No solo tuvo que aumentar de peso y cambiar radicalmente su apariencia física para representar a Yolanda Saldívar, la asesina de Selena en la serie de Netflix. También, la actriz venezolana Natasha Pérez debió bajar los 13 kilos que aumentó para darle más verosimilitud a su personaje.
Saldívar es uno de los personajes más conflictivos del mundo mexicano y chicano. Fue la mujer que en un hotel de Corpus Christi, Texas (Estados Unidos), asesinó el 31 de marzo de 1995 a Selena Quintanilla.
Selena tenía 23 años, cantaba tex-mex, ranchera, balada, mariachi, pop latino y cumbia mexicana. Ganó un Grammy anglo y varios Billboard. Ya era una gran estrella.
Por eso, para Pérez, representar a esta extraña mujer que hoy está presa, condenada a cadena perpetua en la Unidad Mountain View, en Gatesville, Texas, ha sido el reto más grande en su carrera, que incluye participaciones en E. R. y Lady in the water, entre otras. y ha hecho cancioines para Sneaky Pete y Entourage.
En cine ha participado en las películas Cuestión de principios (argentina) y la venezolana Hora cero.
Pero oyendo la historia de su formación se puede decir que desde niña aprendió muy bien lo que le exigió esta caracterización. Viniendo de familia de artistas, se ha entrenado en actuación, trabajo de la voz, técnicas de circo y música.
Todo lo puso al servicio de su Yolanda Saldívar, una enfermera que encontró en su amistad con Selena el sentido para brillar, luego de haber recibido matoneo de niña en el colegio donde estudió, en San Antonio, Texas, debido a que no era bonita ni tenía facilidad para acercarse a las personas.
Para Pérez, incluso, fue importante llegar al set al final de la primera temporada, cuando todos los demás ya estaban muy cercanos y compenetrados. “Es tan fuerte este personaje que incluso los del equipo sentían rechazo”, dice.
Nacida en Venezuela, su audición para la producción sobre Selena Quintanilla empezó con un llamado para representar a una de las hermanas de la cantante.
“Pero luego me aron para el de Yolanda Saldívar. Empecé a buscar material y recordé que en una foto la vi con un chaleco igualito a uno que estaba en el clóset de mi mamá. Y aunque para las audiciones no se acostumbra a usar pelucas, conseguí una de rulitos, como el pelo de Yolanda, en un almacén de una señora coreana. Del sótano de la tienda salió esa peluca, que era la que necesitaba”, agrega.
Quiso visitar a Saldívar en prisión, pero decidió no hacerlo por respeto a la familia. “Se ve que ella es una mujer educada e inteligente, pero con muchos traumas. De hecho, esto se percibe en su voz, habla como una niña de 5 años, donde se quedó”, afirma.
Saldívar logró en la década de los años 90, cuando internet no tenía tanto desarrollo ni había redes sociales, llevar en muy poco tiempo más de 5.000 seguidores al club de fans de la artista, ganando su confianza.
Además, se volvieron amigas. Pero con el tiempo, la familia de Selena empezó a cuestionar su labor con los dineros del almacén y encontró desfalcos, algo que no era ajeno a la historia laboral de Saldívar, que había tenido problemas de robos cuando era enfermera, la carrera que estudió.
Igualmente, llegaban comunicaciones de los fanáticos diciendo que le habían enviado dinero a cambio de objetos de la estrella sin recibir nada.
Todos esos pesos del personaje los llevó encima Pérez. “Yo soy actriz de método, pero nunca lo había tenido que utilizar de una manera tan fuerte. Recuerdo una escena que tomó mucho tiempo y en la que falló una cámara de humo. El personaje estaba en estado de paranoia, llanto, pánico y desesperación, y tuve que mantenerlo hasta que se solucionara el problema. No es cómodo cuando te habita esa energía, pero no podía dejarla ir, y allí entra lo aprendido, agarrar esto, lo otro, sustituir algo para sostener y poder seguir, incluso con la memoria sensorial, con los eventos de la vida”, cuenta.
La adaptación de la voz la hizo con una profesora de canto y aquí también su entrenamiento en locución, el haber hecho voces para series, le ayudó. “Ese dominio fue fundamental. Hacía muchos ejercicios al entrar a grabar. Fueron varios meses y al regresar fue necesario un gran trabajo para volver a mi normalidad”, dice.
Pese a haber dejado Venezuela hace dos décadas, extraña su país, la casa de su abuela, “ver el Ávila. No era muy de playa, pero sabía que el mar estaba a media hora. Aunque aquí en Estados Unidos lo tengo a 20 minutos, se siente nostalgia”.
Su relación con Colombia es cercana. Una de sus hermanas vive en Bogotá y tiene dos exnovios colombianos. “Crecí con Betty la fea y La pelota de letras de Andrés López, y la primera canción que monté en mi guitarra fue Baracunátana, la versión de Aterciopelados.
La vida dirá qué más tiene para Natasha Pérez. Por lo pronto, está este personaje, duro, difícil, odiado por haber segado la vida de una cantante que en su momento fue la más importante de las estrellas de origen latino en Estados Unidos.
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EL TIEMPO
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