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La magnífica fusión entre el arte de Yayoi Kusama y el diseño de Louis Vuitton
Tres instalaciones de la artista japonesa dieron paso a una nueva colección de la marca sa.
La instalación de Yayoi Kusama abraza el edificio de Louis Vuitton, en París. Foto: Emmanuel Dunand. AFP
Quien pase desprevenido por la tienda de Louis Vuitton en la quinta avenida de Nueva York podrá ver a Yayoi Kusama pintando sin parar los inconfundibles lunares con los que la artista japonesa de 93 años ha llegado a ser revolucionaria y comparable con artistas como Warhol u Oldenbourg.
Kusama tiene 93 años y vive en Tokio, en una institución de salud mental, donde ha pasado largos años de su vida. La Kusama que está tras la vitrina y que observa a través del cristal y luego retoma sus puntos de colores es un robot suyo de expresiones sumamente realistas.
👜 Por 2ª vez, luego de la campaña de 2012, la Japonesa Yayoi Kusama interviene una nueva colección de @LouisVuitton, en la SC’23 - Ayer, Gaston, nieto del fundador de LV y encargado del diseño de los escaparates, convocó a la mismísima Yayoi a pintar en la ppal. tienda de #NYCpic.twitter.com/FI0YnZRL5c
La imagen hace parte de un conjunto de instalaciones que han tenido como escenario tres grandes tiendas de Louis Vuitton en el mundo: Una es la de New York, con esta Kusama robótica que pinta infatigablemente.
En París, una gigantesca imagen inflable de la pintora japonesa, nacida en Matsumoto en 1999, parece abrazarse al gigantesco edificio de los Campos Elíseos, que ostenta la fachada de marca. Sus inconfundibles puntos decoran también todo el frente.
En Tokio, en cambio, se exhibió hasta diciembre pasado, una pantalla 3D que representa primero un baúl de Louis Vuitton, que se abre y deja salir tres inquietas calabazas -formas icónicas de Kusama-. Al girar, la de en medio revela ser la cabeza de Kusama, cubierta por la piel de la calabaza, a manera de melena o casco. Estas se desvanecen y dejan ver una obra de la artista, Narcissus Garden.
Esta obra, Narcisus Garden, fue una de sus instalaciones famosas, con la que la artista atrajo toda la atención en a Bienal de Venecia de 1966, al presentar -sin estar invitada- una obra conformada por 1500 esferas de espejos que se vendían a la gente.
La de Tokio fue el preámbulo, con el que se anunció la alianza entre la artista y los bolsos y la marca de diseño que ahora es todo un hito para ambas partes, aunque, es la segunda vez que se unen para sacar a la luz importantes resultados. Ya en el 2012, la artista y la marca habían descubierto que podían unir trazos.
“Mostrando el savoir-faire de Louis Vuitton, una innovadora técnica de serigrafía reproduce las pinceladas de Kusama, dando un efecto 3D sorprendentemente realista pintado a mano -describe Vuitton, en su portal, los objetos que resultaron de esta alianza-. Aplicadas a mano, una a una, medias esferas metálicas de distintos tamaños animan una selección de piezas de la colección con un impresionante efecto de espejo plateado”.
Esta vez, la misma Kusama es modelo de las instalaciones. Sin embargo, la colaboración no se detiene aquí. Como era de esperarse, Vuitton lanzó una colección completa para mujeres y hombres. La imagen de sus nuevos bolsos y demás diseños (carteras, zapatos y rios de marroquinería) está a cargo de modelos como Bella Hadid, Fei Fei Sun o Parker Van Noord.
Y, por supuesto, ha invadido con sus colores las redes sociales. A sus 93 años, Kusama es tan 'instagrameable' como cualquier joven de este tiempo. Lo demuestra en cada una de sus exposiciones.
Una de estas -Yayoi Kusama: Infinity Mirror Rooms- se abrió el año pasado en la Tate Modern de Londres, para presentar una de sus instalaciones más famosas. Fue tal la venta de entradas, que se cuenta por millones, que la galería tuvo que prolongar la exposición hasta abril del 2023, y aún así, se ha visto obligada a limitar el tiempo disponible de los visitantes ante la obra.
No es un fenómeno reciente. Algo similar ocurrió en Los Ángeles, cuando The Broad Museum, expuso obras de la japonesa en Los Ángeles. También en Nueva York, la respuesta fue tal que tuvieron que darle a cada uno de sus espectadores menos de un minuto para apreciar las obras de Kusama.
Kusama, considerada una de las artistas plásticas vivas más influyentes del momento, fue en su momento pionera de movimientos como el pop art o el minimalismo. De origen humilde, la artista incursionó desde su infancia en el arte tradicional japonés. Pero, en busca de más, se mudó a Nueva York, en busca de nuevas influencias. Allí se encontró con el expresionismo abstracto y encontró cómo aplicarlo a la escultura, instalaciones y performances.
Con el movimiento hippie de los años 60, llegó a pintar cuerpos desnudos con lunares de colores. Y en 1973 volvió a Japón, para tratar de compartir una modernidad que no fue comprendida. Mucho de su arte se nutre también de alucinaciones que padece. Los problemas psiquiátricos han marcado así su obra y su vida, pues vive en una institución de salud.
Los lunares representan para ella “la luna y el sol, movimiento y un sendendero a la infinidad, en un salón de espejos”, según recogen sus diferentes biografías.