Indiana Jones: Harrison Ford vuelve a dar latigazos a los 80 años

Es indiscutible que todo el mundo estaba esperando el regreso de Indiana Jones, el arqueólogo más famoso y una verdadera reliquia del cine de aventuras.

El sombrero, la chaqueta de cuero y el látigo han salido del armario para una nueva aventura (y la última) en la que Harrison Ford hace un gran esfuerzo para llevar a buen puerto Indiana Jones y el dial del destino, una propuesta que va a tener a los fervientes adoradores de la saga creada por Steven Spielberg y George Lucas entre los sentimientos de nostalgia, la euforia o la desazón.

No es para menos, se trata de uno de los personajes más queridos del cine contemporáneo, que ha sido feliz matando a nazis, pero también hallando tesoros con una carga histórica o mística invaluable. Indiana Jones es el último héroe clásico, el buen tipo que desde 1981 (cuando se estrenó la fantástica Cazadores del arca perdida) ha sobrevivido a situaciones increíbles, encantos diabólicos o a una violencia que generaba esa sonrisa maravillada de ese espectador que se encontraba con un espectáculo visual que lo sobrepasaba.

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Por lo menos eso se sintió en las tres cintas de Jones que marcaron a una generación, la misma que se prepara el estreno de la quinta cinta este jueves en los cines, la misma que irá con sus hijos y la misma, que en gran medida ha borrado de su mente ese tropiezo que fue Indiana Jones y la calavera de cristal y espera que este Dial del destino sea mejor. Sin arruinar ninguna sorpresa, esa expectativa se cumple con creces.

La nueva película, ahora dirigida por James Mangold, muestra a un Indiana Jones en un ciclo final de su vida. Un hombre gruñón, que está a punto de jubilarse y que está solo.

Cuidado, esto no es un drama, pero alimenta la leyenda del personaje con un poco de eso para transmitir ese paso del tiempo y hasta la ilusión de poder manipularlo.

Mangold fue el artífice de explorar el tema en la magnífica Logan, revelando a un superhéroe de los X-Men maduro que tiene la oportunidad de inyectar nueva energía a su ciclo de vida. Quizá por eso Steven Spieberg lo dejó al mando, pero con Indiana Jones el reto era más exigente.

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“Es un realizador notable, fue algo único trabajar con él”, recordaba Ford en una entrevista en la pasada edición del Festival de cine de Cannes, donde se estrenó la cinta. “Tiene muy claro qué es lo que quiere y aporta una gran energía”, recalcó el actor.

El director juega con la nostalgia y (como lo ha mostrado el tráiler del filme) tiene que rejuvenecer a su héroe para reconectarlo con su fiel fanaticada en un arranque muy poderoso visualmente (a veces caótico, pero, eso sí, muy entretenido), antes de mostrar un presente con un ‘Indy’ al que parece costarle amoldarse a una nueva vida como profesor, a la música a todo volumen de sus vecinos que profesan la paz y el amor y a una ahijada que aparece para complicarle la vida y arrastrarlo a buscar un nuevo tesoro: un artilugio que literalmente podría cambiar el curso de la historia.

Hay escenas en las que los amantes de las películas anteriores encontrarán guiños, detalles y hasta versiones recreadas de momentos que de alguna forma fueron inolvidables.

Todo eso sumado a un ritmo frenético y un antagonista de lujo –del que cabe decir que se pudo haber aprovechado más- en la piel del actor danés Mads Mikkelsen (recordado por películas como La cacería, Rogue One y Casino Royal, entre otras), convertido en un exnazi al que sus ataques de nostalgia son el presagio de algo desolador.

Esa receta convida a todos los presentes al cine a recorrer un trayecto conocido. Indiana sobrevive a persecuciones, es herido, golpeado varias veces y tiene momentos para un chiste con el que puede tomar aire ante el esfuerzo físico que le impone la historia. Cuando vuelve a sentir el aroma del peligro, su vida tiene de nuevo sentido.

Hay que decir que la cinta no es para nada aburrida, alcanza a tener a la gente en varias ocasiones al filo del asiento y se nota que lidia una batalla para ser novedosa, aportar algo nuevo, quizá esa pretensión se refleje en el trabajo de la actriz Phoebe Waller-Bridge.

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Ella acompaña al protagonista y le ayuda a llevar las riendas en la acción, en las balaceras y en el trabajo científico; la gran diferencia (no es ‘una Indiana Jones’ para nuevas generaciones, aunque tiene la misma edad que tenía Ford cuando le dieron el papel con el que haría historia en 'Cazadores del arca perdida' (1981)) es que su personaje tiene una ética más elástica, es lo que dirían en otros tiempos una bribona.

Es ambiciosa, fuerte y su relación con el protagonista difiere notablemente con otros personajes femeninos alrededor de la saga. Hay buena química entre ellos en pantalla.

Es comprensible que algunos sientan que la trama de Mangold y el tono que le impone Harrison Ford a la nueva película se siente raro, alejado de esa marca emocional de un arqueólogo con buenas intenciones que asumía un papel de superhéroe y de galán de antaño; aquí, por momentos, da un paso al costado, se toma el tiempo para reflexionar antes de sobrevivir a bichos o ataques en una calle de Tánger o en el fondo del mar. Todo para, como el mismo Ford decía, “darle un poco de complejidad emocional al papel”.

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Indiana Jones y el dial del destino es una despedida digna para un personaje irrepetible que deja ver un poco de su alma, miedos y sacrificios. Su cierre que es poderoso y va a causar reacciones que serán parte del debate que se generará cuando se enciendan las luces en el cine. Solo queda decir: ¡Adiós, Indiana Jones!

ANDRÉS HOYOS VARGAS

@AndresHoy1