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Reseña
‘María Callas’, entre la vida extraordinaria de la diva y los tormentos de la mujer
Esta semana llegó a los cines la última película del director Pablo Larraín, protagonizada por Angelina Jolie.
María Callas’ también es el regreso a las grandes pantallas de Angelina Jolie, tras cuatro años sin tener un papel. Foto: Netflix
En María Callas, el director Pablo Larraín nos sumerge en los últimos días de vida de la legendaria soprano griega nacida en Estados Unidos, interpretada con una intensidad hipnótica por Angelina Jolie. La película no es un biopic convencional, sino una meditabunda exploración de una estrella en su ocaso, atrapada entre el peso de su legado y la inminencia de su desaparición. Con una estética que oscila entre lo teatral y lo onírico, el director chileno nos ofrece una historia de soledad, arte y autoaniquilación.
Jolie aporta una presencia avasalladora, logrando captar la altivez, inseguridad y tragedia personal de Callas. Su interpretación no se basa en una simple imitación, sino en la creación de una versión de la soprano que es a la vez majestuosa y patética. Con su voz hablada y modulada en una especie de acento nasal anglosajón, sus lentes que magnifican su expresión y su constante descontento, la actriz construye un personaje que es a la vez fascinante y desolador.
Uno de los aciertos más notorios de la película es la forma en que se fusionó la voz original de Callas con el trabajo de Jolie. Mientras la actriz no canta, su interpretación física y emocional es suficiente para evocar el esplendor y la caída de la diva. Su Callas deambula por París, entre la arrogancia y la vulnerabilidad, siempre consciente de su estatus, pero incapaz de detener su declive.
“Fue muy duro lo que vivió María. La gente mostró hacia ella agresividad y crueldad cuando ya no pudo ser lo que esperaban de ella, sin considerar los traumas que acarreaba y todo el trabajo duro que hizo”, dijo Jolie en una entrevista a The Hollywood Reporter.
Fue muy duro lo que vivió María. La gente mostró hacia ella agresividad y crueldad cuando ya no pudo ser lo que esperaban de ella, sin considerar los traumas que acarreaba y todo el trabajo duro que hizo
Angelina JolieA The Hollywood Reporter.
María Callas cobra también relevancia porque se trata del regreso a las pantallas grandes de Jolie, quien llevaba cuatro años sin aparecer en ellas. Y lo hace en el papel de una mujer que siempre estuvo en boca de todo el mundo. Algo de lo que ella entiende muy bien. “Hay un aspecto en particular en el que me siento muy cercana a María. Le incomodaba que cada persona tuviera una opinión y una idea sobre ella. Eso lo conozco muy bien”, comentó la actriz a un medio alemán.
Realidad y alucinación
El guion de Steven Knight (Peaky Blinders) intercala los días finales de María Callas, cuando ya no podía cantar por una enfermedad degenerativa muscular, con flashbacks alucinatorios que la transportan a sus momentos de mayor gloria y también a su traumática infancia en la Grecia ocupada por los nazis y la relación tormentosa con su mamá.
Estas secuencias, muchas de ellas impulsadas por el consumo problemático de Mandrax, un sedante popular en Europa, nos muestran a una mujer atrapada en un ciclo de recuerdos y fantasías. En particular, sus diálogos con un supuesto entrevistador, interpretado por Kodi Smit-Mhee (El poder del perro), ofrecen una mirada fascinante a su percepción distorsionada del tiempo y de sí misma, y permiten viajar al pasado para recabar sobre la vida de la soprano.
Su polo a tierra son Bruna (Alba Rohrwacher) y Ferrucio (Piersco Favino), su cocinera y ama de llaves, y su chofer y mayordomo, respectivamente. En la cinta se muestra el lazo que teje con ellos y la lealtad que le profesaron a la soprano, hasta el último día de su vida. Bruna y Ferrucio, personajes reales que acompañaron a Callas, son los que la encuentran muerta en su apartamento en París, un día de septiembre de 1977.
Uno de los hilos narrativos más intrigantes de la película es su relación con Aristóteles Onassis (Haluk Bilginer), el amor de su vida y la fuente de gran parte de su sufrimiento. Sus recuerdos de él pasan por la adoración y el resentimiento, añadiendo capas de complejidad a su retrato.
Entre los momentos más memorables, está una feroz confrontación con John F. Kennedy (Caspar Phillipson, Jackie), quien se sienta frente a ella en un restaurante, insinuando la relación entre Onassis y su esposa Jackie Kennedy. La Callas de Jolie responde con una mezcla de desdén y tristeza, dejando entrever su amargura ante la traición.
Otro punto culminante es la relación de Callas con su hermana Yakinthi (Valeria Golino), quien la enfrenta con una honestidad brutal sobre su deterioro. Es en estas interacciones que la película logra sus momentos más conmovedores, alejándose de la estética de ensueño para mostrar la cruda realidad de una mujer que ya no puede ocultar su fragilidad.
Esta imagen muestra a Angelina Jolie, izquierda, con el director Pablo Larraín en el set de 'María'. Foto:Netflix
Una mirada al mito
María Callas completa la trilogía de mujeres icónicas de Larraín, tras Jackie (interpretada por Natalie Portman) y Spencer (a la que Kristen Stewart le da vida). Sin embargo, a diferencia de sus predecesoras, esta película carece de la misma estructura narrativa y del sentido de urgencia histórica. Mientras Jackie exploraba la creación de un mito y Spencer se sumergía en el tormento de una princesa atrapada, María es un estudio de la decadencia, de una figura que sigue siendo grande a los ojos del mundo, pero que se ha vuelto impotente ante su propia realidad.
La película también se distancia del sentimentalismo, evitando retratar a Callas como una víctima pura. En cambio, nos muestra a una mujer complicada, a veces cruel, siempre consciente de su legado, pero incapaz de reconciliarse con su presente. Esta falta de concesiones puede hacer que María Callas sea difícil de digerir para algunos espectadores, pero es precisamente lo que la hace tan absorbente.
Además de la historia de estas tres mujeres y su relación con la muerte, la propia y la ajena, Larraín también genera una conexión entre estas historias al elegir retratar a Jackie Kennedy y María Callas, dos mujeres unidas por Onassis.
María Callas no es una película fácil, ni para todos los gustos. Su ritmo pausado y su estructura fragmentada pueden resultar desconcertantes, incluso para los amantes de la ópera. Además, la escena inicial, la del cadáver de la soprano, siendo recogido en su apartamento, nos lleva al desenlace de la historia, restándole expectativas y tensiones al final. Sin embargo, es una obra que captura con elegancia y crudeza los últimos días de una leyenda, explorando la paradoja de su existencia: ser una diosa a los ojos del mundo, pero sintiéndose completamente sola y perdida.
Angelina Jolie entrega una de sus actuaciones más matizadas y enigmáticas, llevando a Callas a la pantalla con una mezcla de grandeza y miseria que la hace imposible de ignorar. María Callas es un retrato fascinante de la autodestrucción de una artista que, a pesar de todo, nunca dejó de ser una estrella a la altura de su desgracia.
“Existe la idea de que quería ser glamorosa o ser ‘la estrella’, pero creo que más bien se trató de un mecanismo de supervivencia. Mientras más sabía de María, mayor era mi sentimiento de que merecía empatía y comprensión. Siendo tan criticada y estando tan sola en esos últimos años, tuve como objetivo que el público le diera una segunda mirada a su vida”, comentó Jolie en la revista W.