¿Qué costo tiene informar lo que ocurre en la guerra? Al periodista James Foley lo asesinó el grupo terrorista ISIS frente a una cámara para “enviarle un mensaje a Estados Unidos”. Foley también usaba su cámara para enviarle mensajes al mundo, la diferencia es que él lo hacía esperando que la gente reaccionara frente a tanta crueldad y acabara con todo ese odio.
Aquella imagen del reportero vestido con traje naranja que fue asesinado por un hombre cubierto de la cabeza a los pies por una túnica negra -que simula el rol de ‘la muerte’, salvo que en vez de llevar una guadaña, quita la vida con un cuchillo- ha dado la vuelta al mundo, sin embargo, no es el único caso.
Por querer contar la cruda realidad, también murieron Mauricio Lezama, Efraín Segarra, Paúl Rivas, Miguel Gil, Julio Fuentes, José Couso y muchísimos más reporteros de guerra. ¿Su crimen? Al parecer, decir la verdad.
‘Morir para contar’ es un documental realizado por Hernán Zin en el que muestra la parte más humana de otros periodistas que cubren o cubrieron el conflicto armado en diferentes países del mundo. En este relata la vida, la muerte, las historias que tomaron con sus cámaras y la guerra misma, como lo más vergonzoso de la humanidad.
“Fui a la guerra por las víctimas, por tratar de que las cosas cambien. Lo que se suele mostrar del corresponsal de guerra es un retrato muy injusto: este trabajo es más un compromiso ético, una vocación, un oficio muy mal pagado, con muy poco reconocimiento, y que hacemos porque lo amamos", relató Zin para el portal argentino Infobae.
Por eso, en el documental le da voz a otros reporteros para que cuenten su experiencia. Estas son algunas de las frases que aparecen en el documental:
- La guerra la ordenan los adultos, pero la hacen los niños.
- Vamos a la guerra en busca de aventuras pero volvemos con una maleta cargada de cadáveres.
- Ninguna crónica o relato merece el sufrimiento causado a mi familia.
- La guerra tiene algo muy nocturno. Por la noche estamos realmente solos y es el momento en el que yo me siento como un niño y vuelven todos los miedos.
- Muchas veces los periodistas nos negamos a itir nuestro dolor, porque nos parece obsceno hablar de eso cuando hemos visto lo que hemos visto del dolor ajeno.
Después de ver la sucia guerra de cerca y el miedo que los persigue a cada segundo, muchos reporteros no pueden seguir con sus antiguas vidas. Las pesadillas los invaden, no pueden dormir, caen en depresión y cualquier recuerdo de lo que vivieron los agobia. No solo por lo que les causó a ellos sino por todo lo que sigue sucediendo en el mundo.
Abrir el grifo y que te salga agua no es lo normal en el mundo, lo normal es al contrario, que no haya agua
¿Pero por qué después de todo eso, muchos repiten que volverían a hacer lo mismo una y otra vez?
Según el reportero, Ramón Lobo, "si ahora mismo tuviera 20 años en vez de 61 volvería a hacer periodismo... porque nosotros no solo somos cruzadores de puentes sino hacedores de puentes, no de muros".
Así mismo, Javier Espinosa afirma que ser corresponsal le permite ver la historia desde el primer plano, pero sobre todo, "entender lo privilegiado que tú eres. Es que abrir el grifo y que te salga agua no es lo normal en el mundo, lo normal es al contrario, que no haya agua", agrega.
Todos coinciden con que relatar historias es una poderosa herramienta que debería servir para cambiar el mundo. Sin embargo, para el director del documental, la guerra también saca lo mejor de la condición humana y eso le mantiene la esperanza viva.
Aunque con este documental y con su libro 'Querida guerra mía' se despide de la reportería, asegura que no ha encontrado una pasión simular. Y que, haber sido testigo de cómo los "niños que han tenido que dejarlo todo por la guerra, juegan y de una manera son felices y tienen la capacidad en medio del horror de abstraerse y seguir creyendo... es un privilegio y un motivo de inspiración". "Si ellos pueden jugar ahí, creo que los demás no tenemos excusa", añade.
MARIA CAMILA BOTERO CASTRO
ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO