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¡Criaturas alienígenas en Bogotá!, ¿son peligrosas?, ¡qué pasa con las piedras!
Las alucinantes y espectaculares exposiciones de Felipe González y Nicolás Bonilla.
Exposición de Felipe González en la galería Salón Comunal Foto: Fernando Gómez Echeverri
¿Muerden? La exposición de Felipe González en la galería Salón Comunal (Transv. 27ª no. 53B-25) tiene la marca del espanto. Sus criaturas parecen sacadas de El horror de Dunwich, de Lovecraft, o de la nave perdida de la teniente Ripley en Alien; pero también tienen algo de ternura: podrían reemplazar a un alegre perro salchicha como mascota con sus docenas de patitas gordas.
Exposición de Felipe González en la galería Salón Comunal Foto:Fernando Gómez Echeverri
González es un escultor de cerámica puro y duro. En la misma galería –donde también funciona un espacio de talleres– tiene su horno: una máquina descomunal, con la altura de un basquetbolista y el aspecto amenazador de una caja fuerte de una película de Bonnie y Clyde, que en su interior alcanza temperaturas de más 1200 grados centígrados.
El horno es su gran juguete. El lugar donde lo que imagina con el torno y con las manos se hace indestructible. González mezcla arcillas y colores, hace cálculos dignos de un alquimista y luego de ocho horas de infierno y fuego salen sus esculturas: criaturas que parecen moluscos, trilobites, frailejones con tentáculos de pulpo o seres microscópicos que crecieron por el influjo de un científico loco.
González vive fascinado por sus criaturas lovecraftianas y sus tentáculos, pero el horno, lejos de solo dar vida artificial (sus esculturas parecen chupar el aire), también celebra el mundo mineral.
En otro extremo de Bogotá, en SGR galería (Cra. 23 no. 77-55), otro maestro de las cerámicas, Nicolás Bonilla despliega toda su sabiduría en una exposición magistral.
Bonilla ofrece una ficción alucinante: una colección de minerales escondida durante 30 años que, entre otras cosas, tiene piedras semipreciosas o de usos desconocidos que se encuentran en diferentes partes del subsuelo colombiano.
Solo el montaje es avasallante. La sala parece un museo geológico, Bonilla quiso recrear los viejos gabinetes de curiosidades que se hicieron populares en Europa desde el siglo XVI hasta el XVIII, donde nobles y burgueses exhibían sus objetos preciosos y sus hilarantes colecciones que tenían desde plumas de pájaros, cristales de brillos inesperados hasta cabezas reducidas o... tesoros geológicos.
Exposición de Nicolás Bonilla en SGR galería de Bogotá. Foto:Fernando Gómez Echeverri
Y Bonilla ofrece un verdadero tesoro. Cada piedra, resto de meteorito o mineral de la exposición, tiene una belleza escultórica única, entre otras cosas, porque son realmente esculturas. Bonilla lleva al máximo el engaño. Sus piedras no existen en la naturaleza: son cerámicas. También nacieron de la arcilla, el horno y más de 1200 grados centígrados. El horno que está en Salón Comunal fue una invención suya y de Felipe González. La exposición presenta 4.200 piedras distintas, cada uno con nombre científico y catalogada con el celo de Linneo. Bonilla ha trabajado ocho años largos en este proyecto. Y ha creado –mal contados– más de 90 mil minerales distintos.
No dejen de ver las piedras y las criaturas de los dos.