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Benjamín Villegas: medio siglo de grandes libros

El gran creador de Villegas Editores cumple 50 años como editor de libros. Entrevista de BOCAS.

Hoy, a sus 75, Benjamín Villegas cumple 50 años como editor de libros ilustrados de gran formato

Hoy, a sus 75, Benjamín Villegas cumple 50 años como editor de libros ilustrados de gran formato Foto: Pablo Salgado

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Benjamín Villegas cumple este año 50 años de labores como editor de libros ilustrados de gran formato, aunque señala que su carrera en realidad comenzó 10 años antes, cuando fundó un periódico escolar en cuarto de bachillerato en el Gimnasio Moderno, llamado El Alepruz, que era como lo llamaba cariñosamente su abuelo materno. Publicó dos números y recuerda que ese hecho, junto con la pasión y el hábito por la lectura que le despertó su madre, lo marcó para toda la vida.
El gran editor Benjamín Villegas es portada de la edición #131

El gran editor Benjamín Villegas es portada de la edición #131 Foto:Revista BOCAS

Fue el primer proyecto que lo llevó a las imprentas, aunque las había conocido desde niño porque su papá había sido también impresor y su abuelo materno tuvo sus propios periódicos –Fantoches, Sal y Pimienta y Patria– y su propia imprenta. “Yo gatié en las imprentas”, señala.
En 1966 lo buscaron alrededor de una crisis que hubo en la revista Lámpara de la ESSO colombiana, que la iban a suspender por algún problema que habían tenido en una edición y porque sostenía una nómina muy grande, y el segundo de Relaciones Públicas dijo que él se hacía cargo de la dirección sin tener más colaboradores y que se conseguiría un joven que sabía de imprentas y de diagramación para que se hiciera cargo del diseño y la coordinación de la impresión. “Y ese joven fui yo a los 18 años y me pagaron 2.000 pesos por mi trabajo en cada revista”, dice.
Hizo la revista Lámpara durante seis años y allí puso su nombre: Diagramación y coordinación editorial Benjamín Villegas. Alrededor de este crédito comenzaron a llamarlo para otras revistas, para hacer informes de los bancos y otra serie de impresos de forma tal que, paralelo a sus estudios de arquitectura, en los que tuvo un buen desempeño, pues lo becaron por cómputo académico, montó su oficina de publicaciones y diseño gráfico durante su época de universidad.
Estudió arquitectura pero no ejerció, tuvo una programadora de TV y en 1985 creó Villegas Editores.

Estudió arquitectura pero no ejerció, tuvo una programadora de TV y en 1985 creó Villegas Editores. Foto:Pablo Salgado

También, por ese crédito, lo buscaron de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en 1967, donde estaban fundando la Facultad de Diseño Gráfico, para que dictara la clase de Diagramación, precisamente por lo cual, a los 19 años, ya era profesor de alumnas de 17. Con el tiempo fue asumiendo otras clases hasta llegar a ser director de tesis de diseño gráfico y graduar la primera promoción de esa nueva facultad. Por ese motivo la Tadeo le dio en 1971 un grado honorífico en diseño gráfico.
Al despuntar la década de los años 70 fue uno de los promotores de La Calle, a espaldas del entonces Hotel Hilton (carrera Sexta con calle 32), un intento de comuna hippie en la que varios jóvenes artistas buscaron un espacio para llevar a cabo sus proyectos creativos.
Fue en 1973 cuando comenzaron sus libros de gran formato, pues lo buscaron de la Presidencia de la República, en épocas de Misael Pastrana Borrero, para hacer el primero.

¿Cómo fue hacer ese primer libro?

En ese libro trabajé con Rafael Naranjo Villegas, que era el secretario general de la Presidencia, lo imprimí con Leonardo Canal y se tituló Dos naciones hermanas, sobre las relaciones diplomáticas y comerciales de Colombia y Venezuela.

¿Qué pasó después?

Inmediatamente, cuando el libro circuló, me llamaron para hacer la Historia de los 100 años de Colseguros. Luego uno sobre los 50 años del Gimnasio Femenino, al que le siguió el de los 20 años del Sena, y así fue comenzando mi carrera como editor de libros ilustrados de gran formato y alta calidad gráfica y editorial.

¿No lo tomó por sorpresa, usted que era arquitecto?

Era un trabajo que me gustaba mucho, que sabía hacer y que también necesitaba seguir haciendo porque me había casado muy joven, en 1971, y estaba comenzando a construir mi vida. Todo eso no me permitió ejercer mi carrera de arquitecto como eran mis planes originales y me condicionó la vida para seguir alrededor de las publicaciones en general, de los libros en particular y de otras aventuras creativas y culturales.

¿Cuáles?

Tuve una programadora de televisión y dirigí dos programas periodísticos: La mansarda y Edición especial, con Rodrigo Castaño. Además hice la producción de dos documentales. El segundo, titulado Acrobacia china, fue el primer documental en el que participó Sergio Cabrera, quien manejó la cámara e hizo, conjuntamente conmigo, la edición.
A los 18 años se convirtió en el diseñador de la revista Lámpara.

A los 18 años se convirtió en el diseñador de la revista Lámpara. Foto:Pablo Salgado

¿Cuándo decidió olvidarse definitivamente de la arquitectura, la televisión, el cine y dedicarse de lleno a los libros?

En 1985 me sucedieron dos cosas. Primero, el patrocinador de un libro que me encargaron sobre Colombia que se tituló Rostros de Colombia, no me autorizó para sacar por mi cuenta ejemplares al público a través de las librerías. Yo no estoy de acuerdo con que salgan libros de circulación cerrada que la gente no pueda adquirir, a pesar de que se vendan muy pocos. Con Clara Lucía, mi mujer, pensamos que para poder hacerlo los derechos del libro deberían ser del editor y para ello deberíamos fundar una editorial. Y eso hicimos. Por otra parte, el presidente Belisario Betancur me encargó siete libros para que salieran antes de que terminara su mandato. Entonces cerré mi oficina comercial en la que, aparte de los libros que me encargaban, diseñaba símbolos y logotipos (que ahora estoy volviendo a hacer), publicaciones varias, afiches, avisos publicitarios, folletos e informes y tomé la decisión de dedicarme exclusivamente a publicar libros de gran formato sobre temas de cultura colombiana, siempre con una cara positiva desde todo punto de vista para el país. Mi eslogan fue ‘La buena imagen de Colombia’. Encontré allí una misión para la vida, y aunque siempre supe que económicamente esta nueva ruta sería mucho menos rentable, el concepto valía mucho la pena y con los años podría dejar un valioso documento impreso y bello sobre el país que me correspondió vivir.

¿Cuántos libros de gran formato alcanzó a hacer entre 1973 y 1985?

Publiqué 28 libros en esos 12 años con mi empresa Benjamín Villegas & Asociados.

¿Cuál fue el primer libro que salió con el sello Villegas Editores?

Creo que fue el libro que le publicamos a Débora Arango, o el de Rodrigo Arenas Betancourt, ambos por sugerencia del presidente Betancur.

A mí me da la sensación de que usted ha querido también plasmar sus gustos y sus intereses en todos sus proyectos editoriales.

Los libros por encargo siempre han existido y seguirán existiendo para mí. Los valoro mucho y los agradezco porque de alguna manera se está escribiendo y publicando la historia económica, empresarial e institucional del país. Pero como he sido muy inquieto intelectualmente, hay una amplia serie de materias que me han llamado muchísimo la atención, siempre con un gran componente estético.

¿Cuáles son esas líneas editoriales?

La fotografía es una con los libros de Harker, Díaz, Von Rothkirch, Martínez o Andrés López. Está la arquitectura con toda la serie de libros de casas colombianas de las distintas épocas, la arquitectura de Salmona, de Barrera, de Luis Restrepo, y los libros de la guadua y de la colonización antioqueña. También están múltiples libros de naturaleza: Arrecifes, Manglares, Selva Húmeda, Páramos, los varios sobre nuestros parques naturales y los libros de Aves y de Mariposas. Está el arte, donde he publicado entre 30 y 40 libros, que comenzaron con El pequeño viaje del barón Von Humboldt que me encargaron Ivonne Nicholls y José Alejo Cortés a los comienzos de la gran colección de arte de Seguros Bolívar. Pero son muchos para mencionarlos todos aquí. También está la arqueología con San Agustín y el oro prehispánico, la antropología con Indios de Colombia, la artesanía con Artefactos, la cocina con los ocho libros de mi hija María y El sabor de Colombia, la historia de muchas empresas y la Historia de la aviación en Colombia, Decolando contra el viento, entre muchos otros. En fin, ya son más de 300 primeras ediciones originales de gran formato sobre temas colombianos, siempre vistos desde el ángulo positivo

Capítulo aparte merece la línea de arte. Los más grandes artistas colombianos han publicado en su editorial.

Así es. Le he hecho seis libros a Botero. También le hice uno a Obregón, a Grau, a Ramírez Villamizar, a Negret, a Wiedemann, a Armando Villegas, a Beatriz González, a Manzur, a Juan y Santiago Cárdenas, a Luis Caballero, a Ana Mercedes Hoyos, a Manuel Hernández, a Jacanamijoy, a Pedro Nel Gómez, y que me perdonen los que se quedan fuera de la lista. A lo largo de 50 años he logrado publicar libros monográficos de los más grandes del arte colombiano a quienes, además, tuve el placer de conocer y tratar. Esto ha sido todo un aporte para la memoria del arte colombiano.
Nació el 22 de agosto de 1948

Nació el 22 de agosto de 1948 Foto:Pablo Salgado

De toda esa cantidad de libros usted escogió diez que lo marcaron, ya sea como editor, por el tema, por las dificultades que tuvo al hacerlos, por el placer de haberlos terminado… Comencemos por el primero. La Historia de la fotografía en Colombia.

Fue un libro muy complejo e importante que publiqué por encargo del Museo de Arte Moderno de Bogotá, escrito por Eduardo Serrano. Manejamos alrededor de 3.000 fotografías con las cuales se hizo una magnífica exposición en el Museo. Yo hice la curaduría final y es un gran documento.

El siguiente es La Historia de Bogotá.

Es una obra en tres volúmenes que publiqué con la Fundación Misión Colombia y con el apoyo del presidente Virgilio Barco y del alcalde de Bogotá Julio César Sánchez. La edición fue con motivo de los 450 años de la ciudad. Demoramos tres años trabajándolo con un grupo de historiadores jóvenes de la Universidad Nacional. Yo hice personalmente la investigación gráfica.

La ruta de Humboldt: Colombia y Venezuela.

Fue un trabajo en dos volúmenes muy complejo porque, tanto para Venezuela como para Colombia, mandé a dos fotógrafos en cada país a recorrer la ruta que habían seguido Humboldt y Bonpland para fotografiar apartes precisos citados por el científico en su libro Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente, sobre Venezuela, y en su Diario inédito sobre Colombia que Humboldt no publicó nunca, pero que en los años 70 el profesor Jorge Arias de Greiff recuperó de una biblioteca en Berlín Oriental y tradujo del francés y el alemán.

Otro que usted escogió es La Expedición Botánica al Nuevo Reyno de Granada.

Fue un proyecto, también en dos volúmenes, que trabajé con el Jardín Botánico de Madrid donde reposan las más de 6.000 láminas originales que produjo el sabio Mutis con su equipo de colaboradores en el virreinato de la Nueva Granada. Para estos, conformé un equipo multidisciplinario con textos de cuatro Ph. D. españoles y cuatro Ph. D. colombianos. Fue la primera vez que se publicó el listado completo de las láminas, y nos dieron el premio del Ministerio de Cultura de España al mejor libro de divulgación científica y cultural publicado con motivo del quinto centenario de América.
Villegas Editores

Villegas Editores Foto:Pablo Salgado

En su lista también está Alta Colombia – El esplendor de la montaña.

Este libro del fotógrafo Cristóbal Von Rothkirch ha sido una de mis grandes satisfacciones porque fue un libro muy bello que ganó el más importante premio que hemos recibido dentro de los bastantes premios internacionales que hemos obtenido. El libro nos llevó más de cuatro años realizarlo pues Cristóbal escaló las 63 cumbres nevadas de Colombia en ese entonces, para lo cual yo le financié la fotografía pensando en publicar posteriormente un libro. Cristóbal me dijo que no, que la mayoría no servían. Le pregunté por qué y me respondió que hay que volver a subir porque una cosa es escalar y tomar fotografías y otra cosa es escalar para tomar fotografías. “En este momento en los distintos sitios ya sé cuál es el sitio exacto y la hora de la mañana o del atardecer con la luz oblicua que se necesita para hacer una buena fotografía”. Así que fue necesario volver a escalar algunos picos para mejorar los momentos de luz.

¿Cuál es ese premio que ganó el libro?

En las Ferias de Leipzig y Fráncfort, la Fundación Arte del Libro - Stiftung Buchkunst otorga cuatro premios al año en donde participan todos los editores del mundo, y nosotros ganamos uno de esos cuatro premios con este libro en 1996.

Pero usted ha ganado muchos premios internacionales.

Sí, me ha gustado siempre concursar internacionalmente, donde se pueda, para medirme con los mejores editores en términos de la calidad de mis libros en todo sentido y saber si sigo vigente. Y para no aflojar nunca. Hemos ganado premios en muchos concursos, más de 150, la mayor parte de los cuales han sido los del International Latino Book Awards, donde compito desde 1999.

Pero volvamos a sus libros más especiales.

Escolios a un texto implícito, de Nicolás Gómez Dávila, es sin duda uno de ellos. Es el único libro especial del cual no he publicado la primera edición sino la segunda y completa, pero es una de las obras más importantes que he editado en la vida y que escribió este gran colombiano que ha sido nuestro mayor filósofo. Originalmente los Escolios, en cinco tomos, fueron publicados por Colcultura, Procultura y el Instituto Caro y Cuervo en una edición muy modesta de pasta blanda encuadernada con pegante al lomo que, tristemente, con los años y su uso, ha terminado descuadernándose. Al menos así están los de mi edición original. Yo publiqué una hermosa edición en seis volúmenes, con el respaldo de Lorenzo Kling y con un texto introductorio del filósofo italiano Franco Volpi, a quien le debemos buena parte del conocimiento y el éxito de Gómez Dávila en Europa.

Pero eso es literatura y no libros ilustrados.

Sí, en literatura he publicado más de 130 primeras ediciones de autores colombianos, preponderantemente jóvenes, y en pasta blanda cosidos con hilo, pero esa es otra historia, al igual que los casi 30 libros para niños y jóvenes de mi hija María.
Ha sido condecorado por la Alcaldía Mayor de Bogotá por sus libros sobre la ciudad, por la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá con el Premio Jiménez de Quesada por sus servicios cívicos y libros sobre la ciudad de Bogotá.

Ha sido condecorado por la Alcaldía Mayor de Bogotá por sus libros sobre la ciudad, por la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá con el Premio Jiménez de Quesada por sus servicios cívicos y libros sobre la ciudad de Bogotá. Foto:Pablo Salgado

¿Se dice que usted descubrió y lanzó a Ángela Becerra?

Así es. Ella me buscó. La leí, me gustó y le publiqué su primera, segunda y tercera novela. Y un libro de poemas, también.

Sigamos con su lista. Sigue Parques Naturales de Colombia.

Nuestros parques naturales son una de las grandes obras que han realizado, en mayor o menor grado, los distintos gobiernos en el país al reservar una serie de zonas absolutamente privilegiadas que vale la pena conservar intactas. Son tres y los trabajé hombro a hombro con Julia Miranda, directora de los parques durante 13 años, para que los colombianos los puedan conocer, irar, visitar y proteger.

En su lista hay otro dedicado a la naturaleza. Aves en Colombia.

Me siento muy contento con el libro. Fue una aventura que realicé con Murray Cooper, un fotógrafo sudafricano, que tocó las puertas de mi oficina a finales de los años 90, que había visto mis libros y que estaba en Colombia desarrollando un libro sobre las aves de los Andes para el Smithsonian Institution y National Geographic. O sea, uno de los mejores fotógrafos de aves del mundo. Él tenía la inquietud de saber por qué a mí no se me había ocurrido publicar un libro sobre las aves de Colombia y le dije: “Porque no lo había conocido a usted”. Entonces hizo varios viajes a cada una de las regiones. Duramos cerca de tres años desarrollando el proyecto y creo que es un hito para Colombia por ser el país más rico en aves del mundo.

Sigue uno de viajeros: Colombia secreta.

Este libro, con fotos y textos de Andrés Hurtado García, es el primero de tres, con Caminando Colombia y Paraísos de Colombia, que publicamos para mostrarle a Colombia y al mundo los más espectaculares lugares y paisajes de nuestro país. Los tres volúmenes han sido todo un éxito.

El último de su lista es Historia de la caricatura en Colombia.

Esta obra en tres volúmenes, de la maestra Beatriz González, me ofreció el privilegio de trabajarlo a su lado durante más de 12 años hasta que conseguimos su patrocinio y la sacamos durante la pandemia. Si hubiera que definirla de alguna manera le diría que se trata de la historia de Colombia durante los últimos 200 años, contada e ilustrada por los periódicos y revistas de la oposición política. Es una maravilla que vale la pena leer y tener.
Villegas Editores

Villegas Editores Foto:Villegas Editores

¿Cómo hizo usted para conseguir a Carlos Fuentes para que escribiera un texto para su libro Botero mujeres?

Con Botero, por su importancia mundial, se facilitan las cosas. De hecho, antes ya había publicado Botero lienzos, Botero esculturas y Botero dibujos, para cada uno de los cuales había logrado textos de importantes escritores europeos y en cuyas conversaciones con Fernando había aparecido el nombre de Fuentes como una posibilidad. En este caso, que publiqué en coedición con Rizzoli International, simplemente conseguí la dirección de Fuentes en México y le envié los tres libros de Botero que le mencioné y una carta proponiéndole la posibilidad de su texto y describiéndole el libro. Aceptó inmediatamente, pero me remitió a su agente en Barcelona para la negociación de los derechos, una suma bastante elevada, por cierto. Pero valió la pena. Tanto Fuentes como Botero quedaron muy contentos y así me lo manifestó Fuentes cuando hablé telefónicamente con él. Pero nunca lo conocí.

Imagino que usted ha conocido a muchas personalidades de la cultura.

Sí, es mucha la gente culturalmente importante que he conocido en la vida a través de mis libros. Muchos autores y artistas que tras publicarles sus libros se han convertido en muy buenos amigos.

¿Le hubiera gustado ejercer la arquitectura?

Sí, me habría gustado porque habría sido otra forma de haber dejado un legado en la vida. Y el oficio se me facilitaba. Pero ya le dije que mi carrera editorial fue surgiendo sola y a partir de cierto momento tendría que haber vuelto a comenzar dibujando en una oficina de arquitectos para aprender realmente el oficio. Hoy en día no me arrepiento del camino que seguí y me siento pleno con lo que he hecho en el mundo de la cultura colombiana. Yo lo que soy es un creador de libros. Son más de 300 primeras ediciones de gran formato.

¿No lamenta haber dejado de ejercer las otras actividades del diseño gráfico?

Quizá me ha hecho falta el diseño de marcas, símbolos y logotipos, que de alguna forma sí estoy retomando en este momento con mi hijo Camilo, que es artista plástico, gran diseñador y experto en tipografía.
La revista #131 ya está disponible en los principales supermercados del país.

La revista #131 ya está disponible en los principales supermercados del país. Foto:Pablo Salgado

Usted ha mencionado muchas artes, pero no la música. ¿De alguna manera la ha podido plasmar o no le interesa tanto?

La relación con la música fue también con mi mamá. Fui miembro de la Asociación de la Orquesta Sinfónica de Colombia desde los 10 años y tuve asiento fijo para todas sus presentaciones en el Teatro Colón, fila 5, izquierda, asientos 1 y 2. Era la época del director Olav Roots. Igual me sucedió con el teatro, pues ella era muy aficionada y formó parte del grupo de personas que apoyaba el grupo teatral de El Búho y que construyeron el teatro Odeón de la Jiménez con Quinta, que después fue el TPB. Esa afición por el teatro la heredó mi hija Laura, que estudió dirección de teatro en Londres, lo ejerció durante más de 15 años y ahora está ayudándome a sacar adelante la editorial. De hecho, actualmente soy miembro de la Junta Directiva del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, a cuyas funciones voy regularmente. Para este año compré 33 espectáculos, y no dejo de sorprenderme cuando la gente deja de ir a maravillosas cosas que se traen por un problema de tráfico que se compensa yendo.

Veo que todos sus hijos son de alguna forma artistas, le han heredado y viven intensamente la cultura.

Evidentemente. Los tres llevan el arte y la cultura en su ADN. Y no solo por mí, sino por su mamá, Clara Lucía Salazar, que tiene el don de la creatividad y de la estética. Todos, de alguna manera, siguieron el camino de sus padres en el sentido de crear y hacer obra antes que dinero. Porque es bastante sabido que con la cultura resulta bastante difícil salir adelante económicamente, comparativamente con otra serie de actividades, pero creo que en los tres casos de ellos, como puede ser también el mío, podemos sentirnos muy satisfechos de lo que hemos ido creando y de lo que hemos ido dejándole a la vida cultural del país.
Esta entrevista fue realizada por Eduardo Arias
Fotos de Pablo Salgado
Edición #131
Revista BOCAS

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