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Noticia
Los Óscar consagraron, por fin, a un nuevo rey Midas: Christopher Nolan
La entrega de los galardones más importantes del cine fue una velada transicional.
El filme cuenta la historia del físico teórico Robert Oppenheimer y sus aportes a la creación de la bomba atómica. Foto: Universal Pictures
Steven Spielberg, una de las grandes leyendas de Hollywood, fue el encargado de anunciar el premio Óscar a la mejor dirección. Justine Triet (Anatomía de una caída), Martin Scorsese (Los asesinos de la luna), Yorgos Lanthimos (Pobres criaturas), Christopher Nolan (Oppenheimer) y Jonathan Glazer (Zona de interés), todos brillantes y talentosos, estaban en la puja. El momento del anuncio fue simbólico y emocionante: el director de filmes icónicos como Indiana Jones, Tiburón, La lista de Schindler, E.T. y Jurassic Park anunció a Nolan como el ganador.
Después de siete intentos, el británico, de 53 años, recibía la estatuilla de manos de Spielberg. Fue la entrega de la posta de una generación de estupendos cineastas –Spielberg, Martin Scorsese, Woody Allen o Francis Ford Coppola– que van por los 80 años y que, si bien siguen haciendo cine, ya forman parte del olimpo del séptimo arte. Fue el reconocimiento de una industria al trabajo dedicado para contar historias profundas y elaboradas, y, sobre todo, al amor por el cine en su estado más puro.
Nolan ama el celuloide. Hace sus rodajes con cámaras de formatos clásicos (como el cinemascope), con escenarios recreados en vivo y no en la posproducción a través de efectos por computador (CGI); pone a sus actores y dobles en carros a altas velocidades por autopistas adecuadas para filmar las secuencias de persecuciones, y edita sus historias para que sean vistas en la gran pantalla, en una sala de cine. En épocas de plataformas de streaming y pandemia se ganó montones de enemigos, pero permaneció fiel a sus principios, incluso si eso afectaba sus ingresos.
El filme cuenta la historia del físico teórico Robert Oppenheimer y sus aportes a la creación de la bomba atómica. Foto:Universal Pictures
El director de Memento, Inception, Interestelar, Tenet y la trilogía de Batman –considerada la más sólida y densa, especialmente la entrega de El caballero de la noche– ya es oficialmente el heredero de los grandes maestros del cine. La 96.ª edición de los Premios Óscar no solamente fue la gran noche de Oppenheimer, con sus siete estatuillas, sino que marcó el relevo generacional de la industria.
Sus palabras de agradecimiento fueron muy elocuentes. “A la academia quiero decirle: las películas tienen poco más de cien años. No sabemos hacia dónde se dirige ese viaje, pero saber que piensan que soy una parte importante de esto significa muchísimo para mí”, dijo.
Y con él estuvieron los actores de Oppenheimer, Cillian Murphy y Robert Downey Jr., que con justicia fueron escogidos como los mejores, y que los ratifica como los faros actorales de sus generaciones.
Si bien la película sobre el físico estadounidense que lideró el proyecto Manhattan, que derivó en la creación de la bomba atómica, partió como la favorita y al final fue la gran ganadora, hubo momentos de la velada que vale la pena recordar.
Hacía mucho tiempo que una de las presentaciones musicales de las canciones que aspiran al Óscar no generaba tanta expectativa. La que interpretaron los hermanos Billie Eilish y Finneas O’Connell, What Was I Made For?, de Barbie, fue muy aplaudida –y se convirtió en el único premio para la película de la muñeca de Mattel–, pero fue la aparición de Ryan Gosling para cantar I’m Just Ken lo que paralizó la ceremonia e hizo levantar al público de sus asientos; incluso, más adelante, la actriz Emma Stone bromeó en su discurso, cuando ganó como mejor actriz por Pobres criaturas, que su vestido se rompió por culpa de bailar con esa canción. Con una coreografía alucinante, en la que aparecieron los demás actores que dieron vida a Ken en Barbie, y junto al veterano guitarrista Slash, Gosling, con un electrizante traje rosa, se anotó el punto más alto de la velada.
Era impensable que Godzilla, en más de 70 años de existencia, jamás hubiera ganado el Óscar, pero era así. Hasta la noche del domingo, la película japonesa Godzilla Minus One se alzó con la estatuilla a mejores efectos especiales, con la emoción de sus productores y director, que subieron al escenario con unas réplicas del monstruo en la mano.
Otra cinta japonesa que se alzó con la estatuilla en la categoría animada fue El niño y la garza, del Studio Ghibli. Es la última producción oficial de Hayao Miyazaki, y el premio fue un homenaje final a este maestro creador de varios clásicos.
El niño y la garza, película de Miyazaki. Foto:Studio Ghibli
Podemos decir que la ceremonia de los Óscar en 2024, que empezó más temprano –a las 6 p. m.– y estuvo permeada por la guerra en Gaza –muchos asistentes pidieron un alto el fuego con un pin rojo en la solapa–, resultó una entrega ágil, con un Jimmy Kimmel divertido en la presentación (y por momentos con comentarios pasados de tono, como el que le hizo a Robert Downey Jr. sobre sus adicciones), y con sketches hilarantes –como el que protagonizó John Cena al entregar desnudo el premio al mejor vestuario, o Arnold Schwarzenegger junto a Danny DeVito, inolvidables protagonistas de Gemelos, que bromearon como los enemigos de Batman.
Esta no fue una edición de muchos Óscar para hacer historia: no hubo un Scorsese como el director más viejo en recibir el premio (81 años), ni John Williams sumando una estatuilla más a los 92 años, ni tampoco una Lily Gladstone, que sonaba con fuerza para ganar como la mejor actriz y convertirse en la primera intérprete nativa norteamericana en obtener el preciado galardón. Menos para el español J. A. Bayona, que con su cinta La sociedad de la nieve se quedó con las manos vacías. Fue una gala de premios divertida y transicional, que reconoció el valor de hacer cine, con una película de historia profunda y bien hecha como Oppenheimer, luego de una huelga que casi quiebra a la industria más famosa del mundo.