“Notre-Dame no solo era un templo católico, sino un símbolo histórico de un país”, dice monseñor Juan Miguel Huertas, canónigo de la catedral Primada de Bogotá, refiriéndose al incendio ocurrido en este lugar parisino el lunes pasado, que consumió parte de sus más de 800 años de historia.
El clérigo agrega que estos lugares patrimoniales además nos ayudan a tener identidad y que, guardadas las proporciones, en el país hay varios de estos sitios con sus riquezas que no solo ayudan a la fe, sino al sentido de país.
Por su parte, la historiadora Constanza Toquica, directora de los museos Colonial y Santa Clara, en Bogotá, afirma que el arte que hay en América Latina y Colombia no solo debe cuidarse de la mejor manera, sino que “debemos entender que nuestro Medioevo en América Latina fue el periodo colonial, y tenemos grandes tesoros tanto arquitectónicos como artísticos, pues se levantaron iglesias y catedrales realmente maravillosas en los siglos XVI, XVII y XVIII”, comenta.
Y la plata como metal era muy importante para cumplir con el cometido de hacer estas estructuras, que en México, por ejemplo, están representadas por la catedral de su capital, “que muestra la exuberancia del barroco europeo en América Latina, así como las iglesias de Perú. En este sentido, cuanto más dinero tuvieran las familias, más aportes hacían para la construcción de las iglesias y sus adecuaciones (los mejores cuadros, las mejores maderas, los materiales de mejor calidad), pues imperaba lo que se llama la ‘economía de la salvación’, estudio del historiador Jacques Le Goff que habla de cómo la gente invierte en las iglesias y el arte religioso en el Medioevo buscando llegar a Dios”, comenta.
Y en este sentido, para Toquica, Colombia estaría en un tercer lugar en América Latina en lo relacionado con la belleza y la dotación de sus iglesias.
En su opinión, la iglesia de Santa Clara (que es museo) es uno de los espacios más bellos del país. Su retablo fue pagado por María Arias de Ugarte y costó 45.000 patacones de la época colonial, que era una altísima cantidad. “Está recubierto con laminilla de oro, todo hecho a mano, sin máquinas, al igual que todo el museo, y tiene un gran significado”.
Por su parte, monseñor Huertas dice que catedral Primada de Bogotá y su capilla del Sagrario, con obras de arte de los artistas de la Colonia, especialmente de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, es un sitio propicio para visitar.
Uno de sus retablos principales data de 1610 y es de autor desconocido. Pero, además, conserva el pendón que traía Gonzalo Jiménez de Quesada a su llegada, el ornamento con el cual se celebró la primera misa en la ciudad y 32 libros de coros de obras que datan de la Colonia hasta 1948, pues la catedral tuvo maestro de capilla y compositor desde el siglo XVII.
“Pero la catedral no es solo un lugar sagrado, con colecciones religiosas y de arte, sino un sitio por el que ha pasado la historia nacional desde hace varios siglos, así como un punto de encuentro cuando hacemos los conciertos con su órgano”, sigue monseñor.
Para Toquica, la iglesia de San Francisco es un espacio imperdible por sus celosías mudéjares y su retablo, que muestra la influencia árabe; así como San Ignacio, que también tiene bellos retablos de estilos renacentista y barroco, y las esculturas de Pedro Laboria.
Agrega que la catedral del Tunja “es la única renacentista de Colombia y tiene pinturas murales hechas por el italiano Angelino Medoro”. Del mismo artista hay obras en la iglesia de Santo Domingo de la capital boyacense.
Para monseñor, otro lugar importante es “el templo y el convento de Monguí, Boyacá. Son edificaciones impresionantes en un lugar muy pequeño”, cuenta.
En este templo, restaurado por el Ministerio de Cultura, son sorprendentes las pinturas de la cúpula de la iglesia y el arte religioso del convento, en donde hay murales, y pinturas de Arce y Ceballos.
“Notre-Dame me ha hecho pensar mucho en la necesidad de tomar conciencia sobre el patrimonio religioso y artístico. Y cuando se mantienen o se restauran, no son para el culto sino para el disfrute de todos, sin importar su fe o su procedencia”.
Más para ver en otras zonas del país
La basílica de Nuestra Señora de las Lajas, en Nariño, es otro de los lugares importantes, y no solo por su sentido de peregrinación. Se trata de una iglesia a imitación del gótico del siglo XIV. Tiene tres naves construidas sobre un puente de dos arcos que cruza sobre el río Guáitara. Aunque la nueva iglesia data del siglo XX, desde el XVIII es un sitio de peregrinación, y sorprende que está construida sobre un gran cañón. La altura de la capilla es de 100 metros.
Pasto también tiene hermosas iglesias con arte quiteño, y del mismo modo Popayán, algunas de ellas reconstruidas después del terremoto de 1983. Su Semana Santa es patrimonio oral de la humanidad desde el 2009.
Igualmente, Mompox, Bolívar, y sus procesiones de Semana Santa, y las catedrales de Manizales (la más alta del país, con 106 metros), Medellín y Cartagena. Asimismo, la iglesia de San Pedro Claver en Cartagena, entre muchas otras.