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'Ahí les va la abuela': Amparo Grisales sobre su actuación en 'El paseo 6'
La diva protagoniza por primera vez una comedia en la que aceptó ser la abuela Raquel.
Película colombiana El paseo 6 Foto: Cortesía: Prensa El paseo 6
Amparo Grisales tiene aguante: su nombre y sus fotos circulan masivamente en miles de memes en los que se burlan del paso del tiempo. La critican por su edad, por ser obsesiva con el ejercicio y el cuidado corporal, y excesivamente rigurosa con su alimentación. Pero a ella no le importa, ha aprendido a convivir con comentarios de todo tipo, se ha entrenado en autocontrol a través de la meditación –aunque confiesa que a veces se le ‘chispotea’ y se le nota en la cara–.
“Es que a mí me vienen fregando con el tema de la edad desde que tenía 30 años. Es de toda la vida. Entonces soy la única que cumple años y las demás no. Y he visto a muchas envejecer y volverse nada… y aquí las espero”, fueron sus palabras.
La Grisales no se guarda las cosas. “La agarraron contra mí, porque la gente no soporta el éxito”, completa. Actriz, cantante y presentadora es considerada la gran diva de Colombia.
Hace cuatro años, Dago García la invitó a protagonizar El paseo 6 y ella no lo dudó. Muchos pensarían que siendo el foco de tantas burlas por su edad, Amparo no aceptaría ser la abuela Raquel. “Es que piensan que si me dicen abuela, me están insultando”, dice.
En la comedia más esperada del año e históricamente una de las películas más taquilleras en Colombia interpreta a la particular abuela de Sarita, que está a punto de vivir uno de los episodios más vergonzosos de su vida: la excursión de 11 en San Andrés –en la que estarán ese chico que la chifla, la odiosa del curso y sus mejores amigos– pasará de sueño a pesadilla cuando su sobreprotectora familia aparezca en la isla para cuidarla.
Con el desparpajo que la caracteriza, Amparo se despachó sobre sus haters en las redes sociales, habló con amor de la persona que inspiró su personaje y confesó qué es realmente lo que come y hace para mantenerse como una de las mujeres más atractivas de la pantalla.
La comedia es de los géneros más difíciles de interpretar. ¿Cómo fue ese reto para usted?
Totalmente de acuerdo. Yo siento que esta película tiene otros ingredientes, otro sabor. Yo nunca había hecho comedia… todo lo mío es drama. Los directores amigos míos me dicen que yo soy muy cómica… yo no me veo la comicidad por ningún lado; tengo, eso sí, un humor negro muy espontáneo, rápido.
Película colombiana El paseo 6 Foto:Cortesía: Prensa El paseo 6
Para mí fue una experiencia maravillosa porque trabajé al lado de dos comediantes profesionales –Jhon Álex Toro y Chichila Navia–, pero después me sorprendí mucho al verme porque le agregué detalles al personaje, al punto de que Rodrigo Triana (el director) me dijo: ‘Me enamoré de Raquel porque le pusiste toques muy tuyos que le dieron un sabor especial al personaje’.
La verdad es que sí es muy difícil la comedia, traté de ser muy espontánea, de agregarle cositas, pero sobre todo copiarme, porque tu sabes que uno pone el cuerpo, pero toma referencias para manejar ciertas actitudes; entonces yo tomé como referencia a mi mamá –que falleció hace cinco años y que siempre está presente y en estas fechas, en las Navidades siempre ha sido muy duro, nos faltan sus buñuelos, natilla, pesebre, su arbolito, pero bueno ella está siempre ahí–. Yo lo que hice fue copiarme de mi mamá, de sus actitudes y de la forma de ser de ella, que fue abuela y mamá, porque yo nunca fui abuela ni mamá.
Los directores amigos míos me dicen que yo soy muy cómica… yo no me veo la comicidad por ningún lado; tengo, eso sí, un humor negro muy espontáneo, rápido
Tomé de eso para la película, en esa relación con mi nieta, con el yerno, porque mi mamá era muy fregada con los novios de uno, tenía una intuición… Todas esas palabras que yo digo de ‘este bobo langaruto’ eran de ella, pero también la ternura, la complicidad, el abrigarte en los momentos tristes. Ella nos decía: ‘Tesoritos, no lloren que eso las pone feas, cosas más grandes vienen’. Ella escuchaba mucho esa canción de Celia La vida es un carnaval, la ponía a todo volumen en la casa, era una persona muy alegre, con una sabiduría, una mente abierta. Me acuerdo, por ejemplo, cuando posé en Soho, pensé en lo que ella iba a decir, pero fue muy comprensiva, lo vio como una cosa muy profesional que no rayaba en lo vulgar. Mamá era eso: una cómplice.
En El paseo, la relación es un poco disfuncional entre todos los personajes y lo que hace la abuela es unirlos, eso era lo que hacía mamá. Esta es una comedia familiar, en la que las situaciones se prestan para el humor elegante, espontáneo.
¿Se siente como el atractivo principal de este sexto ‘paseo’?
(Se ríe). Es una responsabilidad muy grande. Tengo un sustillo muy grande, mucha expectativa… la película tiene melodrama y no está basada en el humor fácil. Pero yo siempre tengo muchos nervios antes de un estreno.
Esta película se iba a hacer en el año de la pandemia, en abril, así que ese tiempo lo invertí en cuidarme, aunque yo siempre tengo la disciplina de mantenerme en forma, pero le metí otras cosas –el cardio en intervalos, el ayuno intermitente–; uno va cambiando las técnicas del ejercicio y la forma de comer para estar bien.
Lo que sí le pedí a Dago fue que mis escenas de biquini fueran los primeros días en San Andrés porque uno después se hincha con los líquidos, con el calor y también porque después, pues, me quería tomar una cervecita o comerme un patacón... Ojalá haya logrado el cometido de llegar muy bien a la película.
¿Por qué aceptó este personaje de la abuela Raquel?
Me gustó mucho ser la abuela porque como me hacen tanto bullying con eso. Me molestan con eso, pero todo es sacado de contexto, una invención en la memoria colectiva de la gente; ellos piensan que como me cuido, quiero este cuerpo-templo –que es la nave que me lleva por este espacio para honrar a Dios, para darle gracias–, como me cuido, piensan que tengo miedo a envejecer, y que si me dicen abuela, me están insultando; me parece una estupidez. Ojalá tuviera a mis abuelas vivas. No fui abuela, pero sí he estado rodeada de abuelas maravillosas, incluida mi mamá, así que las respeto con el alma y qué lindas que son las abuelas, puro amor. Entonces siento que esto es darles a esos un poco una lección de que como actriz no le temo a nada y afronto personajes que sean poderosos, que tengan mucho músculo para actuar y en este caso en la comedia, que para mí era algo nuevo, construí el personaje en el camino y creo que me salió bonito.
Pero sí creo que es una lección a la gente básica y elemental, que insulta con unas cosas salidas de tono, entonces me encanta hacer de abuela. Así que les digo a todos: ahí les va la abuela (risas).
¿Cómo ha sido esa transición de que la llamen señora y ahora abuela? A veces cuesta...
El otro día estaba comiendo con una amiga, exreina de belleza, muy bonita y con tres hijos, y le preguntaron en el restaurante: ‘Señora, qué le provoca’. Ella me mira: ‘Me emberraca que me digan señora’. Le devuelvo la mirada y le digo: ‘Pero, mi amor, si eres una señora. ¿Cuál es el problema?’.
Te reparan como si fuera una obligación no envejecer, como si uno no tuviera derecho a madurar, que no tuviera derecho a nada, a ser un humano normal, a reaccionar
A mí no me molesta, la verdad. A mí nunca me dijeron o me dicen señorita, ¡no soy la más fea ni la más de malas (risas)! Me dicen abuela por la edad, pero yo conozco a unas abuelas muy jóvenes.
Y tengo amigas con cinco hijos y unos cuerpazos, que se han cuidado toda la vida sin recurrir a esas cirugías invasivas ni les ha dado por deformarse la cara con esas técnicas de ahora. Hay niñas muy jóvenes que se han hecho de eso, que va en contra de la salud y hasta de la misma estética.
Yo de ver todo eso, pues, me restrinjo y me cuido con cosas que no sean invasivas, hago ejercicio, como y me hidrato bien, medito mucho porque la respiración va directo a las células. La verdad tengo una conexión muy linda con mi cuerpo.
Cuando me quebré la mano durante el rodaje de El paseo, me quedé 20 minutos en el piso, calmándome, poniendo en práctica todo lo que he aprendido en mis meditaciones. Yo no grité, no lloré, no dije palabrotas, solo sudaba y respiraba. Sentía un dolor terrible porque tenía el hueso del brazo partido.
Supimos de ese accidente por su Instagram. ¿Qué fue lo que sucedió?
Estaba con unos tacones muy altos y unos guantes que no me dejaban abrir la mano, me enredé con una cortina y me caí sobre el brazo. Después de los 20 minutos que pasé calmándome, me llevaron a urgencias y me pusieron una férula, no me dejé operar ni poner un yeso. Disimulé con un chal porque ya faltaba muy poquito para terminar el rodaje y no quise anular la filmación y que tuvieran que esperarme.
Película colombiana El paseo 6 Foto:Cortesía: Prensa El paseo 6
Después de que me aplicaron una inyección para el dolor, no volví a tomar pastillas. De inmediato volví al ejercicio, y apenas me quitaron la férula, empecé con terapias. Ya estoy muy recuperada. Cuando tienes ese equilibrio y lo pones en práctica, es lo importante.
¿Qué proyectos vienen en el 2022?
La verdad, aquí no hay una industria tan robusta como para decir que hago una película al año; se hace mucho documental, pero drama y ficción es más bien poco. Muchas series sí hacemos, ahora precisamente voy a hacer una, voy a estar seis meses por fuera de Colombia. En septiembre pasado estuve haciendo el piloto en México.
Sería para filmar en Estados Unidos, pero no te puedo contar mucho más.
Otra cosa que me ha tenido acá es Yo me llamo. Toma mucho tiempo, es un programa que amo, entonces hay muchos proyectos que se me han cruzado, pero ese reality significa mucho para mí, y no he podido hacerlos.
Acá en Colombia tengo una propuesta de un libreto de César Betancur ‘Pucheros’, y el otro es una miniserie sobre un personaje muy conocido.
Es lo que te puedo contar por ahora… y es que mi mamá me dijo: ‘No hables de tus proyectos porque la envidia tiene el sueño muy liviano’. A veces la energía de la gente mmmm… es mejor esperar a que se concreten.
¿Y Yo me llamo?
Lo retomamos en enero y vamos hasta marzo… la gente todavía no ha visto el progreso de los concursantes, han sido los mejores de todas las temporadas, los más formados, los más comprometidos. Hay muchos que son casi dobles perfectos.
Yo me siento muy feliz porque formo parte del embrión de Yo me llamo, ya llevo ocho temporadas. Verlos llegar allá para cumplir su sueño, ver cómo se pulen, hacen la escuela, y todos –así no ganen– salen con buenos contratos, siguen subiéndose a los escenarios. Es muy gratificante eso.
¿Qué es lo más complicado de ser una figura con una popularidad como la suya? ¿Tiene mucha presión encima? ¿Tal vez quisiera enojarse y no puede?
Tienes toda la razón. Yo trato de controlarme mucho, me observo desde afuera, para no desatarme sin pensar. Observo cómo voy a reaccionar y qué voy a decir, y se me nota en la cara mientras estoy reciclando todo, porque soy transparente. Me controlo, pero a veces se me nota.
Lo más difícil es porque te sacan todo de contexto, lo que puedo decir en las entrevistas, lo que hago; es como si la gente tuviera la lupa sobre mí para cualquier detallito y sacármelo a relucir, sacarlo de lo que no dije o hice, como lo que pasó con una lupa una vez en el programa.
Todo el mundo se aprovecha para colgarse en el momento de brillo, pero como digo yo: tengo tanto brillo que alcanza pa todos, gracias a Dios.
Pero sí es muy difícil. Por eso trato de andar por la sombrita, no exponerme mucho, porque también te reparan, como si fuera una obligación no envejecer, como si uno no tuviera derecho a madurar, que no tuviera derecho a nada, a ser un humano normal, a reaccionar.
Lo que sí puedo decirte es que soy sincera, sin ofender a nadie ni pasar por encima de nadie, me creo una buena persona, con carácter, que dice la verdad, no soy hipócrita. Yo voy analizando el mundo y diciendo lo que yo supongo y creo. Eso es lo que me hace más sincera, auténtica. Uno nunca debe perder la esencia.
Es mucho lo que uno lee sobre usted y yo tengo que preguntarle: ¿es verdad que no come carbohidratos? No puedo imaginarme la vida sin una arepita...
(Risas) No es cierto, eso es otra cosa sacada de contexto, como que yo duermo en una tina llena de hielo. ¡Hágame el favor! Se pasan. La agarraron contra mí porque la gente no soporta el éxito.
Yo como arepas todos los días, pero no hechas con harina de supermercado, sino con maíz que se cocina y se muele en casa. Gladycita, que lleva 35 años conmigo, me las prepara, las ponemos en el congelador y vamos sacando una cada día.
Me las como con aguacate, porque yo soy ovovegetariana, como claras de huevo. Es que el carbohidrato es importantísimo porque es lo que se convierte en glucosa, que es de lo único que se alimentan el cerebro y las neuronas. Hay que buscar los carbohidratos simples, los que el organismo puede asimilar más fácil. Yo como papa criolla, me fascina; la papa con sal, la yuca... la pasta, mi amor, es mi comida favorita. Yo como quinua, arroz, chía, pero no me gusta la pasta hecha de esos ingredientes, sino la pasta pasta. La amo.
Lo que no como es pan y evado harinas blancas; tampoco consumo sal blanca, sino del Himalaya, y no tomo azúcar sino agave. Pero arepas... arepas como sin falta.