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'Lavaperros no es sobre narcos', dice el actor Christian Tappan
El protagonista habló con EL TIEMPO. "Es acerca de las relaciones humanas", asegura.
Lavaperros sigue siendo la película colombiana del momento y en redes sociales la alaban y la atacan por contar una historia dentro de un contexto traqueto, con mucho humor y violencia, pero Christian Tappan la defiende e insiste que hay algo que la saca de ese estereotipo.
“Se trata de un retrato de personajes. Yo creo que el cine y la televisión en este momento está contando historias a partir de relaciones humanas y creo que lo otro (el ambiente narco) es solo la excusa para desarrollar esas historias”, dice acerca de esta producción que sigue siendo la número uno de Netflix en Colombia y está entre las cinco más vistas de México, Argentina y hasta España.
“Yo creo que por fuera va a tener menos críticas que acá, creo que en otras partes la van a tomar como una producción con una mezcla muy interesante de referencias…" Esto se parece a no sé qué…y no van pensar tanto que estamos contando otra historia de narcotráfico. Ojo, vuelvo y te digo, no es una historia donde enaltecemos al narcotráfico.
Tappan, que se faja una actuación impresionante en este cuento como Don Óscar, un patrón del mundo criminal que ve como se le está acabando el poder, su vida marital y el respeto, viviendo situaciones que van del absurdo hasta la violencia.
“Realmente uno se encarreta con todo lo que le pasa a estos manes -dice emocionado- yo, la verdad, cuando vi la película, me divertí y me reí mucho. Las frases son maravillosas. Seguro hay quienes que dicen: ‘Otra vez esta vaina del narcotráfico’, pero creo que lo que han visto es el glamour del narco que presenta la televisión, pero no esas frases tan impresionantes de seres orgánicos y reales que tienen sueños", explica.
“Yo no quiero criticar a los espectadores pero lo bonito de una película, es que tienes la libertad de, en este caso, de verla y terminarla. Creo que hoy tenemos una gran película que se acerca a muchos géneros que a Europa y a Estados Unidos si les permitimos que hagan, pero cuando lo hacemos nosotros somos un poco criticados por un grupo de gente que, tal vez, no les fascina ese tipo de cine (están en todo su derecho). Pero a los que sí les gusta este género nos tratan de peliculón y por eso creo que el trabajo estuvo bien hecho”, opina.
Para él: “Estamos en una película donde no hay punto intermedio, la gente dice: 'no me gustó por esto y esto. Pero a los que les gustó, cuando dan sus puntos de vista, uno solo dice: hermano lo hicimos”.
Tappan reconoce que se metió de manera profunda en el personaje de Don Óscar, para explorar su humanidad, experimentar esa sensación de alguien que posiblemente fue muy poderoso antes y ahora tiene miedo de no ser nadie.
“A pesar de haber sido el duro del narcotráfico, él tiene problemas en su masculinidad, tiene sobrepeso y en ese orden de ideas, al entender ese mundo que quería contar Pilar Quintana y Antonio García y narrar el director Carlos Moreno, entendemos a estos seres humanos, sus problemas, sus deficiencias y su ego(….) A vos que te llame un nuevo mafiosito con la cejas depiladas a decirte: ‘me pagás gordo hijue…pues no te pago’”, dice el actor, recordando una situación que vive su personaje.
Como espectadores nos debemos dar la oportunidad de disfrutar la película a partir de los personajes y alejarnos que esos marcos, que a veces nos sesgan
Los lacayos revelan aspiraciones más bondadosas, el amor les ablanda un poco el corazón y los hace sacrificar todo. Contados con un estilo y humor muy cercano. Eso le gustó al protagonista que ya había interpretado antes a mafiosos, pero que en este caso, tuvo otro motivo para hacer este viaje frente a las cámaras..
“El Valle del Cauca, hermano, me atrajo mucho su temperatura su forma de hablar, yo no soy valluno, soy más cachaco…Esa energía, esa cadencia. Yo quería involucrarme mucho en un mundo que era muy ajeno a mí (...) Me gustó mucho salir a oír salsita”. Se hizo muy amigo de su compañero de rodaje John Alex Toro, -que lo cuida en la ficción- y realmente consiguió una conexión diferente en esta producción, que se rodó en Tuluá.
“Yo también estaba pasando por una etapa relacionada con mi salud, y es que yo ya tenía una diabetes tipo dos y en ese momento no me la habían detectado; por lo tanto también había ese cansancio y ese sesgo que no sabía de qué era, impreso en este personaje. Yo me subí a 91 kilos cuando yo soy un man de 78 kilos, e intenté que Óscar se viera lo más deplorable del mundo desde su apariencia. Yo me sentí cansado, abrumado durante el rodaje, pero porque sentía que era lo necesario para interpretar a don Óscar”.
Para él también es impresionante la cinematografía, la producción, el vestuario, la dirección de arte y música. “Creo que Lavaperros es una película redonda y si la gente que la está criticando se diera el chance de verla y disfrutarla… A ver, yo me hago esta pregunta: ¿Si esta película nos la hubieran mandado de Alemania, de Francia o de Estados Unidos, seríamos tan rígidos?."
"Nos salimos del cine autor para hacer una película de género, perfectamente podría ser una historia de Quentin Tarantino. Perros de Reserva (la primera cinta de ese director) tiene mucho de personajes patéticos, pero con un hombre de más de 90 kilos que pierde todo, está solo".
"Creo que como espectadores nos debemos dar la oportunidad de disfrutar la película a partir de los personajes y alejarnos que esos marcos, que a veces nos sesgan cuando queremos ver una historia. Lo bonito de Lavaperros es que nos da mucho tema de qué hablar”.