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Catalina Usme: 'El fútbol femenino ha hablado con resultados'

Esta entrevista del 2022 acaba de recibir el Premio Fabio Poveda Márquez en la categoría Impreso. 

Catalina Usme en BOCAS

Catalina Usme en BOCAS Foto: Camilo Giraldo

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Catalina Usme ha tenido que superar decenas de obstáculos para crecer en el deporte y con ella, el fútbol femenino en Colombia. Desde jugar contra niños al comienzo, porque no tenía en su pueblo un equipo de mujeres, hasta superar dos operaciones de rodilla, que le hicieron pensar que su carrera se apagaba.
Pero todo eso lo dejó atrás con una disciplina a toda prueba, incluso recortándole horas a su descanso. Si se propone algo, lo cumple, sin importar el sacrificio que deba hacer.
La edición #120 de la Revista BOCAS circula desde el sábado 27 de agosto de 2022.

La edición #120 de la Revista BOCAS circula desde el sábado 27 de agosto de 2022. Foto:Revista BOCAS

Un ejemplo: cuando la Selección Colombia Femenina ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, Cata no celebró: pidió tiquetes, armó maleta y al día siguiente estaba en el Pascual Guerrero, en el banco de suplentes, para jugar el clásico contra el Deportivo Cali. Entró en el segundo tiempo y ganaron 3-2. Primero lo primero…
El fútbol venía de fábrica. Su padre, José Domingo, estaba cada ocho días en las canchas en Marinilla jugando, y así atrajo a sus tres hijos, Diego, Carlos Andrés y Catalina, la menor de los tres, pero la que llegó mucho más lejos. Hasta volverse una leyenda.
Cuando jugar contra los niños, en su pueblo, le quedó pequeño, buscó espacio en Medellín y encontró un club, Formas Íntimas, que le abrió las puertas y la lanzó definitivamente: llegó de 14 años y poco después ya estaba en las selecciones de Antioquia, primero, y luego en la de Colombia, en una Sub-20 a la que llegó cuando todavía era una niña, en el 2006. 
La única condición que ponía en los trabajos que tuve era que me dieran las dos horas para poder ir a entrenar. Fui mesera en varios restaurantes, hice inventarios en almacenes, lo que tocara.
Pero el fútbol no le daba para vivir. Por eso había que trabajar en lo que saliera: se ganaba 400.000 pesos quincenales trabajando como mesera en un restaurante y también, junto a uno de sus hermanos, hacía inventarios en almacenes de cadena, en turnos de 16.000 pesos diarios. La única condición: que le dejaran su tiempo libre para entrenar.
Catalina se dio cuenta de que podía llegar lejos y comenzó a estudiar en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, para convertirse en profesional en deportes. Y ahí, a su ya larga rutina, le agregó un paso más a su itinerario: como seguía viviendo en Marinilla, todos los días hacía el trayecto hacia Medellín en bicicleta: 27 kilómetros de ida y 27 de regreso, saliendo de su casa a las 6 a. m. y regresando cuando ya caía la noche. Terminaba molida.
“Era una travesía brava, casi una hora de viaje: salía a estudiar, entrenaba, volvía, otra vez a entrenar; era un ritmo pesado. Para ella, eso no fue nunca una dificultad. Si algo resume lo que es Cata es la disciplina, es la mujer más disciplinada que yo conozco, siempre está buscando una mejor versión, siempre quiere más”, dice su hermano Andrés, su DT en América de Cali.
También jugó al futsal. De hecho, ya con dos mundiales de fútbol de mayores y unos Olímpicos encima, hizo parte de una selección que obtuvo un inédito y, hasta ahora, único título sudamericano de futsal, la Copa América del 2015, en un plantel en el que estaban cuatro mundialistas de Canadá 2015: Cata, Lady Andrade, Ángela Corina Clavijo y Oriánica Velásquez.
Catalina Usme en BOCAS

Catalina Usme en BOCAS Foto:Camilo Giraldo

A diferencia de muchas de sus compañeras de generación, que abrieron el camino en mercados internacionales y particularmente en Europa, Cata nunca dejó de jugar en el fútbol colombiano, primero con Formas Íntimas y luego con América, con un breve paréntesis por Santa Fe en el 2017 como refuerzo para la Copa Libertadores Femenina.
Ofertas tuvo, pero cuando apareció el proyecto en América se metió de cabeza en él y logró una estabilidad profesional que hoy la tranquiliza. Aunque sabe que aún hay que dar batallas, como que la Liga Femenina tenga desarrollo todo el año.
Sin proponérselo, se cansó de conseguir marcas personales: es la máxima artillera de la Selección Colombia Femenina, con 38 anotaciones; la goleadora histórica de la Liga Femenina, con 55 tantos, la máxima anotadora de la Copa Libertadores, con 29 (19 con Formas Íntimas, 4 con Santa Fe y 6 con América).
Pero eso no la trasnocha. Por eso, a los 32 años, en octubre volverá a intentar ganar la Copa Libertadores, un logro colectivo que sí le quita el sueño. Y sigue empecinada, antes de colgar los guayos, en que Colombia, por fin, celebre un título de Copa América, para lo cual la revancha será dentro de dos años.
Viene de una casa en la que siempre se respiró fútbol.
Mi papá siempre jugó fútbol; creo que ahí inició todo. Con mi mamá nos llevaba a los partidos de él, mis dos hermanos y yo estábamos ahí cerquita, jugábamos en los entretiempos. Desde muy niños estuvimos rodeados de fútbol. Mis dos hermanos también jugaron. Pero uno también nace con eso, desde muy chiquita anhelaba tener una pelota.
¿Es cierto que, desde antes de nacer, su papá le tenía listo el balón?
Esa es una anécdota que cuenta él. Él siempre le tenía a mi mamá un balón listo de regalo para el hijo que iba a nacer. A mi mamá nunca le gustó saber el sexo del bebé que venía, el que llegara iba a ser bienvenido. Como ya tenía dos varones, compró el balón. “¿Y si es una niña?”, le preguntó mi mamá. “Pues las niñas también juegan al fútbol”, le dijo. Pues le salió el chistecito de verdad…
En esos comienzos en Marinilla había que jugar contra niños. ¿Eran muy duros los partidos?, ¿qué le decían por ser niña?
Eran muy duros. Incluso los papás metían presión: “¡Cómo te va a ganar una niña! Tú eres un hombre, ¡le tienes que ganar!”, decían. Yo jugaba con niños, pero a mí nunca me acomplejó. Al contrario, me encantaba ganar. Como tenía a mis dos hermanos, pues mi juego estaba muy involucrado con ellos, no lo veía de mala manera. Me encantaba que se pusieran bravos porque uno les ganara.
De sus dos hermanos, Diego y Carlos Andrés, ¿cuál jugaba mejor?
Los dos pudieron haber sido profesionales. Incluso los entrenadores, cuando ellos no iban a entrenar, los pedían, que fueran. Tenían buena proyección. Pero la perecita les pudo. De los tres, eso era lo que a mí me diferenciaba, que yo siempre me levantaba, a las 6 de la mañana, a la hora que hubiera que estar yo estaba. Ellos no.
La llegada al equipo Formas Íntimas fue su lanzamiento.
Eso fue una época donde ya, por edad, no me permitían jugar más con niños, sino que ya tenía que empezar a buscar dónde podía jugar con niñas o en equipos femeninos. En esa búsqueda apareció Formas Íntimas. Tuvimos una lucha muy larga para poder ir porque yo todavía era muy niña y tenía que ir de Marinilla a Medellín para poder entrenar. No era una transición fácil. Cuando llegué, en cuestión de seis meses di el salto a Selección Antioquia y a la Selección Colombia. Fue muy rápido.
Catalina Usme en BOCAS

Catalina Usme en BOCAS Foto:Camilo Giraldo

¿Cambió mucho el hecho de, ahora sí, enfrentar a otras niñas?
Realmente no sentía la diferencia, era prácticamente lo mismo. Yo era feliz dentro de una cancha; si eran niñas o niños no me interesaba. De todo lo que viví en Marinilla, cuando llegué a Medellín fue muy especial porque fue muy rápida esa transición.
En ese proceso formativo, ¿cuánto aporta jugar contra hombres?
¡Mucho! Lo que pasa es que, hasta cierta edad, físicamente no hay mucha diferencia entre niñas y niños, pero ya de los 14 años en adelante, claramente el biotipo cambia muchísimo, el hombre es mucho más fuerte físicamente, eso es una realidad. Entonces, como yo competí hasta los 13 años con ellos no sentía tanto la diferencia, pero después, cuando los partidos de preparación eran con hombres, la diferencia se siente. Cuando ellos se empiezan a desarrollar tienen capacidades muy diferentes a las de la mujer. Fue muy importante prepararme con hombres desde muy niña, estar todo el tiempo con el balón en los pies. En las niñas es un poco más complejo, pero creo que me preparó, no solo en lo deportivo, sino en lo mental para lo que iba a vivir después.
En esa época de Formas Íntimas tuvo que alternar con otras actividades: fue mesera, trabajó en un almacén…
Realmente, si quería jugar fútbol, pues era necesario. En ese tiempo el fútbol no daba nada, económicamente hablando. Entonces había que apegarse a otras cosas mientras se desarrollaba el fútbol femenino. Me tocaba trabajar en lo que resultara. La única condición que ponía en los trabajos que tuve era que me dieran las dos horas para poder ir a entrenar. Luego tenía que volver al trabajo para reponer el tiempo. Fui mesera en varios restaurantes, hice inventarios en almacenes de cadena, lo que tocara. También estudiaba en ese tiempo, así que si lograba descansar un par de horas era mucho.
Y ya en el 2010 estaba en la Selección de mayores.
En el 2010 fue la primera Copa América, en la que clasificamos a nuestro primer mundial y a nuestro primer ciclo olímpico. El debut fue mucho antes, en el 2006, creo. Tenía 14 años, un Suramericano en Chile. Ese fue el debut. Pero yo creo que para mí ha sido igual el primer día al de hoy: siempre es especial para uno representar al país, seguir haciendo lo que uno ama; eso nunca va a tener como comparación y yo lo disfruto igual desde que inicié cuando era una niña, a ahora que ya soy mucho mayor. Lo sigo disfrutando y cada vez que hay una convocatoria siempre quiero estar.
Yo era feliz dentro de una cancha; si eran niñas o niños no me interesaba.
Con Formas Íntimas llegaron a una final de Libertadores en el 2012. Eso pasó casi en silencio.
El fútbol femenino hace muchos años viene marcando la parada, lo que pasa es que no era tan comercial y tan visible. Yo ya he disfrutado de dos finales de Copa Libertadores. Una con América [en el 2020] y la que disputamos con Formas, ¡juepucha!, estuvimos muy cerca de ganarla. Fue muy importante porque el fútbol en Colombia era amateur, pero la Copa Libertadores es lo más importante que podemos jugar y es un sueño poder ganarla. São José, que fue el equipo con el que jugamos la final, tenía todas las figuras de la Selección Brasil de ese tiempo y le hicimos un partido de tú a tú, con ellas jugando como locales. Ahí se empezaron a abrir un montón de puertas.
¿Qué significa Formas Íntimas para su carrera y para el fútbol femenino?
Para nosotros, fue nuestra casa por mucho tiempo, los que nos brindaron la posibilidad de disfrutar nuestro momento feliz. Ahí el fútbol no era profesional, pero era nuestro momento feliz en el día. Nos terminó de formar, nos dio la posibilidad de seguir soñando con un fútbol femenino, el que nos hizo visibles para arrancar un proceso en selecciones Antioquia, en selecciones Colombia. Jugaron un papel muy importante en nuestra generación. Es una de las escuelas de las mejores jugadoras del país. Aún de la generación de nosotros estamos varias vigentes y siguen formando jugadoras.
El Mundial Femenino del 2011 fue una experiencia nueva para todos. No pasaron de la primera fase y no marcaron goles.
Uno siempre paga la primiparada en torneos internacionales, más un Mundial, el evento más importante para el fútbol. Fue especial, no podíamos creer que estábamos compitiendo contra las mejores selecciones del mundo. Hasta ese momento desconocíamos cómo se maneja el fútbol a nivel mundial. Fue una gran experiencia para nosotros, aprendimos mucho. Para el siguiente mundial ya sabíamos qué se podía hacer, y creo que se notó. De verdad, uno veía los estadios, no podía creer que los estadios estaban llenos de gente, eso nunca lo habíamos vivido. En Colombia escasamente se hablaba de fútbol femenino.
En sus primeros Olímpicos, los de Londres 2012, viene la primera lesión de rodilla. ¿Cómo fue?
Me lesioné jugando el tercer partido en Londres 2012, contra Francia, en el minuto 42 del primer tiempo. Ahí tuve mi primera lesión de cruzado.
¿Cómo fue esa recuperación?
A pesar del diagnóstico, para mí fue más difícil pararme de la primera. Depende mucho de quién te rodee. Lo que yo escuchaba antes de lesionarme es que uno no volvía a ser el mismo. Cuando me lesioné dije que se me había acabado la vida, la carrera, todo. Pero en el camino me di cuenta de que no era así. Los primeros meses fueron difíciles, pero ya aprendí cómo debía reaccionar ante este tipo de situaciones.
Catalina Usme en BOCAS

Catalina Usme en BOCAS Foto:Camilo Giraldo

Luego viene una segunda lesión, que fue más complicada.
El fútbol femenino no era profesional y económicamente no tenía forma de operarme. Ahí apareció un cirujano de la clínica Medellín de El Poblado, Mauricio Palacio. Me dijo: “Conocí tu historia; ven, hablemos”. Al final me operó gratis, no tenía la forma de pagar una cirugía tan costosa. Realmente, para los deportes que son poco apoyados en el país el panorama es bien complejo. Es el momento más solitario que tenemos. Y, además, la cirugía es costosa y para los deportes que no apoyan no es fácil, por la cirugía y la recuperación.
Además, la lesión fue mucho más complicada que la primera.
El diagnóstico fue mucho más grave, porque no solo fue el cruzado, sino una lesión meniscal. Tenía seis meses exactamente para llegar al Mundial de Canadá en el 2015. El médico me había dicho que iba a demorarme más o menos un año y dos meses para estar completamente recuperada. Eso fue una maratón física y mental, concientizarme de que, si quería ir al Mundial, tenía que hacer un proceso de rehabilitación totalmente diferente, además de que ya tenía la experiencia de la primera lesión, así que fue mucho más fácil poder pararme de ahí.
El premio de esa maratón fue jugar el Mundial en Canadá y marcar un gol definitivo, contra Francia, en el primer triunfo histórico de Colombia.
Para mí fue especial por dos motivos. Primero, por el Mundial que hicimos. Dimos muestras de qué era lo que podíamos hacer y cómo podíamos competir a nivel internacional. Fue especial competir exactamente seis meses después de la lesión. Y marcarle a Francia, que no solamente era un equipo importante, que venía de ser semifinalista, sino que mi primera lesión de cruzado fue contra ellas.
En ese Mundial 2015 comienza la lucha por tener su liga profesional. Llegan de ese torneo pidiéndola a gritos.
El fútbol femenino ha tenido una característica, y es que ha hablado con resultados; es la mejor forma de exigir, de una manera respetuosa. Creo que hemos fallado todas las partes en la búsqueda de conseguir algo mejor. Nosotras siempre hemos hablado de tener oportunidades, desarrollar nuestro deporte como nosotros hemos soñado. Hemos fallado, no se ha dado tan rápido como hemos querido, pero definitivamente hemos avanzado. El fútbol no ha sido fácil construirlo, pero le hemos puesto todo el amor. Sabíamos que nunca iba a ser fácil, pero nunca hemos necesitado que sea fácil.
Dice que todas las partes han fallado. ¿En qué han fallado las futbolistas?
Hace muchos años fallábamos en la forma en que exigíamos. No es peleando con nadie; es sentándose, dialogando, llegando a acuerdos, cediendo de ambas partes, es la forma de construir. Eso es como una relación: cuando tú solo pedís, pedís, pedís, eso no funciona. Tenés que pedir, pero también tenés que dar.
Hay otras jugadoras que también pidieron, alzaron la voz y no volvieron: Natalia Gaitán, Isabella Echeverri, Melissa Ortiz. Muchos hablan de que hay vetos.
Eso es un tema bastante complicado. Yo no lo veo así. La gente no conoce el contexto del fútbol femenino y se atreve a hablar de lo que no conoce. Si la gente no recuerda, no hace memoria o no estuvo pendiente del fútbol femenino, no sabe que una de las principales jugadoras que alzaron la voz fue Daniela (Montoya), y hoy Daniela es jugadora de la Selección y una de las capitanas. Ella no tiene el supuesto veto. Ese es un tema que no nos compete a nosotras. Nosotras varias veces le hemos preguntado lo mismo a (Nelson) Abadía, y la respuesta de él es la misma siempre: la Selección está abierta para todos, eso es cuestión de gustos. Todas vamos a pasar por acá y algún día no volveremos. Por la Selección han pasado cantidad de jugadoras que hoy no están. Dani se perdió un Mundial, Chachi se perdió unos Olímpicos, y nadie hablaba de vetos.
En ese paréntesis, mientras se creaba la Liga, jugó futsal y ganó una Copa América en Uruguay, en el 2015. Otro trofeo para la vitrina.
Como el fútbol femenino no era profesional, yo me pegaba a lo que fuera para ganarme unos pesos. Alternaba entre el fútbol y el futsal, porque definitivamente era muy feliz en una cancha. Lo mío siempre ha sido el verde. Mientras no estuvo el fútbol profesional logré alternar. Aparte, el futsal da otras capacidades. Pero cuando salió el fútbol profesional, ahí me quedé para siempre.
¿Qué aporta el futsal al fútbol grande?
Técnica, movilidad, espacio reducido, un montón de cosas importantes. En fútbol base sería importantísimo implementarlo. Creo que en España lo utilizan en las categorías menores.
¿Qué tanto las golpeó la eliminación del Mundial 2019 en Francia? Hicieron una primera fase perfecta y no pudieron revalidar en las finales.
En el deporte se pasan momentos difíciles. Pero también nos sirvió, era una cachetada que necesitábamos. Teníamos que aprender muchas cosas en ese momento. Esa cachetada nos sirvió para lo que pasó ahora en la Copa América, para prepararnos mejor, para ser más profesionales, para seguir evolucionando, para darnos cuenta de que teníamos un potencial inmenso.
A partir de entonces, vino el oro en los Panamericanos de Lima 2019 y desde ahí, se volvió a encaminar todo.
Eso simplemente es madurez personal, madurez deportiva. Sabíamos que el fútbol nos iba a dar revancha, que nos iba a dar la posibilidad de volver a la órbita mundial, estar de nuevo en los grandes torneos. Nos sirvió para madurar. En Panamericanos sabíamos que estábamos preparadas para algo mejor. Obtuvimos el oro. Después había que revalidar en la Copa América lo que veníamos haciendo, la madurez que tiene el equipo. Tanto las que estaban afuera como las que estábamos jugando en la Liga colombiana llegamos en un gran momento, bien preparadas. Creo que fue el reflejo de lo que se vivió.
¿Cómo han construido el proyecto del América, que hoy es el más serio y constante de la Liga?
Felices y afortunadas por haber llegado a un club como América y tener el respaldo que hemos tenido. Hemos sido muy conscientes a través de los años de que la mejor forma de respaldar ese proceso es apoyarnos ellos y nosotros, dar resultados. Eso es lo que ha hecho que este proyecto se sostenga en el tiempo. Eso es lo que se necesita en Colombia, que los clubes le apuesten al fútbol femenino para que se vean los resultados.
Catalina Usme en BOCAS

Catalina Usme en BOCAS Foto:Camilo Giraldo

¿Cómo es tener a su hermano en la raya como técnico?
Ya somos personas adultas y maduras. Sé que su rol es ser entrenador y el mío es ser jugadora, más allá de que seamos familia. Creo que todo parte de una madurez; llevamos muchos años juntos. Ahora está más expuesto, pero llevamos aaaaños trabajando juntos. Él fue entrenador y yo fui su asistente, yo también fui entrenadora y él fue mi asistente, hemos tenido ese rol muchos años. Yo lo respeto, nos escuchamos. Poder escucharnos ha sido bastante importante.
Las lesiones de rodilla exigen una disciplina para evitar que se repitan. ¿Tiene alguna rutina?
Uno se tiene que volver un relojito. Lo único que te mantiene bien y sin dolores es la fuerza. Uno ya tiene que volverse muy juicioso de por vida, entrar a un plan especial de fortalecimiento. Eso no es por dos, tres meses o un año, es el resto de la vida, para que el cuerpo esté preparado para el alto rendimiento. Siempre soy la primera que llego y la última que me voy. Tengo que hacer primero un trabajo extra de fortalecimiento y luego, un trabajo extra de recuperación.
Su hermano recalca mucho un aspecto suyo, la disciplina.
Desde muy chiquitica siempre fui muy disciplinada. Siempre que me comprometo con algo procuro cumplirlo. A mí, realmente, me hace feliz estar en una cancha, y si tengo que estar 24/7, lo hago.
¿Es cierto que no le gusta que otras jugadoras digan que se quieren parecer a Catalina Usme?
¡Noooo! ¡Si se van a parecer a mí, se van a quedar cortas! ¡Tienen que ser mejores que yo! Qué chévere que puedan tomar lo bueno que uno haya podido hacer en su carrera, pero ponerse metas, objetivos mucho más altos para que lo superen a uno. Que salga una Catalina Usme versión triplicada sería espectacular.
Las dos selecciones juveniles clasificaron a los mundiales. ¿Cómo ve esa camada que viene?
Eso no es casualidad. La gente que no conoce se sorprende, pero eso viene pasando hace rato. Los clubes formativos vienen haciendo un buen trabajo, viene una camada especial y sabíamos que este iba a ser el año del fútbol femenino. Lo que está haciendo la Sub-20 es importante y estoy convencida de que la Sub-17 va a ser igual, y que la de mayores va a tener un papel demasiado destacado. Simplemente, que la gente se dé cuenta de lo que ha construido el fútbol femenino es reflejo de años de trabajo.
El fútbol femenino ha tenido una característica, y es que ha hablado con resultados; es la mejor forma de exigir, de una manera respetuosa. 
¿Qué hay que hacer para que la Liga Femenina sea constante y no sea un tema de dos meses, tres meses, sino de todo el año?
Estructurarla. Eso va a ser lo más importante. Que haya una buena estructura, una proyección a dos, cuatro, ocho años. Que nos ayuden a sacarlo adelante, que exista la voluntad. Es importante darles estructura a las cosas. Logramos tener el proyecto que tenemos porque le dimos estructura desde un inicio. Que hemos tenido que corregir mil cosas en el camino, claramente. Esto nunca va a ser un producto terminado, hay cosas que se pueden mejorar, evolucionar.
Es la goleadora histórica de la Liga Femenina, de la Selección, de la Copa Libertadores. ¿Qué significan esos logros individuales?
Chévere. Crecí con esa virtud. Pero me quedo con lo que he podido conseguir colectivamente, y para mí va a ser mucho más importante lo que conseguimos como equipo, si podemos lograr nuestras metas. Si se da el logro individual, bienvenido sea, pero que sea para aportar a los logros colectivos. Hace cuatro años fui goleadora de la Copa América y nos eliminaron. En cambio, esta vez no hice tantos goles, pero tuvimos unos logros colectivamente, y eso es mucho más importante.
Se compromete tanto con sus cosas que incluso jugó lesionada la final de la Copa América.
Sí, tenía una contusión ósea en el empeine. Pero como decía yo, nada que una final no pudiera solucionar. Si uno está feliz haciendo lo que hace, juega uno como sea, siempre y cuando pueda darlo todo y la consecuencia de ese esfuerzo no vaya más allá. Estaba preparada para lo que viniera: sabía que después me iba a doler hasta el pelo, pero valió la pena cada segundo.
¿Qué les faltó para ganarle a Brasil en la final de la Copa América 2022 en Bucaramanga?
La verdad, creíamos que lo íbamos a lograr. Y más allá del resultado, creo que lo logramos: hicimos ver mal a un equipo como Brasil, que no es fácil. Acá el tema no es de merecimientos: esto es cuando Dios nos tenga preparadas para celebrar. Pero lo que hicimos, lo celebro.
¿Qué le falta por conseguir?
La Copa Libertadores y la Copa América. Son títulos un poco esquivos, pero que no quisiera retirarme de ser jugadora activa sin cumplirlos.
Gracias por leer.
Esta entrevista fue realizada por José Orlando Ascencio. 
Fotos de Camilo Giraldo
Edición #120 Agosto - Septiembre

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