Puede considerarse que la tragedia y la muerte se amplifican como elementos narrativos y representan un apuesta más que obvia para la segunda temporada de La Casa del Dragón (House of the Dragon), de lejos, la serie más esperada este año.
No podría ser de otra manera, la producción que ha logrado brillar con destellos enceguecedores de éxito para HBO y la plataforma MAX, regresa con el objetivo de seguir hurgando en la carencia de moral, en la brutalidad y el dolor, un sentimiento que ahora adquiere también un protagonismo sobrecogedor.
El 16 de junio, a las 8 p. m., (hora de Colombia) se estrena en HBO el primer episodio de la segunda temporada de esta producción, que supo exorcizar los miedos y las comparaciones de una antecesora– Juego de Tronos (Game of Thrones)–, tan gigantesca como los dragones en edad adulta y un aliento de fuego tan imponente como destructivo. La pelea por el poder ya está clara (para quienes han seguido la trama desde su inicio), así que lo que se espera es la estrategia para ganar y perder terreno en esa competencia. Familias cercanas, fracturadas, que se odian y se necesitan, vuelven a la danza por el trono y por la tierra, por el fuego y hasta por el deseo.
La primera temporada era como ir a una nueva escuela. La expectativa era muy alta. Todo el mundo estaba nervioso. No conocías a nadie. Y para la segunda temporada, tal vez es como volver de las vacaciones de verano.
La reina Rhaenyra, el brutal Daemon y la calculadora Alicent van a poner sus cartas sobre la mesa mientras visibilizan la destrucción para lograr su objetivos. Otros personajes evidencian su naturaleza más cruel, como Aegon II, que reaparece como un modelo o piloto de un monarca desatado y con ganas de destruir y acabar con quien se interponga en esa obsesión –que es el motor de la dinastía Targaryen– de ser el rey y dominar la tierra de dragones y políticos de moral laxa. Lo cierto, es que su primer episodio no dará respiro a quienes buscan un giro doloroso; después se irá aflojando el nudo de otras (y bajas) pasiones que pretende desarrollar la serie.
Pero como se planteó unos párrafos antes, La Casa del Dragón promete una capa de equilibrio entre el deseo de la épica y la ultraviolencia que se asomó en la primera temporada.
¿Más oscuridad o humanidad?
“Es ahora más impactante y oscura”, recalcó el actor Tom Glynn-Carney, un Aegon II que ahora parece más adulto en su vida, lejos de las cámaras y la épica en la que convive con la serie y, que en la piel de su personaje, puede ser una sorpresa inesperada dentro de la nueva trama.
“Ahora me miro en el espejo y no veo nada de mí en este personaje, es algo intenso y a la vez muy bueno para el viaje que le espera en esta temporada, que fue más exigente física y emocionalmente”, recalcó Glynn-Carney, en una charla vía Zoom con EL TIEMPO, acerca de su experiencia. Él podría ser definido como un villano, pero es algo más que eso. “Muestra ser más bien una víctima de las circunstancias y un personaje muy frágil (…). Es una figura trágica”, recalca el actor. “Aunque también podría dejar ver un poco de humor”, adelanta emocionado.
Aunque es un poco optimista acerca de uno que otro destello de humanidad, que puede ser a la vez un elemento sorpresa dentro del escenario en el que se plantea el nuevo conflicto de La Casa del Dragón. La historia de una dolorosa experiencia para los más jóvenes dentro de los conflictos de los reinos.
Es duro crecer en esta serie
“Sí, creo que eso ha sido complicado para ambas. Alicent (mi personaje) se encontró con un enigma en Haelena, con la idea de convivivir con una desconocida, pero siento que en esta temporada podría decirse que llegan a entender un poco más la dinámica de convivencia que les tocó vivir”, explica la actriz Olivia Cooke.
Una llamarada de fama y adrenalina
Para ella, la experiencia de ser parte de un nuevo fenómeno televisivo (no es un secreto que esta serie logró una base de fanáticos tan sólida como su antecesora Juego de Tronos en su primera temporada), ha sido una aventura llena de adrenalina.
“Los fanáticos son maravillosos, pero también tienen una gran expectativa por lo que viene en este regreso, eso es emocionante y un poco atemorizante”, insiste Cooke. Su compañero en esta producción, Matthew Needham (que se mete en la piel del complejo y traicionero Lord Larys) agrega que la nueva etapa de esta producción tiene una extraña relación con el mundo escolar.
“La primera temporada era como ir a una nueva escuela. La expectativa era muy alta. Todo el mundo estaba nervioso. No conocías a nadie. Y para la segunda temporada, tal vez es como volver de las vacaciones de verano. Yo me pregunto: ¿Cuál fue la diferencia entre las dos temporadas?, pues, que ahora ya tienes la reacción o respuesta de los seguidores. Ya no es ese primer día de escuela, ya nos conocemos y podemos seguir creciendo”, detalla el actor.
Acerca de su viaje personal como otro de los jugadores que buscan acariciar el poder, reconoce que su personaje “va a tener que trabajar mucho y muy duro en este ciclo que comienza. En la primera temporada lo veías y hacía algo atroz, pero lo veías después de los hechos. A los guionistas de esta serie les gusta que su audiencia tenga que pensar, retroceder un poco y llenar los espacios en blanco que la historia les propone. Se les invita a pensar y a imaginar cómo es que llegamos a un lugar o a una consecuencia. Pero hablando de nuevo de mi papel, quiero verlo enfrentarse a obstáculos y fracasar. Y en esta temporada sí se le ve fracasar y se ve que su plan no funciona y él tiene que cambiar de táctica sobre la marcha, y evolucionar y adaptarse”, una jugada muy común dentro de la épica inspirada en el universo literario de George R.R. Martin. La Casa del Dragón reafirma su poder en la televisión, pues ya es un hecho su tercera temporada.
ANDRÉS HOYOS VARGAS
@Andrehoy1
EL TIEMPO