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Messi, el perro maravilla de Anatomía de una caída y otros perros que merecen el Óscar

Los perros han brillado en el cine desde tiempos de Chaplin y El Mago de Oz. Messi es su nuevo crack

Anatomía de una caída

Anatomía de una caída Foto: Cortesía

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DIRECTOR DE REVISTA BOCAS Y LECTURAS. EDITOR DE CULTURA DE EL TIEMPOActualizado:

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Los gatos –salvo para acompañar a las brujas narizonas y a los científicos locos con cabeza de bola de billar que pelean contra el 007– no son grandes actores. Su única gracia es arquear el lomo o maullar en el tejado caliente. Los perros, en cambio, son parte de la realeza del séptimo arte y la televisión.
Hay nombres que son leyenda: Lassie, Bethoveen y Hachiko, por ejemplo. En el cine animado los perros también apabullan a los limitados mininos: los 101 dálmatas, los cocker spaniel de La dama y el vagabundo, Pluto, Dino (el perro dinosaurio de Los Picapiedra), Snoopy, Scooby Doo y el adorable Milú de Tin Tin. El cine francés, en los últimos tiempos, ha dejado dos performances caninos memorables: Uggie, el terrier Jack Russell, de El Artista, que murió de cáncer de próstata luego de llevarse todos los premios posibles para un perro –incluso un Óscar– y dejar sus cuatro patas en el paseo de la fama, y ahora Messi, el border collie de Anatomía de una caída.
Messi –sin necesidad de hacer goles como su colega Lincoln en El perro futbolista o su tocayo del Inter de Miami– tiene un momento dramático que –el tiempo lo dirá– puede ser tan inolvidable como el de la muerte del caballo de Atreyu en La historia sin fin, por cierto… ¿los caballos son buenos o malos actores? ¿Y los burros?
En el campo de los perros, Messi fue el triunfador del Premio Palm Dog –el galardón alternativo que se le da a los perros en el Festival de Cannes y es tan importante en el mundo canino como el Balón de Oro– y se unió a una lista de perros ilustres en la que, entre otros ‘peluditos’, como les dicen los animalistas cursis, sobresale Sayuri, la magnífica pit bull terrier de Érase una vez en Hollywood, de Quentin Tarantino, la perra del personaje de Brad Pitt que destroza sin piedad a los de la desgraciada secta de asesinos de Charles Manson.
Hachiko y Bethoven

Hachiko y Bethoven Foto:Cortesía

PETA –la organización que promueve el trato ético a las mascotas y animales– no celebró el triunfo de Sayuri, entre otras cosas, porque tenía las orejas cortadas –un símbolo de fiereza– y porque las perras que interpretaron el papel salieron de un criadero que han tratado de cerrar en Los Ángeles. Los pobres pit bulls, finalmente, no son los perros más populares del planeta, ¿cuántos niños no han quedado desfigurados por sus mandíbulas de tiburón?, ¿cuántos ejemplares no son usados para las peleas ilegales?, ¿cuántos no son abandonados y sacrificados por tener dueños arrepentidos? Tarantino, con una sabiduría propia de un experto en relaciones públicas, no respondió nunca a los cuestionamientos.
Otro que está en la mira de los ‘perrunos’ es Wes Anderson; en varias de sus películas los perros mueren o son golpeados, incluso uno muere de un flechazo (su reinvidicación está en su clásico animado: La isla de los perros), pero tal vez la escena más indignante en contra de los perros la protagoniza Christian Bale en American Psycho, cuando su personaje, Patrick Bateman, mata a patadas y con un certero golpe de talón, con sus zapatos de 2000 dólares, al perrito de un mendigo que –por supuesto–, también quedó tendido en un charco de sangre.
Anatomía de una caída

Anatomía de una caída Foto:Cortesía

Más allá de los premios y las polémicas, ¿por qué los perros son tan buenos actores? Carlos Cifuentes, médico veterinario de Pet Food Institute, en Bogotá, sostiene que la clave es su capacidad de observación. “Los perros, por su naturaleza, les gusta bastante que los acaricien, que los estén estimulando, que les estén demostrando todo el amor del mundo en todas sus etapas, cachorros, adultos o viejitos. Y hay unas señales que ellos nos pueden dar por medio de miradas, dando la mano o llorando, por ejemplo. Y esos comportamientos son reforzados por la persona, es decir, si yo estoy acariciando a mi perro y dejo de hacerlo, él va a dar una señal, o va a ladrar, o se va a acercar más, o se va a restregar contra el pantalón, o va intentar dar la mano, si nosotros reforzamos estos comportamientos, estas actitudes son las que ellos van a tomar de ahí en adelante cuando quieren que volvamos a acariciarlos”.
¿Solo un par de caricias por un premio Oscar y/o reventar los bolsillos de los productores con taquillas multimillonarias? No es mal negocio; todos saben, desde que se empezó a rodar, que tener un perro puede conmover a los del jurado y el corazón del público. El primer cortometraje de Chaplin fue Vida de perros y, en 18 minutos, narraba una aventura en la que el verdadero héroe no era Charlot, sino su perro Scraps. El mago de Oz, de Victor Fleming, en 1939, tuvo como estrella a Toto, un Cairn Terrier que actuó en 16 películas. Charlie, el perro de Ha nacido una estrella, era en realidad el perro de su protagonista Bradley Cooper. Fang, el gran danés de Hagrid en Harry Potter, era tan encantador como su gigantesco dueño. Incluso –como narra Albert Martínez en un articulo de La Razónhubo un perro que estuvo a punto de ganar un premio Óscar como mejor guionista y no precisamente por haber dictado su historia a ladridos.
Anatomía de una caída

Anatomía de una caída Foto:Cortesía

En 1984 hubo una adaptación de Tarzán, dirigida por Hugh Hudson, que contaba con la adaptación de la inmortal novela Edgar Rice Burroughs por parte del guionista Robert Twane que, en medio de una pelea con el estudio, fue despedido por diferencias irreconciliables sobre la historia; cuando se filmó la película, Twane decidió estar en los créditos con el nombre de su perro: P. H. Vazak, un pastor húngaro que, una vez el filme alcanzó vuelo, terminó nominado al premio Óscar como mejor guionista, ¡habría sido una maravilla verlo ladrar en el Dolby Teather de Los Angeles! Entre otras cosas, porque su raza –en contra de su fotogénica melena de trapeador– no ha sido tenido en cuenta en muchas películas… le ganó el guionista de Amadeus.
***
Hay más perros, por supuesto, pero es hora de hablar de nuevo de Messi y de sus encantadores ojos grises. Su papel es clave en Anatomía de una caída, nominada a cinco premios Óscar, entre ellos mejor película y mejor dirección para Justine Triet. En el filme, Messi interpreta a Snoop, el perro de una pareja de escritores y de Samuel, su hijo de 11 años. Snoop es el lazarillo del niño que –no se sabe bien cómo ni por qué– tiene problemas de visión y cada vez que lo vemos caminar por la nieve o atravesar un puente en el paraje perdido donde viven, solo podemos estar tranquilos por su presencia protectora; pero hay algo más. Snoop encuentra un cadáver. Y el muerto –que no sabemos si fue asesinado o se mató– es el eje de la trama. Ni el niño ni la justicia saben si su papá saltó de una ventana y su cabeza se estrelló contra un cobertizo o si su mamá, en un ataque de ira, lo empujó y acabó con todas las discusiones y los celos familiares. Snoop será definitivo.
El diario argentino Clarín, tal vez impulsado por el instinto patriótico, entrevistó a la entrenadora de Messi, la sa Laura Martin Contini, y descubrió por qué el perro lleva el apellido del 10 de la albiceleste. “En Francia”, contó en la entrevista, “nos hemos acostumbrado a que cuando tomamos un perro de raza pura, cada año se le asigna una letra al nombre del animal. Y el año en que nació Messi es el de la M. Y a mis hijos les encanta Messi”. Su dueña también confesó que la carrera de su pupilo –que era el perro ‘menos bonito’ de su camada– no ha terminado. “Ya ha hecho comerciales en Francia. Y después de la película tuvo otro papel en una serie sa donde se hace el muerto. Al final, le cortan la garganta. La serie se llama Contra ti”. Y por supuesto guarda la esperanza de que Messi pueda jugar al fútbol con el jugador del Inter de Miami; por lo pronto, el 11 de febrero, viajarán a Las Angeles para hacer su paseo consagratorio por la alfombra roja.
Erase una vez en Hollywood/ La Profecia

Erase una vez en Hollywood/ La Profecia Foto:Cortesía

El columnista y escritor Ricardo Silva, un verdadero evangelista del cine, tuvo una gripa fatal hace poco y, por estar bajo las cobijas y los efectos somníferos de los medicamentos, me confiesa que no ha podido ver Anatomía de un caída ni la brillante actuación de Messi, pero como un mago, en medio de la conversación, me envía por whatsapp una lista de los 100 mejores actores perros de todos los tiempos del portal Paste Magazine. Su autora, Sharon Knolle, elaboró el listado perfecto, no solo por la producción fotográfica y los rostros de todos los perros, sino por la calidad de las películas y los roles caninos: El hombre que sabía demasiado; Ferris Bueller; La hora 25 o la comedia Marley & yo. La gracia de Knolle es que rescata “momentos perrunos” insoportablemente divertidos como el del perro de Loco por Mary (el pobre Puffy) que, tras una escena de violencia absurda, aparece con todo el cuerpo enyesado, o momentos de terror puro como la aparición de los seis rottweilers de La profecía, ¿quién demonios -valga la redundancia- podía meterse con Damián, el adorable hijo de Satán, con esos malditos perros? En ese recuento del terror también aparece Cujo, el San Bernardo rabioso que nació de la mente retorcida de Stephen King; para la película -en la que el perro es un asesino fuera de control tras el mordisco de un murciélago- usaron cuatro San Bernardo, un gran danés disfrazado y varios robots.
La lista también me trajo a la memoria otra película sa que se proyectó en Colombia en la cinemateca del Mambo, en tiempos del gran Enrique Pulecio, mucho antes del cambio de milenio: Baxter, de Jérome Boivin. El protagonista y narrador de la película es un bull terrier que observa y comenta todo lo que hacen sus amos. El guion es puro humor negro y tiene unos extraños momentos de ternura y de terror psicológico: finalmente Baxter es un bull terrier –perdón por la ‘estigmatización’ de su raza– con el hocico hambriento de sangre.
Tom y Jerry

Tom y Jerry Foto:Archivo EL TIEMPO

En la eterna competencia de gatos y perros, hay unos pocos gatos memorables, como el gato blanco de Ernst Stavro Blofeld, el brutal enemigo de James Bond, y el gato atigrado de Audrey Hepburn en Desayuno en Tiffany’s, sin embargo, su naturaleza solitaria y su poca ‘disponibilidad’ para ser adiestrados –otros dirán que son simplemente salvajes–, han dejado a los gatos fuera de la pelea. En el mundo animado han brillado un poco más, solo hay que pensar en El Gato con Botas, los Aristogatos y, por supuesto, en Tom, el pobre gato que siempre fracasa en su intento de cazar a un ratón indomable y recibe unas palizas monumentales de Spike, un bulldog con cuerpo de fisicoculturista que lo golpea con un sadismo aterrador. Su vida, sin embargo, no es tan desafortunada: antes de convertirse en una serie animada fue protagonista de varios cortometrajes y sus creadores, William Hanna y Joseph Barbera, se llevaron siete premios Óscar.
Pero hoy Messi lleva la 10. Es el crack del momento. Y no piensa jubilarse.

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