y padre descendiente de españoles, Jenny de la Torre se crió en Cartagena sintiendo que su tradición negra era tan importante como la blanca.
Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Cartagena, es doctora summa cum laude en sociología, en el programa de doctorado ‘Perspectiva de género en las ciencias sociales’ de la Universidad Complutense de Madrid, y ha trabajado en distintas entidades, así como con su fundación, que ayuda a empoderar a las mujeres afros. Su idea es “Resolver, en mayúscula, las diferencias raciales que hay aún”, dice.
Una de sus prioridades es ratificar la huella de la africanía en Colombia, “pues, a pesar de que llegaron como esclavizados, fueron migrantes, como los demás”. Hoy, dice que esta emergencia “ nos iguala” y puede servir para que, “sin distingos, la unión entre todos haga una verdadera fuerza de ahora en adelante”.
Nancy Lozano
Nancy Lozano trabaja con artesanos de su natal Chocó, que también le proveen insumos. Foto:LISA PALOMINO, MINISTERIO DE CULTURA
“Cuando pongo un turbante en la cabeza de alguien, pongo una historia”, dice Nancy Lozano, nacida en Istmina, Chocó.
Estudiando la historia de los turbantes descubrió que en África han tenido un sentido muy estético, pero también de comodidad para refrescar, acomodar el pelo y de base para cargar cosas.
Esto último lo aprendió observando a su abuela, que cuando iba a lavar en el río subía la ropa en un platón que llevaba en la cabeza. Igual sucedía con los panes y las cocadas que vendía.
Sus turbantes, así como bolsos y billeteras, los hace con damagua, fibra que se usa en el Chocó desde tiempos inmemoriales. También usa telas nacionales y africanas, y ha ido conociendo los significados de los colores y los estampados, tradición que entrega con su trabajo, en pausa por la emergencia.
Detrás del peinado está el empoderamiento, el peinado es el gancho para llegar a las comunidades y hablarles a las mujeres: Emilia Eneyda
Ana Copete
Ana Copete dice que la tradición afro más importante es hacerles altares a sus muertos. Foto:CORTESÍA ANA COPETE
Abogada y magíster en Gestión Pública de la Universidad Santiago de Cali, con formación en negociación en la Universidad de Londres, Ana Copete es ahora la directora del Festival Petronio Álvarez y ha hecho parte del grupo de abogados que trabajan por la legalización del viche, bebida ancestral del Pacífico.
Nieta de Petronio Álvarez, nació en Cali pero se crió en Quibdó, donde vivió hasta los 12 años, cuando volvió a la capital del Valle. “Vengo de una familia tradicional del Pacífico, con un matriarcado de abuelas, tías y mamá que impulsaron mi identidad. De hecho, mi tía Juana Francisca Álvarez decidió, desde los 20 años, vestirse como africana, y mi abuela nunca se alisó el pelo”, dice.
Se convirtió en abogada para defender la cultura del Pacífico y sus artistas.Ahora trabaja en el Petronio virtual de este año, en el que no habrá competencia, pero el proceso seguirá “porque eso es el Petronio, un proceso histórico imparable”.