Dicen que Elkin Obregón Sanín (1940-2021) era un caramelo escaso . Un amigo de esos que solo se encuentran una vez en la vida y de los que se enorgullecen quienes lo pueden incluir entre los suyos.
De acuerdo con algunos medios de la región y amigo suyos, la muerte de Obregón se dio el pasado fin de semana en su tierra natal.
En 2004, cuando cumplió 64 años y la Gobernación de Antioquia le entregó entregó el premio a las Letras y a las Artes, que solo reciben los antioqueños sobresalientes por su aporte a la cultura, Obregón conversó con EL TIEMPO. Como homenaje a su memoria, reproducimos la charla que fue en el año 2005.
Sus amigos llegaban a visitarlo, sin cita previa, en casi el último caserón de Prado Centro sobre la avenida Echeverri, donde nació. Él los recibía en el zarzo de esa vivienda amarilla con fachada plana y estoica e interior románico, junto a la que bajan raudos los buses hacia la avenida Oriental.
El zarzo es un estudio repleto de libros de arte, de cómic, de revistas y diccionarios; de discos, y en el que flota siempre una voluta de humo de su permanente cigarrillo. Tiene un sofá largo donde se extiende a leer. Es su reino, el lugar donde más tiempo pasa.
Luis Alberto Arango, contertulio suyo hace 32 años y socio en su negocio de libros viejos, Palinuro, asegura que el Premio se lo dieron a espaldas suyas. Si se da cuenta de que estaban preparando eso, lo para . Y el escritor Héctor Abad Faciolince, amigo hace 10, cuenta que durante el homenaje en el Palacio de la Cultura, Obregón se reía mientras los funcionarios hacían un listado de sus virtudes.
Seguro es cierto porque el mismo Obregón dice que En la vida nada es importante y todo es importante . De todos modos este joven, porque sus amigos treintañeros dicen que por mantenerse tan actualizado su mente no envejece, ya se había negado a participar en el premio Simón Bolívar de periodismo, cuando hacía caricaturas con su mano izquierda para el diario El Mundo.
Me parece es un premio casi que del sistema. La clase directiva y las cosas que se mueven ahí no me interesan y es lo menos apropiado para un caricaturista, pues desde su área humilde es un cuestionador, y que el sistema al que cuestiona le de un premio, me parece absurdo , aclara Obregón.
Sin embargo, recibió el del Círculo de Periodistas de Bogotá por ser dado por colegas.
Su posición frente al poder es real. Con decir que es primo segundo de Noemí Sanín y ni la conoce.
Este hijo, el segundo de una familia de tres hermanos, heredó de su padre las ganas por estudiar arquitectura. Lo intentó, pero no se graduó de arquitecto porque lo echaron de la Bolivariana y se aburrió en la Nacional.
Su figura delgada y casi frágil, sus grandes gafas, su cabello, barba y bigote abundantes y blancos lo hacen ver en medio de tanto libro, aunque no lo quiera, como un hombre que sabe mucho.
-Si piensa en mí como un intelectual clásico de Medellín, está perdiendo el tiempo. Yo no he hecho nada, nada-, dice con un tono del que piensa que quien lo entrevista está desenfocado.
-Pero tiene que reconocer que es un referente para la ciudad-, intento sostenerme.
-Porque es una ciudad muy pendeja. Ponerme a mí de referente! Yo vivo a gusto con mis dibujos y mis lecturas y mis cosas: una croniquita mensual para La Hoja, escribía cosas para El Colombiano, esporádicamente, en El Mundo tenía una columna de farándula...-, dice sin darse importancia. También ha escrito para Semana y El Malpensante.
Entrevistarlo puede ser una tortura pues aunque contesta a todo, no revela detalles que divulguen su furiosa actividad intelectual.
Minimiza que, según Iván Hernández, ex editor de Norma, sea un espléndido traductor del portugués, y apenas sí habla de las 600 tiras cómicas diarias de Los Invasores.
Ni menciona dos libros de humor gráfico (Grafismos y más grafismos, llenos de humor algo negro) y menos le para bolas a un libro de poemas que escribió hace cinco años: Versos de amor y de los otros.
Tampoco dio pistas sobre uno que, me sopló una amiga suya, saldrá en próximos días: Como si fuera un niño, editado por Dann Regional; ni cuenta que seleccionó la reciente edición de Cuentos del dinero la riqueza y el poder, que editó Confiar, ni que escribió Memorias enanas, editado por la Universidad de Antioquia.
Mucho menos iba a decir que es el inspirador de un personaje de la última novela de Abad (Angosta) o que en una bebeta con él le regaló el tema de otro libro, Basura, o que Hernández le dedicó su libro de crónicas El señor de la tienda, que es él.
-Me ha gustado mucho leer y es un hábito, pero para ser un intelectual se necesita un rigor de pensamiento, cierta estructura y cierta cosa. Siempre estoy leyendo, pero me considero un lector amateur- dice con tal de no reconocer que sabe.
Más bien prefiere comentar que lo de él es un estilo de ver el mundo. Suena muy pretencioso, pero desde que empecé a tener conciencia me di cuenta de que era un artista. Esto no significa ser un gran artista sino que se juzgan las cosas con ojos de artista, se mira el mundo con ojos de artista . Es todo lo que reconoce.
El deporte del raneo Eso sí, le encanta la buena charla, tanto como la buena música. Conversar es una delicia, es uno de mis deportes favoritos . En realidad es el único que ha practicado.
Mis amigos y yo, cada uno en su estilo, pertenecemos vagamente a una misma tribu. En este zarzo se habla de todo menos de política. Cuando hay raneo es el único tema tabú porque me jarta y no me importa , advierte, mientras se nota que detesta más a los políticos que a la política.
Otra condición que por su discreción no divulga, pero que hace valer, es, según sus contertulios, que en su casa no se habla mal de otros. Tanto que nadie sabe por qué después de años de ser el señor que cada tarde se tomaba un par de guaros en la tienda frente a su casa, un día dejó de ir. De eso no habla.
Sus amigos coinciden en que es un gran bebedor y en que rara vez se le va la mano. No sé por qué aquí me nombraron el gurú del aguardiente , se pregunta con cierta incomodidad e inmediatamente agrega: Debe ser porque el que escribe un artículo sobre el vodka o la ginebra queda como un hombre de mundo, pero el que escribe sobre el aguardiente -y he escrito- queda como un borrachito .
Solterón, salvado dos veces del altar, tiene el don de encantar a las mujeres.
Siempre lo rodean mujeres bonitas. Muchos de los amigos van a la casa no más a ver qué encuentran. Yo creo que la principal característica de su seducción es que no es un seductor, no es agresivo , presume Héctor Abad.
Ana María Marín, amiga de una generación posterior, ratifica esa teoría: Su éxito radica en que no intenta encarretarlas para llevárselas a la cama. Le gusta conversar con las mujeres, algo muy raro de encontrar hoy .
Le va tan bien, que algunas confiesan que sienten algo de celos de sus conquistas ... por Internet.
El tesoro de la amistad Pero es su capacidad de ser amigo, lo que sus más cercanos aman en él.
Resulta difícil apartarse de él porque es como llegar a un paraíso. Por su nobleza, generosidad y bondad , dice su amiga Eda Pilar Duque.
Vive con poco dinero y es capaz de compartir un pollo a domicilio o si tiene plata, invitar a un buen restaurante.
Ana María destaca que aunque es muy culto, es humilde con su conocimiento. No te juzga si no sabes y no te hace sentir tonta si no tienes una información .
Es un gran narrador e interlocutor: es dulce, sin ser meloso; brillante sin apabullarte. Dice la verdad de una forma tan cariñosa. Es el amigo que te dice las cosas , cuenta Héctor Abad.
- Y a todas éstas, Los amigos valen la pena? -Son fundamentales en la vida. Es lo que más vale la pena. No tengo muchos. Nadie tiene muchos. Toda persona que cree en la amistad tiene pocos. Los amigos son un tesoro y la amistad hay que manejarla con todo el respeto que se merece. Uno se debe a los amigos y espera que los amigos correspondan así. Sí, yo creo mucho en la amistad.
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