Cuando Kepa Amuchastegui y Consuelo Luzardo se reencontraron hace poco en las grabaciones de 'La nieta elegida', la producción de RCN que saldrá al aire este año, la actriz le mostró unas fotos de la década de los 80 cuando hicieron parte de 'La pezuña del diablo'.
Y entre recuerdos y nostalgias laborales, hablaron de otro proyecto en el que participaron: en 1968 crearon el Teatro La Mama. Pero su presente es esta producción escrita por Julio Jiménez, un maestro “de la truculencia y lo retorcido”, dice Amuchastegui.
Y él, el hijo menor de una pareja de vascos que llegaron a Colombia para salvar su vida de las tropas de Franco, también es un maestro.
Ha sido Bartolomé de las Casas en 'La reina de Indias y el conquistador' (pendiente de estreno), Gervasio Sánchez de 'Luna en Bolívar', uno de esos personajes que la historia no recuerda pero que también quería la independencia; presidente de Colombia en 'La bruja'; Roberto Mendoza en 'Yo soy Betty la fea', y el personaje por el que más lo recuerdan varias generaciones: el inquisidor Juan Mayorga, en 'La pezuña del diablo', “un malo malísimo, que como todo malo es muy agradecido”.
Por eso, y por mucho más, el pasado viernes Kepa Amuchastegui recibió el premio Víctor Nieto a Toda una Vida, que otorga el Festival de Cine de Cartagena. “Y claro, ha pasado mucha agua debajo de este puente, pero lo cierto es que no hubiera logrado ser lo que soy sin el apoyo de directores, tantos compañeros actores, tantos camarógrafos y técnicos que hacen todo real. Por eso siento que este premio es para todos ellos también”. De hecho, cada vez que termina un día de grabación, les agradece a todos por su entrega, dándoles la mano.
Colombiano “de nacimiento y sentimiento”, Kepa Amuchastegui no hubiera vivido si su papá no sale de Bilbao la noche antes de que llegaran las fuerzas franquistas.
“A lo mejor lo hubieran fusilado. Logró escapar en un barco con destino a Rusia, pero se quedó en Bélgica y allí conoció a unos colombianos que fueron a comprar una recua de cerdos de pura raza para su finca de Sibaté. Mi papá les contó que era contador y había trabajado en bancos, y ellos le ofrecieron venirse a istrar su finca de marranos. Mi papá solo les preguntó dónde quedaba Colombia, y se embarcó con ellos”, cuenta.
Dos años después pudieron salir de España su mamá y su hermana. Amuchastegui cuenta que “las tenían en calidad de rehenes para ver si mi papá regresaba. Esos mismos colombianos que ayudaron a mi papá las trajeron. Salieron por Portugal, vía Nueva York, luego a Buenaventura y finalmente a Bogotá. Esa misma noche de su llegada o si no la siguiente, aparecí yo”, cuenta con voz fuerte.
El tema con los marranos de raza no funcionó. “No había quién los comprara, tenían muchas exigencias, pues había que ayudar a parir a las marranas y comida especial, una cultura que no existía aquí. Un señor de una fábrica de velas hizo negocios con mi papá y él evolucionó la empresa hacia cirios y veladoras de iglesia”.
Y a punta de vender velas y cirios, Amuchastegui y su hermana fueron educados. Sin soñar con ser actor, entró a estudiar arquitectura a la Universidad de los Andes, donde hizo parte del grupo teatral. Poco tiempo antes de terminar y cuando solo le faltaba la tesis, le dieron una beca para estudiar actuación en Francia.
Luego estuvo en la Royal Shakespeare de Londres, “primero como observador, después como asistente de escenario y más adelante como asistente de dirección de Peter Brook”.
Ya en Colombia, pasó de actor a director porque el tiempo de la directora estadounidense de una obra, en un intercambio educativo, se termino y había que seguir. “Yo dije, ‘qué diablos’, porque la ignorancia es atrevida”.
En teatro, ha estado al frente de obras como 'El sueño de una noche de verano', 'Cementerio de automóviles', 'El escolta', 'Mi otra vida', 'El infierno' y 'Juegos siniestros', y en televisión, en 'Pobre Pablo', 'Brujeres', 'El fiscal', 'Perfume de agonía', 'La casa de las dos palmas' y 'Garzas al amanecer', entre otras.
Cree que no lo han vuelto a llamar para esta parte de su carrera, primero, por su edad (nació en 1941) y porque en un momento se negó a dirigir o escribir sobre temas del narcotráfico. “Aquí hemos hecho una televisión positiva, bonita, de identidad, que habla de lo que nosotros somos. Universalizar las cosas nos hace perder lo ganado”.
Aunque no se graduó de arquitecto sí ha puesto lo que aprendió en muchas escenografías que ha diseñado para teatro, “complicadas, atrevidas, abstractas, algunas realistas. En televisión también diseñaba mis sets, aunque no tanto en la parte artística sino, más bien, en la distribución de espacios”.
Aquí hemos hecho una televisión positiva, bonita, de identidad, que habla de lo que nosotros somos. Universalizar las cosas nos hace perder lo ganado
'La nieta elegida' es su nueva propuesta como actor y espera que le guste a la gente. “Es muy Julio Jiménez, con suspenso, con velas que se apagan, con miles de preguntas en cada escena”.
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