El pintor francés
Pierre Soulages, que logró extraer una luminosidad insospechada del color negro,
falleció el 26 de octubre a los 102 años, informó el presidente del museo que lleva el nombre del artista en Rodez (sur). “Es una triste noticia, acabo de hablar con su viuda, Colette Soulages”, dijo a AFP el directivo, Alfred Pacquement, amigo del pintor.
“Me gusta la autoridad del negro, su gravedad, su evidencia, su radicalidad (...). El negro tiene posibilidades insospechadas”, explicó Soulages en diciembre de 2019, con motivo de una exposición en el Louvre, que le abrió sus puerta en vida, en un reconocimiento poco frecuente. El negro “es un color muy activo. Si lo utilizas junto a un color oscuro lo ilumina”, razonó el pintor en esa entrevista con AFP.
Soulages profundizó esa vía durante 75 años, ganándose el reconocimiento de las instituciones culturales y del mercado del arte, donde era uno de los artistas vivos más cotizados.
Poco antes de su exposición en el Louvre, batía su récord de subastas con la venta de un cuadro pintado en 1960 por 9,6 millones de dólares. “Eso quiere decir que hay gente adinerada que puede comprar mis obras”, se limitó a decir.
Nació el 24 de diciembre de 1919. Su padre, constructor de carrozas, murió cuando tenía cinco años. Su madre lo crió sola dirigiendo una tienda de artículos de pesca y caza. Cuando quiso pintar no le gustaban “los colores de acuarelas” y optó por recrear los árboles en invierno, las ramas desnudas, los efectos visuales de la nieve.
Durante una excursión escolar a la abadía de Sainte-Foy de Conques, en su adolescencia, decidió ser pintor. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial entra en la Academia de Bellas Artes de París. Pero decide que se va a aprender por su cuenta a Montpellier.
La pintura abstracta lo domina durante esos años, pero en lugar de esa paleta de colores vivos (amarillos, azules, rojos), prefiere trabajar con la humilde tintura de avellana, utilizada como barniz, y las brochas gordas de pintor. Sus telas causaron sensación y en los años 1950 entran en las colecciones de grandes museos. Usa
técnicas como el raspado para jugar con el negro y yuxtaponerlo al rojo o el azul.
En 1979, trabajando sobre una tela totalmente negra, experimenta con una estrías y se da cuenta de que acaba de franquear un umbral. “Era más allá del negro, estaba en otro espacio mental”, explicó. “En el bote con el que trabajo está escrito ‘negro’. Pero es la luz difusa de los reflejos la que me interesa”, añadió.
En 1986 pintó más de 100 vitrales para la abadía de Conques, inaugurados en 1994. En 2009, una gran retrospectiva de su obra logra medio millón de visitantes en el Pompidou de París.
AFP
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