“Escoge la vida, escoge Facebook, Twitter, Instagram y espera que a alguien, en alguna parte, le importe. Escoge buscar viejos amores, deseando que hubieras hecho todo de manera diferente y escoge ver la historia repetirse…”, pronuncia Mark Renton en ‘T2 Trainspotting’ (2017), la esperada segunda parte de esa ‘Trainspotting’ que en 1996 superó los límites de la cinefilia para convertirse en un referente generacional. Veintiún años después todos han vuelto: el director Danny Boyle; el guionista John Hodge, adaptando de nuevo los textos de Irvine Welsh, y los cuatro protagonistas: Renton, Spud, Sick Boy y Begbie, interpretados por los mismos actores originales.
En ese aspecto nada ha cambiado, en lo demás todo es diferente. Ni ellos son los mismos, ni nosotros como espectadores ni el mundo que nos rodea. Asistimos a este filme con una expectativa nostálgica, casi como a evaluar –viéndonos en el espejo de los protagonistas– lo que ha sido de nuestras vidas en estas dos décadas que han pasado. Obvio entonces que es necesario tener como referente a la primera película, pues pese a que Danny Boyle hace los esfuerzos narrativos posibles para que quien no la haya visto disfrute esta, no es factible entender cómo estos personajes han llegado hasta aquí sin considerar lo que vivieron en el relato de 1996, que rememoraremos en frecuentes ‘flashbacks’ y con los primeros acordes de ‘Born Slippy’, que suenan tímidamente como para extraer esa canción de nuestro subconsciente.
De ahí que el público natural de ‘T2 Trainspotting’ no sean exactamente los ‘millennials’, demasiado jóvenes para haber visto la primera parte durante su estreno, sino la generación de los mayores de 45 años, que tienen las mismas inquietudes existenciales de Renton (Ewan McGregor). Él regresa a Edimburgo con varios fracasos a cuestas a intentar un volver a empezar que se antoja utópico. Lo peor es que encuentra a sus amigos estancados, deseosos de un desquite, de ajustar cuentas con quien culpan de su propia derrota. No hay una máquina del tiempo, como Sick Boy –ahora conocido como Simon– sugiere irónicamente conseguir. Hay recuerdos, remordimientos, errores, desquites, oportunidades, traiciones, ruinas personales… y con eso hay que vivir.
¿Cuál vida escoger? El monólogo de Renton en el ‘Trainspotting’ original se ha puesto al día y se ha tornado más pesimista. ¿Ver la historia repetirse? Renton llega a su habitación y pone un disco de vinilo: Iggy Pop canta ‘Lust for Life’. Y todo vuelve a empezar.
JUAN CARLOS GONZÁLEZ A.
Especial para EL TIEMPO