El gran legado del Festival de Cine de Venecia

La majestuosa y longeva muestra de arte cinematográfico conocida como la Bienal de Venecia celebró sus impresionantes 80 años de existencia. Este evento se ha forjado un lugar destacado en el mundo del cine, consolidándose como uno de los encuentros más cruciales y emocionantes del calendario cinematográfico global. Lo que lo hace aún más notable es su capacidad de adaptación y resiliencia durante los tiempos más desafiantes, como lo demostró al enfrentar la pandemia de manera ejemplar por tres años, manteniendo sus puertas abiertas con protocolos de seguridad sin recurrir a una transición completa a lo virtual.

Junto con el Festival de Cannes y el de Berlín, Venecia hace parte del trio élite de festivales cinematográficos en el planeta, además de parecer ser uno de los pocos eventos que han sorteado los desafíos económicos, demostrando ser capaz de materializar todo lo que se propone y manteniendo a sus invitados bajo su hechizo, sin que ninguno de ellos pueda resistirse a su llamado.

Sin embargo, en medio de este panorama brillante, la presente huelga de actores y actrices de Hollywood ha llevado a que sean muy contadas las estrellas globales que caminen por la prestigiosa alfombra roja del Lido de Venecia en esta edición. Durante la ceremonia de apertura, tras otorgar un merecido premio honorífico a Liliana Cavani, directora de la memorable historia de 1974 El Portero de noche, que tuvo su estreno aquí, fuera de competencia, y la lamentablemente fallida L’ordine del tempo, se proyectó un emotivo video conmemorando los 80 años del festival. En pantalla, las estrellas de Hollywood, desde las leyendas del cine clásico hasta la deslumbrante Penélope Cruz, recibieron aplausos entusiastas.

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La huelga también impactó la película de apertura, Challengers, dirigida por el director italiano Luca Guadagnino y protagonizada por Zendaya, Josh O’Connor y Mike Faist. La ausencia de estrellas en la alfombra roja llevó a la proyección de Comandante, una producción local de Edoardo de Angelis, donde se narra la historia de un capitán de submarino durante la Segunda Guerra Mundial que, después de hundir un barco belga, se niega a abandonar a los supervivientes en alta mar, anticipando las polémicas políticas migratorias actuales de Italia.

A pesar de los desafíos y las controversias, el Festival de Venecia siguió con películas de directores polémicos como Roman Polanski con su película The Palace y Woody Allen con la ya aclamada historia enmarcada en París titulada Coupe de Chance, su primera película totalmente en francés, que obtuvo una gran recepción por parte de la crítica especializada.

De igual manera el cineasta francés Luc Besson estrenó Dogman, su primer trabajo tras ser absuelto de toda culpa por una acusación de violación y de acoso por parte de varias mujeres en Francia. La inclusión de estas películas ha generado debates, pero el director del festival, Alberto Barbera, ha defendido su decisión argumentando que tanto Allen como Besson fueron absueltos de las acusaciones en su contra. Barbera ha subrayado previamente que tanto Allen como Besson fueron exonerados de sus respectivas acusaciones, afirmando que “desde un punto de vista formal y legal, Besson y Allen fueron absueltos, y Besson ni siquiera tuvo que enfrentarse a un juicio”. Respecto a Polanski, quien fuera acusado de agresión sexual a una menor en 1977 en Los Ángeles, California, Barbera dijo: “No entiendo por qué no se puede distinguir entre las responsabilidades del hombre y las del artista”, añadiendo que Polanski “es uno de los últimos grandes directores europeos”.

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Entre tanto, el festival ha presentado una variedad de películas en competición oficial, entre las que se han destacado Ferrari de Michael Mann, protagonizada por Adam Driver en el papel de Enzo Ferrari, el famoso piloto de carreras italiano que posteriormente se convirtió en un gran empresario automovilístico; la bien recibida historia de Maestro, dirigida y protagonizada por Bradley Cooper en una mirada biográfica al famoso compositor y director sinfónico norteamericano Leonard Bernstein; la historia con tinte de terror y humor negro de Pablo Larraín El Conde, en donde el ex dictador chileno Augusto Pinochet es mostrado como un vampiro centenario, y la aclamada y extravagante Poor Things (Pobre criaturas) del director griego Yorgos Lanthimos, protagonizada por Emma Stone, Willem Dafoe y Mark Ruffalo.

Si bien han sido pocos los actores que han hecho presencia este año en el festival (Adam Driver, Penélope Cruz y Patrick Dempsey obtuvieron un permiso especial ya que Ferrari no obtuvo financiación alguna por parte de los estudios de Hollywood), la presencia de los directores ha sido casi universal, como el caso de David Fincher, quien recibió ovación por su película The Killer, protagonizada por Michael Fassbender; así como Ava DuVernay, quien estrenó su obra llamada Origin, una mirada a los orígenes del racismo y sistema se castas en el que conecta la histórica esclavitud y segregación racial que vivió Estados Unidos con el nazismo alemán y la división social en la India. De igual manera, DuVernay se convirtió en la primera directora de ascendencia afroamericana en entrar en competencia en este prestigioso festival.

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El festival también contó con la visita de Wes Anderson quien presentó The Wonderful Story of Henry Sugar, la segunda adaptación de Roald Dahl del director tras haber realizado hace unos años Fantastic Mr. Fox, esta vez sobre un hombre rico que se entera de la existencia de un gurú que puede ver sin usar los ojos y se propone dominar esa habilidad para hacer trampas en casinos alrededor del mundo.

Cabe destacar que en la muestra cinematográfica se presentó también la película italiana El Paraíso, del director Enrico Maria Artale, protagonizada por Edoardo Pesce y Margarita Rosa de Francisco, en una película dramática que despierta emociones intensas, presentada en competición en la sección Horizontes. El protagonista es un hombre sin un rumbo fijo en la vida que vive con su madre colombiana, quien tiene una personalidad apasionante. Una relación afectiva familiar que la prensa italiana ha descrito como “de gran amor, simbiótica y opresiva, puesta en crisis tras la llegada de una chica colombiana que ha llegado a Italia como ‘mula’ de narcotraficantes.

Artale ha dicho sobre su película que se trata de “una pareja que en cierto sentido es como una pareja de novios, a pesar de ser madre e hijo, cuya relación se nutre de contrastes, incluso de un poco de amor y odio, de opresión, pero también de una especie de tolerancia. Existe mucha frustración entre ellos, pero también momentos de sincera felicidad. Aquí me interesaba sacar todo esto del juicio moral o incluso del análisis psicológico y buscar un poco la clave poética”.

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A pesar de los desafíos y las controversias, el Festival de Venecia sigue siendo un faro de creatividad y excelencia en la industria del cine, manteniendo viva la llama de la cinematografía mundial, pese a los obstáculos ajenos a su logística que ha tenido que enfrentar en los últimos años.

Mario Amaya

Para EL TIEMPO

Venecia, Italia